Capítulo 9

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Las palabras de ese joven seguían retumbando en la mente de ambos. ¿Realmente estaba ahí, ofreciéndose para luchar a su lado en esta guerra aparentemente interminable? ¿Cómo saber que era cierto y no un engaño? ¿Había acaso una forma de saberlo?

— ¿Cómo sabemos que lo dices en serio?—Fue Astrid quien decidió hablar con el fin de aclarar sus dudas.

Hipo, por otro lado, le dirigió una mirada acusadora a su amiga rubia; él sabía que la chica podía ser un poco desconfiada, pero no podía culparla, era una Burglar después de todo y él sabía que ellos podían llegar a ser así, desconfiados, dispuestos a no avanzar ni un solo centímetro de su lugar hasta no tener pruebas de que las razones para hacerlo sean correctas. Pero también sabía que, en esta ocasión eso no era necesario. El chico frente a ellos había realizado el juramento de lealtad y lo había hecho por ellos, no existía prueba más clara y real que esa.

—Astrid—Le llamó después de su pequeño debate mental—, podemos confiar—Aseguró.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro?—Indagó dirigiendo su mirada ahora a él.

—Hizo juramento, Astrid—Trató de explicar.

— ¿Y eso qué?—Regresó ella—. Si mal no recuerdo tú me dijiste que hubo un hombre que hizo el mismo juramento con tu padre y al final lo traicionó.

 Si mal no recuerdo tú me dijiste que hubo un hombre que hizo el mismo juramento con tu padre y al final lo traicionó

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Alvin, fue Alvin "el Traidor". Era cierto, él le había hablado sobre eso, le había contado como ese hombre se había hecho pasar por el mejor amigo de su padre y como terminó traicionándolos; y, que de no ser por Thorey, jamás lo habrían descubierto.

Pero este chico, Patapez, no era como Alvin. No sabía explicar por qué, solo sentía que podían confiar en él; tal vez fue la forma en la que se dirigió a ambos, o lo que los gemelos les contaron, pero algo le decía que podían confiar, que él era amigo y que realmente estaba ahí para ayudarlos.

—Es diferente—Murmuró con la mirada baja, recordarlo le había dejado un mal sabor de boca.

Diferente. ¿Realmente era diferente?

¿Qué tal que se equivocaba? ¿Y si se estaba dejando llevar por lo que creía correcto? ¿Y si Astrid estaba en lo correcto? Aun con todas las dudas que crecían en su interior había algo de lo que realmente podía estar seguro, y eso era el arriesgarse, solo había una forma de averiguar si sus sospechas eran correctas, si realmente se podía confiar, y era un riesgo que él estaba dispuesto a tomar.

—Escuchen—Llamó su atención el chico aun arrodillado frente a ellos—, sé que no tienen ninguna razón para confiar en mí y creer en lo que les digo. Pero, si me dan una oportunidad, puedo demostrárselos—Y sin recibir una respuesta afirmativa llevó dos dedos de su mano izquierda hasta sus labios para así ayudarse a silbar de forma fluida.

El silbido resonó en todo el lugar hasta que, desde la parte trasera del pequeño "jardín" de la cabaña, se escuchó como respuesta un rápido trotar de alguna criatura aproximándose.

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