Capítulo 18

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¡Ya llegué! ¡No me maten! Tardé mucho, lo sé, pero vean el lado bueno... ¡les traje mega capitulo! Son 39 páginas u.u

En este capítulo aclararemos algunos puntos que quedaron en espera desde que la historia inició e.e es un tanto ligero en cuanto a acontecimientos, pero creo que les gustará... la verdad a mí me ha encantado como quedó XD aunque algunas cosas me encantarían mejorarlas u.u

-.-.-.-.-

Sus manos, al igual que su vestido y el suelo, estaban teñidas por el líquido carmesí que había escapado de la herida que desesperadamente intentó detener.

¿Ese era el fin? ¡Imposible!

Veía con horror los estragos de la escena que había protagonizado junto a su hermano y Drago Bludvist. Lo peor de todo era que ese hombre no quiso continuar y acabar con su dolor, prefirió marcharse dejándolos solos en la habitación.

— ¡Princesa!—Escuchó gritar a los guardias cuando por fin lograron entrar a la habitación, pero ella no les prestó atención.

Sus voces se escuchaban tan lejanas, su mirada permanecía perdida en la sangre que había entre sus manos temblorosas hasta que su visión comenzó a nublarse y todo se tornó oscuro. Aun podía escuchar los llamados de los guardias, pero eran tan lejanos y poco a poco se fueron desvaneciendo al igual que ella en medio de la oscuridad...

*O*O*O*

— ¡Ahora me obedecerán a mí!—Gritó el hombre frente a todos los guerreros y aldeanos que se habían acercado al castillo.

El horror se apoderó de la mirada de todos, aunque eran Berserkers y la sed por la guerra corría por sus venas, sabían que esa guerra no la podrían ganar. ¿Estaban solos ahora?

Quizás en esta ocasión no podían ganar, pero los Berserkers no se rendían tan fácilmente; por eso se tragaron su orgullo y se inclinaron ante su nuevo "líder" ofreciéndole respeto y lealtad, al menos hasta que todo indicara que podían revelarse ante él.

— ¡BERSERK ME PERTENECE!—Exclamó Drago Bludvist alzando la espada ensangrentada para que todos la vieran.

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Ya habían pasado varios días desde que fueron encerrados y nada había mejorado, mucho menos el estado de Hipo, que por fortuna había superado los dos días que Astrid dijo que soportaría. El castaño pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo, eran pocos los momentos en los que se mostraba consciente y hablaba con el resto para no preocuparlos; la fiebre había disminuido, pero el dolor seguía atormentándolo; tanto él como el resto sabían que debían salir de ahí cuanto antes si querían que él sobreviviera... pero no era tan sencillo, mucho menos si la única persona que parecía tener un plan no les decía nada...

— ¡La cena!—Gritó el guardia lanzando trozos de pan al interior de las celdas para después volver a su lugar junto a la puerta, eso era lo único que los hacía saber cuánto tiempo pasaba, el guardia solo les daba de "comer" en la noche.

A pesar de lo viejo del pan todos tomaron un trozo para comer, todos menos Astrid pues estaba inmovilizada.

— ¿Quieres que te ayude a comer?—Sugirió con voz cómica Brutilda pues era quien más cerca estaba de la otra rubia.

Pero la Burglar negó tal y como lo hizo las noches anteriores.

—Repartan mi parte entre ustedes—Dijo la chica sin darle mucha importancia.

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