Capitulo 8

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A Sarah se le cayó el alma a los pies al escucharlo hablar.

- ¿Qué... qué dijiste? –balbuceo incrédula.

- No nos saquemos la suerte entre gitanos –le dijo con desprecio.

Se sintió asqueada, trató de incorporarse para salir de la cama, pero Kendall rápidamente se puso sobre ella aprisionándola.

- Pero no lo volverás a ver, puedes estar segura de ello. Porque que te quede claro, eres mía, y lo que es mío nunca lo comparto –le dijo fríamente.

Ella sintió un nudo en la garganta y los ojos se le llenaron de lágrimas por la humillación, pero se contuvo, no se iba a derrumbar frente a él, no le iba a dar ese placer. Al fin conocía al verdadero Kendall Salvatore, al que todos temían en los negocios por su carácter frío y calculador, él cual siempre conseguía lo que se proponía a cualquier coste, pero nunca pensó que se comportaría de igual manera con ella en una situación como aquella.

Kendall se acostó al lado de ella, por lo que Sarah aprovechó para poder irse pero Kendall no se lo permitió.

- No chiquita tu no te vas a ir, desde hoy éste va hacer tu lugar –dijo aprisionándola entre sus brazos, antes de caer profundamente dormido.

Ella se quedó un par de horas quieta para asegurarse de que él dormía profundamente. Kendall ni siquiera se había dado cuenta de que ella era virgen, pensó, incluso se digno a acusarla de estarse acostando con Joe. El ladrón cree que todos son de su condición, se dijo con tristeza. Sé libró cuidadosamente del brazo de Kendall, se incorporó en la cama quedándose sentada y cubriéndose el cuerpo desnudo solamente con la sabana. Había sido un estúpida al creer que Kendall pensara que lo que pasó entre ellos fuera algo más que simplemente sexo.

Recordó el por que le había pedido a Kendall que se separaran, recordó las fotos que había recibido esa mañana, las cuales habían sido la gota que colmaba el vaso. Desde hacía dos años, a días de haberse casado, recibía constantemente fotos en forma anónimas, las cuales mostraba a Kendall con un sin numero de mujeres. Esa había sido la forma en la cual se enteraba de las distintas mujeres con las que estaba su esposo.

Las últimas fotos que había recibido esa mañana, mostraban a Kendall y a una rubia con porte de modelo a la cual no se le podía ver la cara, pero la había reconocido al instante, se trataba Brittany Dubo, la última conquista de su esposo. Aunque ya hacía semanas que estaba enterada de esa relación, el verlos en esa foto tan cariñosos, se había dado cuenta que él nunca cambiaría, siempre impondría a otras mujeres sobre su esposa.

Un estremecimiento recorrió todo su cuerpo, con cuidado se levantó de la cama y comenzó a buscar su ropa la cual estaba tirada en el suelo de la habitación. Al intentar recoger el sujetador chocó con la mesita de noche, haciendo caer el contenido de ésta. Dirigió una rápida mirada hacia Kendall y se relajó al comprobar que él seguía profundamente dormido.

Se apresuró a recoger las cosas que se habían caído, lo cual eran en su mayoría algunos libros, pero la llamó la atención uno, en el cual sobresalía una fotografía.

Dejó los demás libros que había recogido sobre la mesa de noche y con cuidado tomó el que le llamaba la atención. Al sacar la fotografía se topo con un rostro que le era demasiado conocido, en ella aparecía una sonriente Ana. Dejó caer la fotografía como si ésta le quemara, pero al hacerlo se dio cuenta que había una dedicatoria por la parte de atrás. La recogió con sus manos, las cuales temblaban.

-Con todo mi amor, siempre tuya Ana.-

Esa foto demostraba que Kendall seguía amando a su ex prometida, y aunque ésta estuviera muerta nunca dejaría de hacerlo, por algo a pesar de todos los años que habían pasado él seguía guardando recuerdos de ella. Era imposible luchar contra su fantasma. Se secó con rabia las lágrimas que caían de sus ojos.

Tenía que irse de ahí, ir a un lugar donde Kendall no pudiera encontrarla, era la única manera de poder encontrar la paz que necesitaba y también lograr olvidarlo. Se vistió rápidamente y sin hacer ningún ruido, cuando estuvo lista salió de la habitación si mirar atrás. Ya en su habitación guardó en una pequeña maleta solamente lo necesario, cuando estuvo lista llamó a un taxi, al cual esperó a la entrada de la casa para que ni Kendall ni el personal doméstico se dieran cuenta de su huída.

No podía ir donde sus padres, ya que lo más seguro es que cuando Kendall se diera cuenta de que se había ido iría a buscarla ahí. Pensó en donde ir, no quería involucrar a nadie, ya que sabía que Kendall se podría vengar de la persona que la ayudara.

Lo único que esperaba era no haber quedado embarazada, ya que ni Kendall ni ella usaron protección, porque si lo estaba le iba a costar mucho más salir adelante sola.

- Señorita adonde la llevo –le pregunto el taxista.

- A la estación de autobuses –ya había decidido adonde iría.

Al bajar del taxi decidió deshacerse de su celular y romper sus tarjetas de crédito para que de esa manera Kendall no pudiera rastrearla. Por último contempló su anillo de matrimonio, se lo quitó y lo guardó en su bolso, desde ese día comenzaría una nueva vida, lejos de Kendall y de todo lo que le pudiera hacer daño.


AmandoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora