Capítulo 5

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Realmente ciento muchísimo la tardanza TnT soy una pésima persona. He tenido mucho trabajo, pero ya en una semana me libero y podré ser más puntual...espero...

Bueno, este capítulo me costó algo de trabajo, y recién lo terminé, lo tienen aquí recién salido del horno bien calentito :3 Así que, si hay algún errorcito por ahí dispénsenme.

Y bueno... Pues espero que les guste jeje

-.-.-.-.-.-

—Descansaremos un momento, ¿te parece?—Le dijo a su yegua al tiempo en el que se bajaba de la montura junto a un pequeño riachuelo de agua clara—. Debemos apresurarnos, le dije a Hipo que volveríamos para el amanecer—Llegaba un momento en el que no se sabía si hablaba con Tormenta o con ella misma, algo que había aprendido de su hermana y de lo cual era inconsciente—. El lugar al que vamos no está muy lejos... Solo espero que sigan ahí—Murmuró esto último con preocupación recordando la última vez que los vio.

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— ¿Están bien?—Les preguntó una voz femenina, voz que pertenecía a una joven de cabello rubio de su misma edad la cual se encontraba junto a su ahora inconsciente atacante...

—S-sí—Musitó el joven con miedo sin dejar de abrazar a su compañera.

— ¿Quién eres?—Preguntó con atrevimiento la chica separándose de él.

—Yo...

Pero no pudo terminar con su presentación, pues justo en ese instante el sujeto que supuestamente estaba inconsciente comenzó a despertar llamando la atención de los tres adolescentes.

Mientras ambos jóvenes se alejaban con temor, la chica que anteriormente les había salvado recuperó su posición defensiva tomando con fuerza el hacha con la cual había noqueado al hombre.

Mientras ambos jóvenes se alejaban con temor, la chica que anteriormente les había salvado recuperó su posición defensiva tomando con fuerza el hacha con la cual había noqueado al hombre

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—Cuando yo les diga, corran—Ordenó.

—No tenemos por qué hacerte caso—Replicó la otra chica.

—A menos que quieran morir será mejor que me escuchen—Recalcó aplicando más fuerza al agarre de su hacha.

—No puedo discutir en contra de eso—Mencionó el joven de apariencia similar a su compañera.

Antes de que cualquiera lograra replicar algo más el hombre se puso de pie de manera espontánea tomando la espada que anteriormente había dejado caer al suelo justo antes de desplomarse, avanzó con velocidad e ira hacia los tres, dispuesto a acabar con ellos.

— ¡Salgan de aquí!—Les ordenó lista para atacar a su oponente.

Pero eso no fue necesario. Pues frente a ellos el hombre volvió a caer justo después de dejar escapar un alarido lleno de dolor. En su espalda una flecha se encontraba incrustada y de la herida que dejó esta comenzaba a salir sangre sin parar manchando su túnica de color carmesí.

La Última EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora