Capitulo 30

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 - ¡Mientes! -se soltó bruscamente de él-. ¿Y todas esas mujeres con la que estuviste mientras estuvimos casados? ¿y Ana? La mujer que según todo el mundo aún sigues amando –Sarah negó con la cabeza llena de tristeza-. Ya no más mentiras por favor... ya no más.

Kendall se desordeno el cabello con los dedos lleno de frustración, sabía que no iba hacer fácil que le creyera.

- Sé que puede que no me creas pero dame una oportunidad para demostrártelo, por favor –le suplicó-. Ven conmigo para explicarte todo, para contarte toda la verdad de una vez por todas.

Sarah apretó con fuerza su bolso contra su pecho.

- No puedo, Joe me esta esperando –comenzó a empujar la carriola hacia el sector de embarque, pero Kendall fue más rápido y le impidió el paso.

- No te preocupes por Lombardi él sabe que estás conmigo.

- ¿Pero cómo?... -preguntó confundida.

- Al llegar al aeropuerto Ana se encargo de ir a buscarlo y explicarle todo.

Al escuchar el nombre de la mujer se tensó nuevamente, Kendall al notarlo inmediatamente se explico.


- No tengo ninguna relación con ella, y no pienso tener salvo una linda amistad, nada más. Ya no la amo, a la que si amo es a mi esposa.

Negó con la cabeza.

- Ya no tienes esposa, recuerda que nos divorciamos.

- No –ahora fue el turno de Kendall de negarlo pero con una sonrisa-. Aún seguimos casados, yo nunca firme el divorcio.

Ellase quedó callada, ya no sabía que creer estaba totalmente confundida.


- Sarah por favor ven conmigo, si después de que hablemos quieres seguir adelante, sola con tu vida yo no te detendré, pero dame esta última oportunidad, hazlo por nuestro hijo.

Bajó la mirada hacia su hijo, él cual seguía mascando su juguete de goma, totalmente ajeno a la tensión que había entre sus padres.

De pronto recordó las palabras que le dijo Joe solamente algunos minutos atrás "si te toca elegir hazlo con el corazón, no dejes que el orgullo hable por ti" Levantó la vista y vio nuevamente a Kendall.

- Esta bien, hablemos.


Llevaban dentro del carro cerca de una hora, y por más que ella tratara de distinguir alguna pista en paisaje que la rodeaba no podía adivinar hacia donde se dirigían.

- Pensé que iríamos a tu casa –dijo finalmente.

Kendall la miró de reojo para después seguir observando la carretera.

- Si te refieres a la casa de la ciudad, la vendí.

- ¿Por qué?, siempre te gusto –dijo ella tratando de sonar indiferente, pero por dentro se alegraba que Kendall se hubiera desecho de esa casa y todos los malos recuerdos que le traían.

- Pero tú siempre la odiaste.

Sintió como su corazón daba un vuelco al escuchar que Kendall lo había hecho por ella, pero rápidamente se reprochó el rendirse tan rápido ante su esposo.

- ¿Entonces adonde vamos?

Kendall le dedico una sonrisa antes de contestar.

- Ya lo verás, es una sorpresa para ti y para Leo.

Sarah frunció el ceño, pero decidió seguir callada.

Unos treinta minutos después notó que Kendall tomaba un camino sin pavimentar y entraba a una gran hacienda.

Detuvieron el coche frente a una inmensa casa, era como en la que desde pequeña había soñado vivir.


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