Capítulo 17

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¡Han pasado 84 años! xD ok no... lamento muchísimo la tardanza, ya saben que tenía problemas por no tener computadora, ¡pero ya se resolvió! Ya tengo de regreso a mi vieja, confiable y caprichosa computadora XD

Ok ya, este capítulo es un tanto más ligero que el anterior, pero eso no le quita lo significativo, creo que con él podrán aclarar algunas dudas... En fin, no diré más, todos estamos ansiosos por este capítulo, así que...

Disfrútenlo.

El constante movimiento agitado fue lo que la despertó; estaba aturdida y tuvo que ajustar su vista a la poca luz que había. Se encontraba en un carruaje completamente cerrado de paredes de madera, sus manos y pies estaban encadenados y, lo que era más inquietante, no estaba sola...

Ahí, frente a ella, sus amigos y Kaira se encontraban en sus mismas condiciones.

—Vamos a morir...—Susurraba con desesperación Patapez temblando en su lugar—, vamos a morir—Repetía una y otra vez.

—Si morimos—Dijo de repente el gemelo—, quiero que lo último que vean mis ojos sea a mi gallina, ¿creen que esos sujetos puedan concederme ese último deseo?—Cuestionó esperanzado, aunque claro, nadie le respondería.

— ¡Vamos a morir!—Exclamó Patapez ignorando al gemelo.

— ¡Ya cállense los dos!—Reprendió la pelirroja con frustración—, me dan dolor de cabeza—Se quejó—. NADIE va a morir—Dijo para intentar calmarlos a todos.

— ¿Cómo puedes estar tan segura?—Gimoteó Patapez.

—Porque de eso depende que Drago sea derrotado—Contestó la chica con mirada sombría.

Estaban tan sumidos en su discusión que hasta el momento no habían notado que ella ya se encontraba consiente y, aunque le desagradara, debía admitir que Kaira era buena para manejar a sus amigos, pero eso no hacia desaparecer ese sentimiento de molestia que tenía hacia ella.

— ¡Astrid, despertaste!—Dijo de repente la gemela sacándola de sus pensamientos, parece que alguien al fin se había dado cuenta de que se encontraba despierta.

—Ya era hora—Se quejó Brutacio mientras relajaba su cuerpo y se recostaba contra la pared de madera.

— ¿Dónde está Hipo?—Fue lo primero que dijo, su voz se sentía débil y su garganta estaba tan seca que le dolía.

—Tranquila, él está bien—Le respondió Kaira señalando al chico inconsciente en el suelo de madera frente a Patapez.

Hasta ese momento no había notado la presencia del castaño y tampoco que el rubio se encontraba libre de manos.

—En realidad...—Comenzó a decir el chico regordete, más cuando la pelirroja le dirigió una mirada asesina prefirió no continuar.

—Patapez...—Gruñó Astrid siendo ahora ella quien le dirigía una mirada asesina.

¡Vaya situación en la que se encontraba!

— ¡Él está bien!—Dijo con rapidez—, pero perdió mucha sangre—Agregó nervioso—, detuve el sangrado con un torniquete, pero eso no servirá de mucho si la herida se infecta.

Sin duda no era bueno, para nada era bueno.

Pero... ¿qué podía hacer ella?

—Todo esto es su culpa—Murmuró con la mirada sombría, mirada que por escasos segundos se concentró en la pelirroja frente a ella.

La Última EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora