Capítulo 26

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Después de una pequeña disputa con Chris y Hanna por Alaska, Damon se ha encerrado en el baño para prepararse para esta noche.

A veces me pregunto si no solo Hanna me odia, sí tal vez Chris lo haga igual. Él siempre regaña o le llama la atención a Damon por dormir conmigo, no quiero parece grosera pero hay veces en las que tengo ganas de decirle que no es asunto suyo.

Por supuesto nunca lo haría, al menos no fuera de mi mente.

— ¿En qué piensas?—la voz de Damon suena en la habitación y lo miro.

—En que, tal vez, Chris me odie al igual que Hanna—me encojo de hombros restándole importancia y sobo la peluda pansa de Alaska.

—Chris es un jodido idiota, ¿A quién le importa?—Damon ríe y se deja caer en la cama de espaldas, rápido, Alaska se pone en cuatro patas y corre directo a lamer su cara—Quítame a éste bicho de aquí—Damon gruñe y bajo a Alaska del colchón.

— ¿Estás nervioso?—pregunto.

—No, le patearé el trasero—él me mira a los ojos.

—Eso espero—suspiro ruidosamente.

—A veces me ofende tu confianza en mí—él niega con la cabeza y sonríe. Mi corazón se acelera al igual que mi respiración. Siempre que sonríe mi cuerpo responde en un segundo.

—Me duelen los pies—digo, quejándome.

Él toma uno de mis pies con sus manos y comienza a sobarlo con sus dedos grandes y gruesos.

—Gracias. Siento no poder relajar tu cuerpo aún. Tal vez vaya con un doctor de aquí para que revise mis puntos.

Miro cuidadosamente como sus manos suben por mis tobillos después por mis pantorrillas y llegan hasta mis muslos sobando rítmicamente.

Mi cuerpo se enciende y lo miro a los ojos, él sigue sin apartar la mirada cuando sus dedos suben a la parte más íntima de mi cuerpo.

—Da-Damon—tartamudeo por la sensación.

—Shhh, está bien—él traga saliva y sube su cuerpo encima del mío, encerrándome debajo, sus brazos de lado de mis hombros y sus manos sostienen mi cara. Sus rodillas a ambos lados de mis muslos y su aliento topa en mi boca.

— ¿Te he dicho ya que eres jodidamente caliente?—él pregunta a unos centímetros de mi boca y yo niego con la cabeza—Es porque soy un idiota.

Junta nuestros labios. Su boca se abre paso en la mía, mi corazón se desboca latiendo rápidamente y mi respiración se vuelve pesada. Él introduce su lengua en mí y yo la recibo gustosa, coloco mis manos sobre su espalda y sobo arriba y abajo, arriba y abajo, sobre su playera. Él se levanta en rodillas y rompe el beso. Me mira directamente desde arriba quitándose la platera, y después se levanta del colchón, quitándose los pantalones. Yo trago duro y me siento en la cama, intentando levantar mi blusa con mis temblorosas manos.

—Yo lo hago—él dice en mi cuello, se aleja levantándola y la hecha a un lado, en el suelo. Alaska sube sobre ella pero no tengo tiempo para pensar en eso. Él vuelve a subir sobre la cama con la antigua posición y se apodera de mi cuerpo. Besando mis labios, después mi cuello, puedo sentir como mi cabeza da vueltas cuando se deshace de mi sostén y besa mis pechos desnudos. Él baja más con sus besos hasta llegar a mi estómago y allí me mira fijamente.

—No puedo—dice negando, apoyando su frente en mi estómago. Mi estómago se aprieta y mi pulso comienza a descender.

—Sí, si puedes—apenas alcanzo a decir y lo vuelvo a besar, pero él me retira al poco tiempo.

—Tengo algo que decir—él aprieta las palabras pero estoy demasiado absorta por nuestro momento anterior que no me interesa lo que tenga que decir.

—No lo hagas, dilo después—vuelvo a juntas nuestros labios y esta vez tengo éxito. Él me hecha a un lado y vuelve a trepar encima de mí. Besando cada centímetro de mi piel. Mi corazón vuelve a arrancar como un loco y trago duro cuando desabrocha el botón de mis shorts. Él levanta la mirada como si pidiera permiso y yo asiento. Él se deshace de mi prenda y besa arriba del elástico de mis bragas. Después sube sus labios de nuevo a mí.

Me empiezo a mover en forma rítmica, sobándome contra su virilidad y su mano se apodera de estómago.

—Shh, por favor—digo poniéndole un dedo sobre sus labios.

Después de un momento se deshace de nuestras únicas prendas y me mira a los ojos.

—Esto va a doler un poco, intentaré ser... ¿Gentil?—él habla en mi oído debajo de mi mandíbula—Si crees que te estoy lastimando sólo dilo.

Él atrapa sus labios con los míos y entra poco a poco. El dolor es indescriptible y respiro entrecortadamente, soltando lágrimas silenciosas.

—Si pueda quitarte el dolor y sentirlo yo, lo haría. Voy a entrar un poco más—dice él, besando mis lágrimas y yo cierro los ojos, apretándolos fuertemente cuando entra más en mí.

—Mírame a los ojos por favor, hazlo—su voz es más gruesa y entrecortada. Abro los ojos y lo miro directo a sus peños ojos tranquilizándome por dentro.

Junto sus labios con los míos y entra por completo. Reprimo un quejido y él se detiene allí dentro de mí, mientras sigue besando mis labios. Cuando ha pasado unos segundos empieza a moverse rítmicamente, el dolor desaparece un poco, pero sigue allí.

*

— ¿Cómo estás?—él mueve un mechón de mi sudoroso cabello y lo pone detrás junto con los otros.

—Tengo un poco de dolor, pero estoy bien—le digo, besando su pectoral izquierdo.

— ¿No he sido muy duro contigo?—él pregunta y levanto mi cabeza para mirarlo a los ojos.

—No—respondo soñolienta y bostezo.

—He escuchado que la primera vez no es muy placentera pero mejorará con el tiempo—él soba mi espalda desnuda con su mano y siento un escalofrío hasta mi cuero cabelludo.

Me abrazo más a él, cerrando los ojos y suspirando fuertemente.

— ¿Estarás aquí cuando despierte?—pregunto débil, el sueño me está venciendo.

—Sí—responde y entro mi cuerpo al Dios del sueño.


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