Capítulo 25

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DragoViking ha vuelto con un nuevo capítulo de este fic :D vamos, no pueden odiarme, esta vez no tardé tanto e.e y aun así lo siento, me he dejado llevar demasiado con "The Furies", pero bueno...

Espero que disfruten este capítulo, es corto a comparación de los anteriores y un poco más ligero.

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Se dejó caer de rodillas junto a ella, sentía como su cuerpo temblaba por el miedo y la desesperación al ver como permanecía inmóvil y sangrante sobre el suelo.

Cuando la vio caer herida en la distancia se aterró tanto que no dudó en acabar su combate para correr a su lado. Conocía a Kaira desde hace mucho tiempo y durante los últimos años su relación se volvió más estrecha, la joven era importante para él de una manera que jamás creyó posible y encontrarla ahora débil, herida y frágil solo ocasionaba en él un revuelo de emociones incomprensibles.

—Kaira—llamó jadeante sujetándola con cuidado y acostándola sobre su regazo, temiendo que el más mínimo movimiento pudiera agravar su estado—, despierta por favor.

El azabache sintió como la sangre que emanaba de su herida comenzaba a empaparle la ropa dejándole una sensación tibia y pegajosa.

La espada que la atravesó yacía ahora en el suelo junto a la mano ensangrentada que ella usó para retirarla en un acto impulsivo que él reprochó mentalmente, había conseguido que el daño incrementara y ahora la vida se le escapaba con mayor rapidez.

—No puedes rendirte—insistió acunando su rostro con una de sus manos, notando las lágrimas que manchaban sus mejillas—, ¡aún no hemos ganado!

Como si fuera una confirmación a sus palabras, los estruendos de la batalla se hicieron presentes con fuerza alertándolo sobre el peligro inminente en el que aún se encontraban.

Alzó la mirada y con la mano libre empuñó su espada listo para atacar a quien sea que se acercara, pero eso no fue necesario, pues antes de que él pudiera hacer algo los enemigos que habían comenzado a rodearlos cayeron al suelo con flechas incrustadas en sus cuerpos.

— ¿Qué demonios...?—murmuró sorprendido y sin bajar la guardia.

Frente a él comenzaron a aparecer varios guerreros encapuchados con los arcos alzados y porte amenazante. Por un momento temió que fueran tras él, pero luego comprendió que habían sido ellos los responsables de salvarlos momentos atrás.

—Aseguren el lugar y ayuden a todos los aliados que encuentren—dijo entonces una mujer de cabello corto y rubio que vestía una reluciente armadura negra.

Su confusión aumentó al ver como los guerreros vestidos de negro desenfundaron sus espadas y se dispersaron entre el campo de batalla tal y como la mujer ordenó.

— ¿Quiénes son ustedes?—logró preguntar aferrándose al cuerpo de la pelirroja, como si esta en cualquier momento pudiera desaparecer.

La rubia se giró para encararlo, sus penetrantes ojos verdes parecieron analizarlo por unos segundos antes de responder.

—Soy Mala, líder de los Defensores del Ala—se presentó con aire de autosuficiencia, irguiéndose en su sitio como la líder que decía ser—. Estamos aquí gracias a ella—señaló a la chica inconsciente en su regazo.

— ¿Pueden ayudarla?—se apresuró a preguntar, dejando de lado todas las otras dudas que persistían en su mente.

Mala se acercó con cautela apoyándose sobre una rodilla para poder estar a su altura, examinó con la mirada la herida y, tras meditarlo por un momento que para él pareció eterno, se giró hacia el único guerrero que, al igual que ella, mantenía su rostro descubierto.

La Última EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora