Capítulo 25.

7.1K 272 13
                                    

—Steven, ¿Me pasas la miel, por favor? —pido mientras sostengo mi tenedor en la mano derecha.

—Yo lo hago—Damon gruñe y me da la miel. Esparzo en mi hotcake un poco y la dejo sobre la mesa.

—No te cargues de comida Ivanovic, tenemos entrenamiento en veinte y no quiero verte echar la comida en mis zapatos—Chris mira el plato de Damon, está lleno de toda clase de comida y frunce la boca.

—Llevaré a Bambi a comprar unas cosas, entreno cuando llegue—Damon dice apretando su vaso de leche.

—Está bien por mi si vamos mañana. De cualquier manera, estaremos más días aquí, no es tan urgente como para que pierdas entrenamiento—le digo sonriendo, pero él ignora mi gesto y bebe su leche.

— ¿Qué tipo de cosas irán a comprar? —Hanna dice lo suficientemente fuerte para que todos en la mesa la escuchen. Quiero decirle que no es de su incumbencia, que se meta en sus asuntos, pero Damon responde por mí.

—No es de tu interés.

Hanna se pone roja de la cara y aprieta los puños.

— ¿Por qué de pronto todas las reglas pueden cambiar para ella, Damon? ¡Ella duerme contigo todas las noches! ¡A ella le pagas por no hacer nada! ¡Se levanta a la hora que quiere, te hace faltar a tu entrenamiento y... y todos la adoran! ¡Se desviven por ella! ¡INCLUSO TÚ! ¡Tú eres el más grande de los idiotas! ¡Está contigo porque quiere tu dinero, no le creerás a esa cara de santa cuando la verdad es una maldita perra egoísta! ¿¡Qué está mal con ustedes!?

Ella grita y se va corriendo. Un nudo se hace en mi estómago y mis ojos se llenan de agua. Pero me niego a llorar, no aquí. No frente a todos.

—Iré al baño—aviso y me pongo de pie.

— ¡No! ¡Nos vamos ahora! —Damon empuja su silla lejos y me lleva de la mano hasta el estacionamiento. Allí, me abre la puerta del coche rentado y sube del otro lado.

—Esa... esa pequeña, hija de...—corto su baja expresión hacia Hanna. Aunque ella no es de mi agrado, nadie debe expresarse así de una mujer.

—Está bien. Estaba enojada y ha dicho la verdad—tomo un mechón de mi cabello y sigo hablando—bueno, excepto la parte en que me ha dicho doble cara y perra interesada—el bochorno en mi cara aparece y miro por la ventana.

—No. ¡Nada de lo que ha dicho esa maldita niña y su puta boca es verdad! —él aprieta el volante y enciende el coche. Prefiero no responderle para que así se le pase el enojo.

Él conecta su IPhone al coche y empieza a reproducir una canción de rock pesado, mi cabeza duele y ahora con esa música voy a reventar. Quiero decirle que baje el volumen, pero no lo hago. No quiero un conflicto más esta mañana.

Al llegar a la plaza comercial estaciona en un pequeño lugar y regala unas cuantas maldiciones al estacionamiento, culpándolo de su mala planeación.

— ¿Qué te sucede? —él gruñe y me mira, después carraspea y baja su tono de voz—Quise decir, ¿Te sientes mal? —toma mi rodilla con su grande mano y le da un apretón.

—Me duele un poco la cabeza, pero no es nada—le regalo una pequeña sonrisa y él asiente.

—Bien. Buscaremos pastillas adentro.

*

—Me gustan más los negros—apunto con mi dedo el gran zapato en el pie derecho de Damon y él levanta la ceja.

— ¿Estás segura? ¿Te gustan los negros? —él pregunta mirando los diferentes tenis en sus pies.

—Son más lindos y creo que son más cómodos, pero eres tú quién entrenará con ellos, así que tu decide.

Es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora