Lindo se encontraba despierto muchas horas antes de la salida del sol como era recurrente desde hacía ya unos cuantos meses, a su lado contemplaba plenamente dormida a la chica morena que siempre había amado, se le hizo un nudo en la garganta al recordar la fatídica noche anterior dado que hacía apenas unas horas Kamie había presentado una nueva crisis que los mantuvo despiertos gran parte de la noche, Lindo llegando a la madrugada logro calmarla y entre sus brazos dormirla de forma plácida, mientras una fuerte lluvia amenazaba con romperlo todo a su paso, sin embargo, los ojos de aquel hombre pelirrojo se encontraban llenos de lágrimas que ya no se esforzaba en retener, sabía que por más ruido que hiciera la chica entre sus brazos no despertaría. Lindo observaba con detenimiento a Kamie, intentando grabarla en su memoria, estaba tan pálida, tan decaída, al gran amor de su vida no le gustaría que la recordará de aquella forma moribunda y para él la niña con la que había vivido, era quién moraría para siempre en el baúl de sus recuerdos.
Habían pasado varios meses desde la efímera esperanza brindada por el doctor Jones, la cual en aquellas primeras dosis había dado los frutos positivos que tanto habían esperado. Kamie había recuperado la vitalidad, poco a poco se convertían en la familia que tanto anhelaban ser, la pequeña Maclaka lo había recibido como si un padre se tratará había escuchado tanto de él que la niña se sentía segura a su lado, Thiago en un inició actuó de forma rehacía siempre velando por la protección de su hermana mayor, pero al ver el semblante lleno de alegría de Kamie cuando contemplaba los ojos amorosos de Lindo, lo había hecho aceptarlo.
En esos pocos meses juntos crearon recuerdos que se quedarían grabados muy dentro de sus almas. No obstante, dos meses atrás la salud de Kamie había dado un retroceso fatídico, la hipótesis más probable consistía en que el sistema inmune de Kamie había causado un rechazo al componente principal del medicamento, provocando una alergia interna severa. Lindo reunió a todos los investigadores lo más rápido posible, en conjunto habían buscado un plan B, sin embargo, se había rechazado la prueba en humanos, no quedaba nada humanamente posible que hacer, solo un milagro podría salvarla. Lindo junto al hermano de Kamie, Max, habían recibido el diagnostico final de su querido ángel, aquel que la condenaba a una muerte cada vez más cercana. Lindo se volteó en aquella gran cama y se aferró a la chica como si con ello consiguiera mantenerla en esta vida y de esta forma logró dormir un poco más.
—Buenos días dormilón— la dulce voz de Kamie lo termino de despertar. Lindo sonrió como respuesta.
—¿Cómo dormiste mi angelito? ¿Pudiste descansar? —Kai puso su mano sobre la mejilla de Lindo para tranquilizarlo y le dedicó una sonrisa vacía de aquellas que le destrozaban el corazón al chico pelirrojo.
—Ese té relajante sí que hace milagros —Lindo notó de forma inmediata la mentira dicha por su angelito y sintió una fuerte punzada en su corazón —¿no llegas tarde a las consultas? — Lindo se llevaba la mano al corazón, como si este órgano le estuviera avisando de algo inevitablemente desgarrador.
—Siendo honesto no quiero ir a trabajar —la abrazó para transmitirle todo el cariño que le tenía — está haciendo frío. Tengo tanto trabajo que para cuando vuelva tú y Maclaka estarán dormidas.
Kamie rio con alegría.
—Sino te preparas, sé te hará más tarde —Lindo hizo una mueca de desagrado ante la idea de dejar a Kamie, ella volvió a sonreírle con ternura —Tranquilo Lin, yo te esperaré aquí no iré a ningún lado.
Lindo sintió como su corazón se encogía ante las palabras de su amada, algo en su alma le gritaba que esa promesa dictaminada por Kamie no se convertiría en realidad. Mientras se terminaba de vestir elevó una silenciosa plegaría al todo poderoso "solo te pido un día más, no te la lleves aún. Te lo suplicó", se limpió las lágrimas que pensó Kamie no vería, no obstante, ella no pudo hacerle frente sabiendo que era la causante de su mal.
Durante el desayuno la familia se reunía y la alegría afloraba en la casa y eran momentos muy relajantes para los amantes. La velada de ese día estuvo marcada por las carcajadas constantes ocasionadas por los tres pequeños de la casa. Lindo se despidió al besarla con dulzura y ella lo disfruto teniendo consiente de que sería la última vez "Adiós tesoro mío"
Kamie meditaba sentada en su antiguo sillón. Sabía que era la causante de la tristeza de sus amigos. Su hermano, Max, fingía alegría cuando estaba junto a ella, pero notaba las constantes miradas melancólicas y de desesperanza que le lanzaba cuando pensaba que nadie se daba cuenta. Liz no se esforzaba mucho en fingir, siempre había sido un libro abierto, no obstante, a Kamie le partía el corazón cada vez que se excusaba para cuidar a sus hijos y la sorprendía con el álbum de fotografías llorando.
Thiago era el más pequeño, no obstante, era el que tenía más fortaleza, él era genuino cuando estaba junto a ella mostraba la alegría típica de la adolescencia, sin embargo, era consciente de la mirada agónica en la cara de Thiago cuando se enfrentaba a la posibilidad de perderla. Dylan la visitaba poco mas siempre la hacía reír y prometer que resistiría. Sin embargo, quién más le dolía era su angelito pelirrojo, él que le dedicaba una sonrisa llena de alegría, pero sus ojos lo traicionaban, esa mirada de culpabilidad y temor. Él su compañero, quién en las noches velaba por ella, él que no le rogaba que se quedará, le pedía que no se preocupara que ellos aceptarían su decisión, solo solicitaba que guiara sus caminos.
Esos pensamientos la atormentaban con frecuencia, existían ocasiones en las que quería dejar de luchar, sería la opción fácil dejar de sentir dolor y entregarse gustosa a los brazos de la muerte. Llegado el momento Kamie no sentiría dolor, sus amigos sufrirían, pero cuando pasará el luto la pena sería más fácil y la recordarían como había sido. Pero Kamie aún no estaba lista, cada vez que pensaba en todos los momentos que se perdería en la vida de los seres que amaba, eso le daba fortaleza para resistir un poco más, deseaba compartir la vida con su familia.
— ¿Por qué has estado tan pensativa durante el día?
A mitad de la tarde Liz le tendió una taza de café. Max estaba junto a ella en el sillón, Kamie se levantó para tomar una galleta, mientras le contestaba a su mejor amiga. De pronto, todo se tornó oscuro y un fuerte dolor sacudió el corazón de Kamie, como si este se hubiese roto, posteriormente caer en brazos de su hermano.
—Kamie —gritó Liz entre lágrimas corriendo junto a su esposo.
—Es increíble que en todo el día no haya parado de llover— habló la señora desde la sala de su hogar — Parece que no va a parar ¿Qué opina usted Doctor?
Lindo tenía la cabeza llena de pensamientos y como de un tic se tratase se llevaba la mano a su corazón, parecía intuir que algo malo estaba por pasar. Él sabía que no había hecho bien en ir a trabajar, había tenido un mal presagio cuando vio la fragilidad de su amada, pero se había convencido cuando la beso en su despedida, su corazón le había gritado que no se alejara, que esa sería posiblemente la última vez que la observaría con salud.
—¿Está bien? Necesita que haga algo — la señora parecía muy alarmada.
—No, estoy bien — Lindo trataba de calmar a la señora que parecía que quería echar a correr.
—¿De verdad? Está muy pálido ¿Quiere una taza de café?
—No señora. He tenido un día muy ajetreado. ¿Cómo ha estado la salud de su madre?
El sonido de su celular cambió la visita a domicilio. La voz cortada de Elizabeth le suplicaba que corriera al hospital, ya no había tiempo, ni nada que hacer debía despedirse de Kamie hacer que se sintiera amada y tranquila, besarla por última vez y abrazarla mientras cerraba sus ojos y se entregará a la parca. Lindo aún en contra de las inclemencias del clima aceleró, estaba desesperado por llegar y ver a su amada, las lágrimas le impedían observar el camino, su mente estaba ocupada por una silenciosa plegaría "por favor Dios mío, no te pido que viva más, no pretendo retenerla por más tiempo. Mi niña merece descansar después de tanto sufrimiento, solo te pido que me permitas despedirme, prometo no pedirte nada otra vez". Lindo estaba tan concentrado que no se percató de una segadora luz y después nada...
A las 3:45 pm del 26 de junio, Lindo y Kamie se habían dirigido juntos hacia el paraíso y Max ahogado por el dolor escogía tener fe en que allá donde tantas personas aseguraban que los enamorados se encuentran realmente ellos lograrían ser felices.
Fin
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Toda una vida para enamorarse
Novela JuvenilTodas las personas alguna vez en nuestra vida hemos tenido a esa persona especial quien está con nosotros siempre que lo necesitemos y con la que cometemos travesuras, con la que por más que peleemos siempre van a estar a nuestro lado sin importar l...