Capítulo 35

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— ¿Estás segura de que quieres hacer ésto? —Steven me pregunta silenciosamente frente a la recepcionista.

—Estoy segura. —asiento y doy el dinero a la mujer detrás del mostrador.

—Se pondrá como nunca cuando se entere. —él intenta darme una sonrisa alegre pero falla y me sonríe totalmente nervioso. 

Ignoro su gesto y presto atención a la mujer frente a mí. 

—Su cabaña es la número ciento cuarenta y cinco, que tenga una buena estancia. —ella me sonríe amabe y me entrega la llave.

—Gracias. —le sonrío nerviosa. 

Trago duro tragándome el miedo y tomo la llave. Es hora de que las cosas comiencen a cambiar, por mí. 

He decidido rentar otra cabaña porque es definitivo, no dormiré más con Damon. Y planeo renunciar, no voy a soportar esa manera de tratarme más. No sabía que se sintiera presionado haciendo todo lo que hacía mientras estaba conmigo, y si no le gusta ni siquiera el pago que me da a cambio de lo que hago, bien, renuncio. 

Por lo pronto planeo sólo rentar una cabaña aparte, como un inquilino más, pero cuando él vuelva de no sé dónde, renunciaré y volveré con M.

Jamás imaginé ver una escena como la de ayer. Él quebrando cosas, poniendo en riesgo su salud y la de Alaska, que estaba tan cerca de los vidrios.

—Bien, aquí es. —Steven apunta la pequeña cabaña y asiento.

Introduzco la llave y entramos ambos. La cabaña es acogedora y linda, una sola habitación y un baño. No hay sala de estar ni comedor extravagante como en la que los otros se hospedan, pero ésta pequeña cabaña funcionará para Alaska y para mí mientras permanezcamos en éste lugar. 

—Es linde. —Steven sonríe y mueve una cortina para que entre el Sol.

—Sí, lo es. —digo con suficiencia y le echo una rápida mirada a la cocina.

— ¿Qué crees que piense Damon? De todo. 

—Realmente no lo sé, pero ya no es algo que me importe. —admito y me encojo de hombros.

—Vamos por tus cosas para acomodarlas. —él mueve su  mano y salimos de la pequeña cabaña.

— ¿Y qué dice Paul de su luna de miel? —pregunto distraída.

—Las cosas van muy bien. Aunque les he advertido que no quiero más hermanos. —él ríe y yo igual.

—Nunca está de más un pequeño Steven. —río cortamente y le doy un empujón antes de entrar a la habitación de Damon.

— ¿En qué te ayudo? —Steven junta sus palmas dispuesto a ayudar.

—Las cosas del baño. —señalo la puerta de un lado. — ¿Puedes ponerlas en esa bolsa por favor? Menos el shampoo negro y el jabón azul; son de Damon. 

Él asiente y se dirige al baño.

Abro los cajones de las mesitas de noche y saco de aquí mi cepillo de cabello y unas cuantas cremas. Muevo el segundo cajón de al lado de Damon y saco el cargador de mi iPhone. Es algo más que planeo dejar y cambiar. Necesito un teléfono nuevo y ahorrarme sus reclamos acerca de cómo me ha hecho conectarme con el mundo cuando ni siquiera se lo pedí.

— ¿Qué haces? —Steven pregunta mientras mete mi shampoo en la bolsa lila.

—Busco mi licencia para conseguir medicamentos y mi cédula. Solamente que aquí hay un desastre de papeles. —resoplo y le hecho un vistazo a los papeles hasta dar con los míos.

Es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora