La tormenta había durado dos días, en los cuales el grupo permaneció en encierro total hasta que el clima mejoró tras terminar la tormenta.
Esos dos días habían sido realmente difíciles para todos, por un lado los gemelos no habían dejado de moverse de un lado a otro, gastándole bromas al resto como excusa de su "aburrimiento"; y por el otro, tenemos a Hipo y Astrid, que, junto a Patapez, se preocupaban por el insoportable dolor que sufría el primero a causa del intenso clima.
Por fortuna ya todo había terminado. El sol había comenzado a calentar nuevamente, derritiendo poco a poco la nieve y el hielo que la terrible tormenta había dejado tras su paso; el cielo ya se encontraba despejado, sin un indicio de nubes cerca y el viento frio había dejado de soplar, desapareciendo casi por completo. Sí, definitivamente ya podían respirar con tranquilidad y salir de su encierro.
Y tal y como lo habían acordado, era momento de que Hipo y Patapez partieran para cumplir con su tarea de conseguir el material necesario para crear las nuevas bombas; algo de lo que aun Astrid no estaba muy convencida de permitir. Pudo haber insistido en ir con ellos, pero no lo hizo, no solo por el hecho de que Hipo le explicaría una y mil veces que si lo hacía los gemelos se quedarían solos y ocasionarían problemas, sino también porque era así como demostraría que realmente confiaba en sus capacidades y también en Patapez.
Fue por eso que aceptó, a regañadientes, todas las condiciones de Hipo; aunque claro, ella también aportó algunas, como el ocultar entre sus ropas la Ninjatō que meses atrás ella le había dado y el estar de vuelta para el amanecer del día siguiente o ella personalmente iría a traerlos a rastras de ser necesario; condiciones que él también tuvo que aceptar, por su propia seguridad...
—Prométeme que tendrán cuidado—Pidió con ojos suplicantes.
—Lo prometo—Sonrío él como respuesta antes de subir al lomo del caballo negro y partir junto a su amigo regordete ante la mirada poco tranquila de la rubia y los gemelos.
—Sigo sin entender por qué ellos van y nosotros no—Comentó después de un rato en silencio la gemela.
—Eso es porque ustedes siempre nos atrasan—Respondió Astrid dando media vuelta para comenzar a alejarse de ambos.
—Hermano necesitamos conseguirnos un caballo—Dijo Brutilda con ilusión al entender el porqué de la respuesta de Astrid.
—Si—Murmuró Brutacio de igual forma—. O mejor un dragón—Mencionó con entusiasmo siendo reprendido por su gemela.
— ¡Idiota!—Le regañó después de golpearlo—. Los dragones no existen.
— ¿Quién lo dice? —Respondió él mientras sobaba la zona afectada.
—Lo digo yo—Respondió ella desafiante.
— ¿Y quién eres tú para decirlo?—Continuó él provocando una mirada furiosa en su hermana y obteniendo un nuevo y más fuerte golpe comenzando así una nueva pelea entre ambos.
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La Última Esperanza
FanfictionElla es la última del clan Burglar. Él es el heredero de un reino caído. Ella busca venganza por la derrota de su gente y por la muerte de su hermana. Él busca venganza por la destrucción de su reino y la muerte de sus padres. Ella le salvó la vida...