Capítulo 34

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Un escalofrío se apodera de mi cuerpo y abro los ojos desubicada, otro escalofrío fuerte y miro hacia abajo. 

—Buenos días. —Damon da otro lenguetazo a mi pecho derecho y me retuerzo incómoda. 

Salgo de la cama y me apresuro a entrar al baño. Abro el agua caliente y me introduezco en ella un poco más relajada. Mi corazón late tan fuerte que casi puedo escucharlo. 

— ¿Sucede algo? —la voz de Damon resuena al otro lado de la puerta y aclaro mi voz repetidas veces.

—No. Salgo enseguida. —enjabono mi cuerpo y mi cabello más de la cuenta y una vez que he terminado, salgo de la ducha, enrollando una toalla en mi cuerpo. Cuando salgo totalemente relajada me miro en el espejo y me regalo una pequeña pero modesta sonrisa.

— ¿Qué mierda te pasó hace un momento? —Damon gruñe desde la cama. Desvío mi mirada a sus piernas y allí está Alaska acostada. Quiero abrazarlos a los dos pero me detengo a buscar una liga para el cabello. 

—Nada, perdón por salir así. —le respondo con simplicidad. —Solamente no me sentía limpia, ya sabes, sudé a mares anoche y hoy por la mañana verte así me pareció algo... vergonzoso. —los recuerdos de la noche anterior llegan a mi mente y siento un calor abrazador. 

— ¿De qué diablos hablas? ¿Vergonzoso? Pensé que eso ya no existía entre nosotros. —él frunce el ceño y me recuesto a su lado en la cama. Alaska camina por su cuerpo y luego se recuesta en mis piernas, yo acaricio su pelaje y recuesto mi cabeza en el hombro de Damon.

—No lo malinterpretes. Me gustó mucho, pero sentí la necesidad de bañarme, nada más. —me enderezo en mi lugar para poder acomodarme mejor pero él pone sus manos en mis hombros, regresándome a su lado.

—Espero que lo de anoche se vuelva a re...—volteo los ojos cuando su celular suena, interrumpiéndolo. Pensé que desde la boda, las llamadas extrañas terminarían pero no es así. 

El celular sigue sonando pero él lo ignora, aun cuando suena repetidas veces.

— ¿No atenderás? —pregunto con hilo. 

Me aparto de su lado cuando me responde con un seco "no". 

Niego con la cabeza por lo que planeo hacer, pero no me echo para atrás. Alargo mi mano y tomo el celular de la mesa, el identificador dice Daisy. 

— ¿¡Qué demonios crees que haces!? —grita y saca el celularde mi mano en un movimiento brusco. El celular vuelve a timbrar y Alaska empieza a ladrar, haciendo que ambos ruidos sean exasperantes.

—Atiende, puede ser importante. —me alejo de su lado, ignorando su rostro explotándo en ira. 

—No. ¿Qué demonios? ¡No es importante! —él grita y toma mi mano, jalándome de regreso. 

— ¡Claramente no respondes porque estoy aquí! —me hago a un lado y alzo las manos mientras me pongo de pie. — ¡Me largo de aquí! —comienzo poniéndome los tennis. Alaska sigue ladrando y por un momento quiero encerrarla para dejar de escuchar sus ladridos. 

El nombre de Daisy se pasea por mi cabeza una y otra vez, ¿quién es ella y por qué no quiere responderle? 

— ¿¡Por qué de pronto estás haciendo una escena de novia celosa!? ¡Esto es estúpido, Sofía! —él grita y se pone de pie frente a mí.

— ¿¡Novia celosa?! ¿¡Qué pensarías si alguien me hablara a mí y yo no respondiera!? —estoy cansada de esto. Camino al closet y tomo el primer sueter que encuentro. El teléfono hace un ruido diferente y Alaska no deja de ladrar. Si no salgo de aquí me volveré loca. 

Es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora