Capítulo 54

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Jared

Me quedé inherte observando sus ojos, eran iguales o más oscuros que los de Verno... Pero Emma parpadeó y el negro de sus ojos desapareció casi igual de rápido que apareció. Tal vez sólo había sido una ilusión o mi mente me estaba jugando una mala pasada.

— ¿Emma? — la llamé con miedo de que no fuera ella.

— Joder, al fin llegaste. — dijo con alivio y una mueca de dolor.

— Te dije que nunca te abandonaría, ¿recuerdas?— me acerqué y tome su mano, supe al instante que era Emma, su toque cálido, sus labios finos, su respiración tranquila.

— Tenemos que irnos antes de que vuelvan. — Emma abrió sus ojos con ese negro de nuevo, pero se fue difuminando hasta quedar su color natural de nuevo. — No tardarán en volver.

Emma trató de levantarse pero lo hizo con mucha dificultad.

— ¡Demonios! Esto es más difícil de lo que pensé. — caminó agarrando su costado y me tomó la mano arrastrándome con su paso. — Te agradecería que caminarás, ni siquiera puedo con mi peso. — dijo ella apoyándose en una pared.

Salí de mi estupor y sacudí la cabeza, ella era Emma, diablos, era un estúpido al dudar de ella. Tomé la bolsa de cuero y la colgué en mi hombro, después corrí a Emma y la levanté en el aire haciendo que gimiera de la impresión y saqué mis alas para salir con ella en brazos.

Avancé en el mismo recorrido con el que llegué a Emma y cuando salimos de nuevo al aire fresco todo era más tranquilo, sin tensión, pero pronto Verno sabría que Emma había desaparecido y el único ángel que había desaparecido era yo. Aún así no pensaba entregarle a Emma. Ella era mía.

— ¿Oye, desde cuando eres tan fuerte? — se rió Emma cansada pero viendo mis ojos. — Antes eras mi mortal favorito. — me besó con ternura y sonreí de lado. — Ahora eres mi ángel favorito.

Y se durmió.

(...)

Llegué con Emma en brazos a donde se ubicaba nuestro campamento y la deposité en nuestra tienda. Todo estaba en silencio, pues no me había dado cuenta que ya había oscurecido y las tiendas de los demás ya estaban cerradas. Lo que era raro, no veía a ningún ángel haciendo guardia. Salí de la tienda y la cerré.

— ¡Jared! — me llamó Mason. Me di la vuelta y vi que corría hacia mí, aún tenía ropa formal, lo que se suponía que él y otros habían ido a revisar el perímetro. — ¡Oye, chico! ¿Dónde carajos te habías metido? ¡Te buscamos por todas partes! Los demonios casi nos matan cuando se dieron cuenta de que no estabas, tuvimos que decirles que estabas impotente por no poder hacer nada para salvar a Emma, y no sé qué fue lo que los convenció, porque les dijimos muchas excusas que...

— Emma está en la tienda. — lo corté sin dejarlo terminar, su rostro confundido me daba risa, pero no era momento de reír. — Fui detrás de Verno, fui por Emma.

A Mason se le salieron las lágrimas de los ojos y abrió su boca entendiendo, caminó con cuidado a la tienda y la abrió sin hacer ruido. Se alcanzaba a ver a Emma desde mi posición, justo como la había dejado. Me acerqué a Mason y él tenía las lágrimas resbalando por sus mejillas.

— ¿No es hermosa? — sorbió su nariz. — Tan inofensiva y fuerte a la vez... — su voz se cortó. — Recuerdo cuando era pequeña, ella tuvo que cargar el mundo en sus pequeñas manos, recibiendo el odio que no merecía... Siendo excluida por todos. — sorbió de nuevo su nariz entrando en nostalgia. — Daide tuvo la culpa... si no hubiese traído a Jonathan al cielo, Emma hubiera crecido como un ángel normal, con una vida que se merece. — se apartó de la tienda mientras lo decía.

— Lo importante es que Emma ya está con nosotros, Mason. — le di una palmadita en la espalda para darle a entender que lo apoyaba en todo esto, y que Emma me importaba tanto como a él... Emma era mi mundo ahora y todo giraba alrededor de ella, no había alguien más importante que ella.

— ¿Cómo lo lograste Jared?— preguntó secando sus lágrimas y componiendo su postura.

— En realidad no fue tan difícil, sólo seguí a Verno y ella me abrió paso... Pero nunca notó mi presencia. — Verno era otro asunto que tenía que arreglar con Emma, porque aún recordaba que ella había dicho que la Verno que yo estaba siguiendo no era la verdadera. — Genial, por lo menos trajiste a Emma a salvo. — Emma se movió un poco en el colchón y gimió como si algo le molestara.

Nos acercamos a ella y la observamos desde arriba, ella tenía la cara arrugada, pero su expresión denotaba dolor y mucho malestar. De pronto sentí el mismo fuego que había sentido antes subir por mi estómago hasta mi pecho y Emma comenzó a gritar de puro dolor. Pero mi dolor era leve comparado al de ella. La miramos.

— ¡Emma!— la llamó Mason tratando de que dejara de revolcarse en su cama y lo ayudé a sostener sus extremidades.

Pero cuando Emma abrió los ojos, el icor seguía ahí, sus oscuros ojos observaban al frente y no tenía ninguna vitalidad de los ojos verdaderos de Emma. Ella lanzó un aullido de dolor y se desplomó.

— ¿Qué? — dijo Mason confundido y aterrorizado por los ojos y el fuerte aullido de Emma.

Se escuchaban gritos fuera de la tienda y le dije a Mason que fuera a revisar qué era lo que pasaba, pero no reaccionaba.

— ¡Mason! — grité haciendo que saliera de su ensoñación. — ¡Ve a ver que está pasando afuera! Yo cuido a Emma.

Él observó una última vez a Emma y asintió tragando saliva.

Le di un beso en la frente a Emma y noté su temperatura que casi quemaba. No era normal.

— ¡Jared! Sé que estás ahí... ¡Sal! — Verno gritó a todo pulmón y fue cuando me di cuenta de que Verno me había estado siguiendo todo este tiempo en el que traje a Emma hacia acá.

Gruñí y salí cerrando la tienda a mi paso. Encaré a Verno, quien tenía más icor por toda su pálida piel y estaba agitada.

Ella sonrió y se burló de mi postura de defensa a Emma.

— Entrega a Emma por las buenas y nadie saldrá herido— sonrió cínicamente.

— No sé por qué pides una cosa cuando sabes que la respuesta es no. — le dije con los brazos cruzados. — Sobre mi cadáver.

— Oh, Jared. — se rió fuertemente. — De verdad crees que ella sigue siendo Emma ¿no es así? — se burló por lo bajo. — Qué tierno. — me rodeó pero sin acercarse demasiado a la casa de campar donde estaba Emma. — Pero sé sincero contigo, Jared. — la sentí detrás de mí y susurró en mi oreja. — ¿no has visto sus ojos? — un escalofrío recorrió mi espina dorsal. — ¿Sigues creyendo que es Emma? — se alejó riendo y esperó mi respuesta.

Era cierto, Emma no tenía los mismos ojos... pero eso no la hacía un demonio, no había cambiado un poco.

— Entrégala y entrégate a mí, Jared. — Verno me ofreció una mano con su sonrisa cargada de sorpresas. Y una fuerte atracción se sintió en mi cuerpo, era casi irresistible.

Pero escuché el cierre abrirse con un estruendo, casi como si lo hubieran roto por la pura fuerza. Emma gruñó en la dirección de Verno.

— ¡Déjalo en paz!— gritó detrás de mí, yo no podía moverme, pero los gemidos de las chicas y sus caras sorprendidas y horrorizadas a la vez, me decía que Emma seguía teniendo los ojos negros, esta vez no se habían quitado con un parpadeo como la vez anterior. — ¡A él no le harás lo que le haces a todos los mortales y demonios, Lilith!— le gritó rodeándome y poniéndose a la defensiva contra Verno... ¿Lilith?

Verno se rió fuertemente.

— Eres muy inteligente, Emma. — le sonrió y levantó su barbilla.

Verno salió de entre los árboles con sus vestiduras rasgadas y mirando con confusión toda la escena y a la imitación de ella. Frunció el ceño y se acercó. Emma seguía delante de mí. Verno se puso frente a su imitación y miró sus ojos con atención. Su expresión cambió de repente al identificar a la persona.

— ¿Madre?— dijo Verno sin poder creerlo.

Hija de Lilith... La súcubo más conocida de los demonios y mortales... Reina de la lujuria.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora