Capítulo 31

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Mi estómago esta revuelto y mi cabeza duele de una manera en que jamás me había dolido. Ya han pasado tres horas desde que Damon ingresó en una camilla, inconsciente, a la sala de emergencias. No han dado noticias de su salud, las enfermeras evaden mis preguntas diciéndome que cuando ellas sepan algo, me lo harán saber, pero no confío en ellas.

Los dedos de mis manos duelen como si estuvieran en llamas por la falta de uñas, mi pie se mueve rápidamente en un tic nervioso y mis ojos se encuentran llenos de lágrimas sin derramar.

Odio esto.

Odio que lo golpee, me duele que se gane la vida de esa manera. No debería de estar pensando esto sin embargo lo hago, lo hago con todas mis fuerzas.

— ¿Familiares de Damon Alexander Ivanovic?

Una enfermera de baja estatura habla por lo alto. Rápidamente todos nos levantamos de nuestros asientos caminando hacia ella para escuchar acerca de la salud de Damon.

— ¿Cómo esta él? —es lo primero que pregunto cuando llego a ella. Parpadeo un par de veces para que mis lágrimas no se derramen.

— ¿Son ustedes familiares o personas cercanas al paciente? —levanta una ceja y nos estudia con la mirada.

—Sí, lo somos. —Steven habla por todos nosotros y lo agradezco internamente, alguien con la cabeza despejada necesita ser quien lleve el mando.

—Bien. —ella da vuelta a la hoja y empieza a buscar con los ojos algo en ella hasta que su mirada se centra en el objetivo, carraspea y empieza a leer. —El paciente Damon Alexander Ivanovic ingresó con hematomas en la espalda, pecho, brazos y rostro. En el transcurso del chequeo médico se dio a conocer un desvío en el tabique, pero al parecer no es nada grave, todo parece indicar que es una fractura vieja. Presentó también una hemorragia en el ojo izquierdo y un pequeño colapso cerebral, lo último se estima fue a causa del fuerte impacto. Nuestros doctores han logrado sacar adelante al paciente sin ningún daño colateral. Los riesgos de que exista una secuela son nulos. Deberá guardar reposo unas horas más y será dado de alta por la madrugada, más o menos. Le vamos a proporcionar los medicamentos y el horario en que debe tomarlos.

Mi cabeza da vueltas por todos lados, mientras escucho los latidos de mi corazón en ambos oídos "pum, pum, pum". Mis ojos empiezan a gotear agua salada y busco tranquilizarme para poder hablar.

— ¿Puedo verlo? —pregunto, mordiéndome el labio inferior para que éste deje de temblar.

—Sólo una persona puede entrar. ¿Será usted? —ella me apunta con la pluma que trae en la mano. Asiento mirando a todos a mí alrededor, nadie parece molesto para mi buena suerte. —Bien, es por aquí.

Ella comienza a guiarme por unos pasillos largos y blancos. Mi pulso se acelera y mis nervios aumentan, me pregunto si esto mismo sintió la mujer del contrincante de Damon la pelea pasada. Dónde el pobre hombre quedó desmayado en el ring frente a ella y sus hijos. Mis ojos se nublan un poco y respiro profundo intentando tranquilizarme. La idea de Damon cayendo frente a mí de esa manera como su contrincante cayó frente a sus hijos y su esposa es aterradora. Tengo ganas de volar directo a casa. Sorbo mi nariz y miro a la enfermera que se ha detenido frente a la habitación 517.

—Aquí es. No hagas nada que altere al paciente o te sacaré. —ella refunfuña, da media vuelta y se va.

Empujo lentamente la puerta y miro a mi hombre posado sobre una gran cama de hospital, con su cara hinchada y un poco morada. Un parche en su ojo izquierdo llama mi atención, mi corazón tiembla cuando él mira hacia mí.

—Hey. —es todo lo que dice. Su sonrisa de lado. Sin pensarlo mucho, camino rápido hacia él y me inclino en su estómago abrazándolo y llorando, no puedo hacer nada conmigo, soy un desastre, lo sé. Siempre tan débil, tan yo. Sollozo en su estómago y las lágrimas saladas caen una tras otra, mientras él soba mi espalda. —Estoy bien —su es voz gruesa y rasposa.

Es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora