Capítulo 4

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Calor. Calor. Más calor. Esto es todo lo que puedo pensar, muero de calor. Después de dos días de habérmelo pensado acepté unirme al grupo, al principio M estaba como loca diciéndome "¡Hazlo, sólo acepta!". Hubiera deseado que eso mismo dijera mi madre, pero ella estaba como "¡No puedes salir!, ¡No puedes irte!, ¡Nunca has viajado sola!" y mi padre simplemente reaccionó igual pero después de decirles que me iría sin importar su opinión solo callaron y tomaron la única salida. Aceptar.

Es claro que no les dije que sería cuidadora del aspecto físico de un apuesto hombre que se hacía llamar "El tigre" Ivanovic, sólo les dije que me ofrecieron un empleo en un club de atletas femeninas para ayudarlas a cuidar sus músculos. Por otro lado mis hermanas, Ariel y Melisa les conté la verdad y estaban más que dispuestas a guardar el secreto. Y aquí estoy, volando sobre Virginia con destino a Texas muriendo de calor.

— ¡¿Qué clase de mierda es esta?! ¡Me estoy asando Chris! Llama a la torre más cercana y dicta nuestras coordenadas, que te dejen aterrizar en la primera oportunidad para cambiar de avión— Damon grita furioso y juro que si no estuviéramos volando sobre el cielo en éste momento el iría a golpear al piloto hasta que nos bajara de éste avión.

—Como tú digas Ivanovic. Sólo tranquilízate un poco hombre—Todos aquí parecen nerviosos con su temperamento. Y vaya que los comprendo, desde que he llegado al aeropuerto sólo me dijo un "Hola" y subió al avión, desde entonces no me ha vuelto a hablar y cuando lo descubro mirándome él lo hace como si estuviera acechándome, cómo queriendo asesinarme y eso es escalofriante.

— ¿Estás bien? ¿Tienes calor? Demonios, sé que lo tienes pero obligaré a esos idiotas a aterrizar lo más pronto posible y te sacaré de éste infierno— El vuelve a hablar por segunda vez conmigo y eso me alivia, al menos sé que de su coraje no soy motivo.

— ¿Te gusta éste nuevo avión? Es más grande y lujoso—Él pregunta con voz severa. Me encojo de hombros mostrando lo poco que me interesa lo grande o lujoso.

—Supongo que está bien. De cualquier manera no hubiera muerto por subir a un avión de clase media, Damon— Le regalo una sonrisa algo fingida. No es como si su comentario me hubiera caído en pecho, pero creo que el insinúa que me interesan las cosas materiales.

El frunce el ceño en señal de disgusto, ¿Qué hice ahora?

— ¿Qué dijiste?—Espeta.

—Que yo no moriría en un avión de...— Él me interrumpe de manera grosera.

— ¡No! ¿Cómo me llamaste?—Ruge con coraje, ¿Y éste que le sucede?

—Damon—Digo con tranquilidad y lentitud, ¿Qué de malo hay que lo llamara por su nombre?

—Repítelo. Mi nombre, repítelo— ¡¿Qué!?

— ¿Cómo?—Digo bastante confundida.

—Hazlo—Ruge.

—Damon—Repito BASTANTE fastidiada.

—De nuevo—Ordena. ¿Se le ha olvidado su nombre o qué carajo?

—No sé qué juego de mal gusto sea éste pero no me está gustando nada, ¿Qué te sucede, acaso se te olvido tú nombre?

— ¡Sólo dilo! ¡¿Por qué siempre tienes que rezongar?! ¡Porque no sólo acatas las órdenes y listo!—El grita a un centímetro de mi cara, pero no me intimida en lo más mínimo, más bien, me hace poner colérica.

— ¡Porque no soy la maldita esclava de nadie para obedecer tus órdenes, DAMON IVANOVIC! ¡Tú te crees un gran hombre y...— Labios secos y duros se estampan en mis labios, impidiéndome hablar o emitir algún sonido, el aire sale de mis pulmones y el espacio se ha reducido. Me cuesta unos segundos seguirle el beso por la impresión pero cuando lo hago siento como mi estómago se ablanda y cada hueso de mi cuerpo igual. Su lengua pide permiso para entrar en mi boca y yo se lo permito. Por un momento pienso que esto no está bien, estoy besando a mi jefe a unas horas de haber aceptado el empleo, pero él fue quien comenzó, yo no lo incité a nada, así que puedo responder libremente. La sensación de su lengua con la mía es exquisita, de pronto sus manos están en mi cintura atrapándome, grandes y firmes, mientras yo pongo las mías detrás de su nuca, seguimos nuestra guerra hasta que el sonido de la azafata diciéndonos que estamos aterrizando nos separa.

Es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora