Capítulo 33

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Mis ojos se mueven en la pantalla de la televisión de un lado a otro nerviosamente, la señora, quien es esposa de un hombre, le ha engañado con otros dos y el esposo la ha descubierto en televisión, el amante quiere golpear al esposo y los guardias corren hacia él, intentando detenerlo.

—Si sigues viendo ese programa de mierda, tendré que sacarte de la habitación. —Damon gruñe y toma una toalla del ropero.

Su playera sin mangas negra se encuentra llena de sudor igual que su frente y cuello, su cabello esta alborotado y parece el hombre más atractivo de todo Denver.

—No te escuché llegar. —digo mirándolo para después volver mi mirada a la televisión, él es muy atractivo en este momento, pero en realidad el programa es bastante intenso que apenas puedo verlo detalladamente.

—Llegué hace treinta minutos o algo así. —él se encoge de hombros y busca en su cajón unos calzoncillos.

— ¿Cómo te fue en el entrenamiento? —pregunto distraída.

—Chris me ha pateado el culo como nunca, no debí llegar tan temprano al gimnasio.

Un nudo se hace en mi estómago al recordar que llegó temprano porque yo no salía del baño. Mi cuerpo se acalora al instante por recordar lo sucedido en la bañera y trago duro.

—Lo siento. —digo sinceramente.

— ¿Quieres salir a dar un paseo?

Él pregunta y lo miro a los ojos. Sus pequeños ojos. Cada vez que me propone algo tiene algo implícito bajo las palabras, pero esta vez estoy demasiado entusiasmada con la salida que no me preocupo por buscar el mensaje subliminal.

—Si, me parece bien. —le sonrío y sobo el pelaje de Alaska.

—De acuerdo, me bañaré. —él da media vuelta y antes de que entre por la puerta me mira a los ojos. —Puedes traer a Alaska si quieres. —él resta importancia con una mano y entra al cuarto de baño.

Quisiera llevar a Alaska con nosotros, pero decido no hacerlo, no quiero distracciones esta noche, sólo quiero que seamos nosotros dos. Tal vez Damon pueda hablarme más de él y de su vida, si se encuentra tranquilo.

— ¿A dónde van? —Hanna chilla cuando nos ve casi salir de la cabaña.

—No te interesa. —Damon le corta el rollo y me tiende su mano larga y envuelta en un guante negro, gustosa, la enlazo con mi mano de igual forma cubierta con mi guante rosa y le doy las gracias telepáticamente por hacer ese pequeño frente a Hanna.

—Vamos a dar un paseo. —le informo de una agradable manera. Quiero que las peleas y rencores se terminen entre nosotras.

— ¿Puedo ir? —ella prácticamente ruega con su mirada y Damon me analiza con los ojos, preguntándome silenciosamente. Yo me encojo de hombros, haciéndole ver que no me importa si viene con nosotros. Aunque realmente quisiera que no viniera.

—Bien. —él cede y ella aplaude felizmente.

—Yo también voy. —Steven me mira y sonríe, cómo diciéndome "yo me encargo". Le sonrío en forma de agradecimiento y él parece entender.

—Jodidamente perfecto. —Damon sostiene mi mano y resopla fuertemente, su nariz esta roja por el frío y sus labios un poco secos.

—Podemos caminar un poco más delante que ellos. —ofrezco y asiente eufóricamente, guiándome unos metros más lejos, dejando a Hanna y Steven más atrás.

—Hace un frío de mierda aquí, ¿no es así? —él pregunta y refunfuña, le sonrío sin mostrar los dientes y me pego más a su cuerpo. Él suelta mi mano y extiende su brazo por mis hombros, apretándolos más, yo en cambio le abrazo por la cintura feliz de la vida. Me pregunto por qué no me ha besado. Suspiro sin darme cuenta y él detiene el paso.

Es MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora