34- Adiós a mi querida Marie.

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      Mientras Max, Kamie y Liz caminaban rumbó a casa de los Cross, Lindo tomó un camino diferente al ver a su mejor amigo tan golpeado decidió llevarlo a casa de Bryan, donde como las otras veces que había asistido estaba totalmente sola, esa casa le daba un aire nostálgico en el corazón de Lindo, Bryan le había mostrado donde guardaban la llave y después de llevarlo a su habitación se dispuso a curar las heridas.

-AUSH – exclamó Bryan al sentir el alcohol en sus heridas – Lindo ten más cuidado – este suspiró pidiendo al cielo paciencia – Aunque desearía que fuera Kamie quien me curara y no tú.

-Haz un favor y cállate – Lindo se lo supuso desde el momento que lo vio en el parque metido en la pelea, Bryan estaba de mal humor por abstenerse a consumir del polvo de ángel.

-¿Tienes un poco? – preguntó con desesperación Bryan, Lindo sacó un bolsa con el polvo blanco que su amigo tanto deseaba y se lo entregó, estaba por darle un sermón a su mejor amigo, pero se dio cuenta que era en vano, ambos eran iguales.

-¿Me veo como tú? – preguntó Lindo con tristeza en su mirar y es que su amigo tenía además de las heridas causadas por la pelea, ojeras marcadas y cara de muerto en vida, además de estar tan delgado que la carne de la cara se le pegaba en los huesos y tenía espasmos en la cara y el cuerpo en especial en las manos. ¿En qué momento había pasado eso?

- No Lin, aún eres tú y sinceramente no deseo que pases por esto nunca – Lindo comprendió que Bryan había llegado lejos, sin embargo pensó en que nunca le pasaría a él, las dosis que consumían eran cada vez más pequeñas.

-¿Cómo puedo ayudarte? – preguntó el joven pelirrojo sentándose junto a Bryan.

-Por el momento nada, quizás darme dinero – Lindo comprendió en ese instante que la única forma de salvar a su amigo era que volviera con Kamie, ya que todo había empezado después de su rompimiento.

Así que ya tenía preparado lo que iba a hacer, después de que Bryan callera en un profundo sueño Lindo salió de ahí.

Días después, había llegado el día de la fiesta Max se encontraba en su habitación junto Kamie y los dos más pequeños de la casa.

-¿Te le vas a declarar a Sara hoy? – Preguntaba Kamie – Solo por eso no discuto para ir a la fiesta.

- Si Kai, hoy le preguntaré – habló más un poco nervioso.

-Tú tranquilo nadie se te resiste – habló animadamente Kamie.

-Sí, si mi hermanito enamora a todas, mis amigas están enamoradas de ti – Livy era la que se encontraba hablando lo que provocó que Max se ruborizara y que Kamie riera.

- Vez hasta las niñas de primaría te adoran.

-Jaja Kamie esto no es gracioso – pero ambos soltaron algunas carcajadas.

La puerta del cuarto donde se encontraban los 4 hermanos se abrió y Marie entró tomando en brazos a Santiago que se había quedado en la cama de Max, los tres restantes se situaron junto a ella.

-Mis niños – comenzó a hablar Marie, mientras le acariciaba la cabeza a Santiago – ustedes no tienen idea de lo feliz que me hace que ustedes se encuentren aquí.

Kamie simplemente observaba a su abuela con cariño recordando viejos momentos.

-Nosotros también nos alegramos de vivir aquí con ustedes – habló Max, quien tenía a Livia en brazos – Nunca pensamos en que llegaríamos a tener una abuela como usted y yo mucho menos me imaginé que tendría una hermana de mi misma edad – sonrió Max observando directamente a Kamie.

-Gracias a ustedes la casa esté llena de vida y quiero que sigan siendo unidos y que se cuiden los unos a los otros... - antes de que Marie comentara algo más la puerta sonó y tanto Kamie como Max bajaron a recibir a los invitados. Marie tomo a Santiago y Livy y los llevó a su habitación para que durmieran con ella.

Lindo y Kamie se acomodaron juntos en el sofá de la sala, habían rentado unas películas de terror para mantenerse despiertos a la espera de Max y Sara , ambos estaban concentrados en la película cuando de pronto la pequeña Livia llegó llorando y se tiró en brazos de su hermana, cuando estuvo un poco más calmada comenzó a hablar.

-Kai, Kai – dijo entre sollozos.

-¿Qué sucede Livy? – Kamie la abrazaba de manera protectora.

- La abuelita no respira – cuando esas palabras salieron de la boca de la niña, Kamie sintió que el mundo se desboronaba, rápidamente le entrego a Livia a Lindo para salir corriendo al cuarto de su abuela, Lindo la siguió con la niña en brazos. Al entrar unas lágrimas salieron de los ojos tanto de Kamie como Lindo, Marie estaba sobre la cama con los ojos cerrados como si estuviera dormida y junto a ella descansaba el pequeño Thiago, Kamie se apresuró a tomar al pequeño en sus brazos para llevarlo a su habitación, cuando Livia comenzó a hablar.

-La abuelita nos estaba contando una historia y nos quedamos dormidos, cuando desperté la intente despertar pero... ¿se pondrá bien? - la niña comenzó a llorar sabiendo la respuesta – Lindo la abrazó y la llevó junto con Kamie a la habitación de Thiago.

Kamie tras dormir a sus hermanos, se fue rumbo al cuarto de su abuela y Lindo pudo observar en los ojos de Kamie el vació y la tristeza de haber perdido a su segunda madre. Lindo se separó de Kamie y llamó tanto a Max como a Andrés, el primero le aseguró que llegaría lo más rápido posible y el segundo aseguro que llegarían mañana en la mañana, después llamó a su madre para que los acompañara. Media hora después Max entró junto con Sara y se fue directo al cuarto de su abuela para persuadir a Kamie de descansar un poco, Lindo y Sara esperaron a Liliana en la sala para dejar a sus hermanos con su dolor. Cuando Liliana llegó se hizo cargo junto con Max de todos los preparativos para el funeral, Lindo ingresó nuevamente al cuarto de Marie y observó a Kamie dormida a la par de ella, los ojos de Lindo se llenaron de lágrimas y comenzó a llorar mientras cargaba a Kamie hasta la habitación de ella y susurraba.

-Mi pequeña princesa cuanto me gustaría que no sufrieras, me ofrezco como voluntario para soportar el dolor de ambos – al llegar a su habitación la dejo sobre la cama y en un impulso la beso, cuando estaba por dejarla dormir tranquila ella lo tomo de la mano.

-Quédate conmigo Lindo no me abandones – Kamie había dicho eso entre sueños y con el rostro lleno de lágrimas. Lindo se hizo campo en la cama mientras lloraba y le acariciaba el pelo.

Toda una vida para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora