Capítulo 19

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¡Volví! Lamento la demora, tengo tantos pendientes con la universidad y la mudanza en la que estoy metida que se me va el tiempo de las manos. Pero en fin, he aquí el capítulo e.e espero les guste, a mí no me termina de convencer, solo el final e.e que sé que a muchos les gustara... en fin...

Nos leemos al final.

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En cuestión de minutos el Speed Stinger desapareció entre la oscuridad, no podían arriesgarse a ser descubiertos si encendían antorchas. Atravesar esa área rocosa había sido todo un reto, por suerte, esta vez lograron salir ilesos.

Y en cuanto el barco se perdió en la lejana negrura, el silencio se apoderó de la cueva oculta, sumiendo en sus pensamientos a cada uno de sus ocupantes.

Tan solo esperaban que Kaira tuviera razón sobre el tiempo que tardarían en regresar, Berk no podía permanecer por más tiempo en esa situación y ellos no podían hacer mucho solos; necesitaban ayuda y, si lo que Kaira había dicho era cierto, pronto tendrían toda la ayuda que necesitaban, un ejército completo con el cual hacerle frente a Drago y vencerlo.

Ese tipo de pensamientos y la información proporcionada por la pelirroja, fueron los que avivaron sus esperanzas y les regresaron las fuerzas para seguir luchando. No se rendirían ahora que parecían tener verdaderas oportunidades de ganar.

Habían aprendido que, por más difícil que parezca la situación, siempre se puede encontrar una solución. La esperanza es lo último que muere, y ellos eran la esperanza de todo el reino.

—Bueno, creo que lo mejor será ir a descansar—Habló Patapez llamando la atención de todos tras el eterno silencio en el cual habían permanecido durante todo ese tiempo.

El pequeño campamento ya había sido terminado de preparar, tenían provisiones necesarias para sobrevivir al menos unas tres semanas; esperaban que para entonces la tripulación volviera, sino, tendrían que ingeniárselas para conseguir más alimento; además, tenían una carpa predispuesta para el descanso de Hipo, ya que este necesitaba de un descanso más seguro y privado; y ahí mismo tenían guardadas algunas armas y ropas extra para todos. Para el resto se habían predispuesto mantas y sacos de dormir. Realmente parecía un campamento y, de no ser por la situación, sería disfrutado por todos.

—Tienes razón—Fue Hipo quien habló ahora apoyando a su amigo, su voz podía escucharse agotada y las marcas negras bajo sus ojos demostraban su cansancio.

A pesar del breve tratamiento que le habían dado, del descanso durante el día y el alimento, el castaño aun resentía los efectos del veneno que ya comenzaba a salir de su sistema. Su herida no había sido suturada, esto porque no había sido considerado necesario debido al daño en los músculos; la chica que lo atendió lo consideró riesgoso y, por ende, innecesario, aunque claro, tampoco se suponía que Hipo debiera hacer muchos esfuerzos, al menos no hasta que la herida comenzara a cicatrizar.

—Te acompañaré—Se ofreció rápidamente Astrid aproximándose hasta donde él estaba sentado para ayudarlo a ponerse de pie y llevarlo a descansar.

El resto no tardó en seguirlos, cada uno buscando el mejor sitio de la cueva para descansar. En cuestión de minutos todos se dejaron consumir por el cansancio, brindándole al lugar una profunda quietud irrompible.

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Aun no amanecía, lo más probable es que hayan pasado un par de horas desde que todos se fueron a dormir, o al menos la mayoría lo había hecho...

La Última EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora