Capítulo 16

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DV reportándose con un nuevo capítulo, este capítulo es oficialmente (hasta ahora) el más largo, se lleva la corona con 30 paginas XD ok ya...

Como siempre, quiero disculparme por la tardanza u.u ya saben cómo soy y todos los problemas técnicos que me cargo XD

En fin, antes de que comiencen a leer hago una pequeña aclaración: ¿recuerdan que al principio de esta historia utilizábamos nuestro ya conocido separador para cambiar de la perspectiva de Hipo a la de Astrid y viceversa? Yo espero que sí porque aquí lo retomaremos, todo ocurre en el mismo lugar al mismo tiempo, pero, para que la situación no sea tan confusa, utilizaremos ese separador para hacer la lectura un poco más fácil. Bueno, eso es todo, ahora sí que disfruten la lectura.

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El puerto se encontraba tranquilo, no había mucha gente circulando por él, solo un par de pescadores descargando sus pequeños barcos de pesca. Parecía que nada podría perturbar la tranquilidad de ese lugar, pero estaban equivocados; si bien el lugar estaba tranquilo, todos vivían con temor, en especial ese día.

El puerto entero estaba repleto de hombres de Drago para "asegurar" el nuevo cargamento, esos hombres ponían nerviosos a todos los que ahí vivían, principalmente porque sabían que si cometían el más pequeño error esas personas los "castigarían"; pero así era ahora la vida en Berk y el miedo que infundían en todos era tan grande que nadie se atrevía a alzar la voz, al menos no hasta que su "salvador" lo hiciera con ellos.

—Hay algo que nunca entenderé—Mencionó Hipo desde su posición—... ¿por qué traer cargamentos importantes por aquí sí está el puerto de Ciudad Hooligan?

—Intentan provocarnos—Respondió con simpleza Astrid.

Ambos se encontraban ocultos en unas ruinas de una casa abandonada no muy lejos del puerto, lo más probable es que esa casa fuera destruida durante alguno de los ataques que Drago propinó al reino en su intento de invasión y por eso ahora estaba abandonada, algo que era aprovechado por ellos ya que la utilizaban como punto de observación.

—Lo entiendo de esta ocasión, pero ¿qué me dices de las anteriores?—No es que no lo entendiera, solo estaba harto del silencio que había entre ambos y buscaba algún punto de conversación para aminorar la espera, el problema es que la rubia no parecía captar sus intenciones y, si lo hacía, no estaba dispuesta a seguirle la corriente.

—Una advertencia—Respondió después de pensarlo por un momento—, para todos, sobre lo fuerte que se hace Drago y el error que cometerían al enfrentarlo.

—Mensaje recibido—Bromeó—. Y lo responderemos de la misma manera—Sentenció con seriedad.

Los minutos pasaron y ya era medio día, ¿cuánto más podría tardar en llegar el cargamento?

Estar ahí sin hacer nada era un fastidio, Hipo no entendía como Astrid podía estar tan tranquila, él no soportaba no hacer nada.

Pero su "salvación" llegó pronto.

Un barco, completamente diferente a los que conocían, llegó al puerto y ancló en él.

No parecía un barco de carga, más bien parecía un galeón de guerra; era realmente enorme. La cubierta estaba completamente despejada, a excepción de un par de hombres de extrañas armaduras de hierro y ¿huesos?... ¿armaduras de huesos? ¡Eso era una locura! Y era mejor no pensar mucho en eso.

Ese barco infundía cierto miedo, los bordes tenían púas de hierro y las velas, enormes con una insignia nada común: un especie de puño en llamas, según lo que Hipo pensó mientras, mentalmente, hacia un dibujo de esa insignia para después investigar un poco más.

La Última EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora