Capitulo 20

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Ya era de noche, la mayor parte de los invitados habían llegado, Sarah estaba nerviosa ya que era la primera vez que aparecía en público junto a Kendall después de meses. Se había puesto un vestido azul corte imperio que le llegaba hasta la rodilla, el cual le sentaba bien para sus siete meses de embarazo.

Bajó las escaleras con sumo cuidado, aún estaba un poco inquieta por lo que había pasado esa tarde, pero no había querido suspender la fiesta. Se dirigió hacia el salón en donde se haría la recepción, Kendall la estaría esperando a la entrada, en eso habían quedado. A medida que se acercaba al salón le sorprendió el silencio que había, ya que se suponía que la orquesta debería estar tocando para amenizar el ambiente.

De pronto sintió como un extraño sentimiento de angustia se apoderaba de ella, tenía el presentimiento de que algo estaba pasando. Pero aún así siguió caminando a paso lento. Tomo aire antes de entrar a la habitación, le extrañó que Kendall no la estuviera esperando, pero se dijo que estaba siendo paranoica y que nada empañaría esa noche y con una gran sonrisa entró al salón donde la esperaban todas las personas, pero esta sonrisa le quedó congelada en la cara al ver a la mujer que se encontraba en el centro de la habitación, la cual era observada con incredulidad y sorpresa por todos los invitados.

Ella sentía los pies pegados al suelo, era como si todo pasara en una especie de cámara lenta frente a ella, cuando creía que las cosas estaban mejorando, pasaba esto. Nadie parecía notar su presencia, todos estaban pendientes de la mujer que creían muerta.

Ana Dal Monte seguía siendo tan hermosa como en las fotos que había visto de ella, claro que ahora se veía mayor, ya que debería tener unos veintinueve años en la actualidad, seis años menos que Kendall que tenía treinta y cinco, pero eso solamente acentuaba su belleza.

Al ver la expresión de angustia de Kendall observando a su ex prometida, sintió que perdía hasta el último pedazo de su alma, ya ni siquiera sentía los latidos de su corazón, era como si estuviera muerta en vida.

- Ana... ¿eres tú? –inquirió Kendall con voz ronca.Ella hizo una mueca de dolor al escuchar a su esposo tan ansioso.

- Sí, amore, soy yo al fin he vuelto –dijo Ana con voz temblorosa y ojos brillantes por las lágrimas.

Sarah ya no pudo aguantar más y salió corriendo antes que alguien se diera cuenta de su presencia. Salió de la casa sin importarle que hubiera comenzado a llover y ella no llevara ni siquiera un abrigo, nada le importaba, lo único que quería era desaparecer junto a su hijo. Estaba a punto de abrir la puerta de su carro pero alguien la detuvo tirando de su brazo, y antes de poder hablar se vio envuelta por unos brazos.

Lo abrazó con fuerza, pero se prometió no llorar, no se derrumbaría hasta estar completamente sola.

- Ssshhh... –le dijo él al oído- tranquila...

- Ella era... -dijo con voz débil.

-Si, pero trata de tranquilizarte, esto no le hace bien al niño –Joe la separo de su cuerpo para poder ver su rostro, pudo ver que ella no había llorado, ni siquiera había derramado una lágrima, pero en sus ojos se podía ver todo el dolor que estaba sintiendo en ese momento

- No puedo tranquilizarme, ¿por qué tenía que regresar justo ahora que las cosas entre él y yo estaban funcionando?, dime Joe ¿Por qué? –le preguntó angustiada. A Joe le dolía verla así, prefería que se desahogara llorando, gritando. Pero Sarah en ese momento estaba llevando la procesión por dentro, y eso era lo peor. Joe se sacó su saco y se lo puso a ella sobre los hombros.

- Vamos adentro te hará daño si te sigues mojando....- negó con la cabeza y se alejó de él.

- Tú la ayudaste ¿cierto? ve[KM

AmandoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora