Jared
Me desperté abruptamente tras escuchar el grito desgarrador que provenía de Verno.
Corrí en puros pantalones de pijama a su ayuda y volteaba a todas partes por si alcanzaba a divisarla.
Doblé la esquina y me dirigí al gran jardín que había detrás del almacén.
Verno mantenía los ojos abiertos a la par de su boca, estaba flotando y bajo de ella se encontraba una sombra oscura, ella no podía moverse, simplemente miraba al cielo y sus ojos se perdían en el horizonte.
— ¡Verno!— le grite y corrí a ella y en cuanto llegué a cierta distancia la sombra desapareció como si nunca hubiera estado ahí, tomé en mis brazos a Verno quien ahora tenía los ojos cerrados. — Oye. — la llamé sin saber qué hacer. — Oye, despierta.
Ella tosió icor y fue abriendo sus ojos de poco a poco me miró con el ceño fruncido y sonrió.
— Jared. — susurró. — Gracias.
— ¿Qué estás diciendo? Venga, vamos adentro o te congelarás el trasero. — la cargué con mis brazos y ella se aferró a mi cuello, se sentía muy ligera y se le veía muy débil. Caminé por todo el pasillo hasta llegar a la puerta de su habitación, como pude giré el picaporte y entré dejándola en la cama y después cerrando la puerta. — Bien, voy a cerrar la ventana y traerte más mantas, se nota que tienes frío. — dije cerrando la ventana y mirando por encima de los armarios donde Verno había dicho que se encontraban las mantas por si la noche se ponía fría.
— Gracias, Jared, sí que tengo frío. — dijo arropándose y tomando las mantas nuevas. — Oh. — dijo en un suspiro de alivio. — Joder, Jared, te debo la vida, no sé que hubiera pasado si no hubieras estado ahí. Gracias de nuevo. — me sonrió y palmeó la cama para que me sentara cerca de ella, estaba sonriendo de nuevo, y eso me gustaba.
— No es nada. — dije tomando una manta y rodeándome con ella porque al fin y al cabo no tenía más que el pantalón de la pijama. — ¿Vas a explicarme qué fue eso? Recuerdo que antes de abrir el portal te salió icor como hace rato. — la miré directo a los ojos y ella agachó la mirada.
— Oh, no es nada, no es nada. -— se sonrojó y después y volteó a verme. — No tienes de qué preocuparte, es un asunto más... Personal ¿entiendes? — torció el gesto. — Además, ahora en lo que tenemos que enfocarnos es en rescatar a Emma, no puedo ni pensar en qué le estará haciendo Baruck o si ya se enteró de que lo traicionó. — dijo mirando la ventana.
Mi cuerpo se tensó con sus palabras. Ya habíamos dejado pasar dos días, pero aún no estábamos listos, las chicas no sabían pelear en equipo y eran débiles aún con el entrenamiento de Verno. A este paso no dudaba que Emma se encontrara en mal estado.
— Sí... — la miré directo a los ojos. — tienes razón, lo único que importa es Emma, no puedo vivir sin ella, ni siquiera duermo tranquilo, no puedo ni descansar bien. — suspiré con cansancio y revolví mi pelo. — Me está volviendo loco no poder hacer nada.
— La vamos a rescatar y todo estará bien. — tomó mi mano y acercó su cara a la mía. — Todo volverá a ser como antes. — asintió y me perdí en sus ojos.
Eran intensos y oscuros, pero ellos reflejaban cariño, me reflejaban cariño y apoyo. Verno me había apoyado demasiado últimamente y lo apreciaba mucho, porque sin ella ni siquiera hubiéramos sabido donde estaba Emma y como llegar hasta acá, ella incluso había ayudado a entrenar a las chicas para que no estuvieran tan indisciplinadas. Ella era fantástica.
— ¿Qué pasa, Jared? — preguntó con una sonrisa al darse cuenta de que la observaba sin decir nada.
— Gracias. — le dije con sinceridad y con el mismo cariño que había en sus ojos. — Has hecho tanto por mí que no sé como agradecértelo.
Ella se sonrojó y fue cuando me di cuenta que nuestros rostros estaban centímetros de tocarse, ella era mucho más hermosa de cerca, sus ojos seguían mis labios y los míos los suyos.
Y pasó, nuestros labios se juntaron y se movieron con cariño, no sabía qué estaba pasando exactamente pero Verno reflejaba todo el cariño que me tenía.
¿Estaba mal besarla? No lo sabía, pero se sentía extremadamente bien.
— Hice un pacto. — dijo cuando nos separamos y nos quedamos un minuto en silencio. — Yo... hice un pacto para poder encontrar a Baruck y abrir el portal para entrar a Saitor...
— ¿Qué? — la miré con el ceño fruncido.
— Yo... No lo pensé sólo quería ayudarte. — sus ojos me reflejaron preocupación. — Te veías delirante y tan preocupado por Emma que yo me ví en la obligación de hacer ese pacto para que recuperaras a la persona que amas. — dijo desesperadamente.
— ¿Pero tú eres estúpida? — la regañé. — Pudiste haber muerto, ahora tu vida está en juego. — le dije sumamente enojado. — No debiste hacerlo, Verno.
— Lo sé, lo sé, pero Jared, no me importa. — tomó mi cara en sus manos y me sonrió. — Mientras tú seas feliz yo lo soy también.
Y la besé, la besé con fiereza porque ella había sacrificado su vida por mí y no había forma de pagárselo.
No podía usar a Verno para encontrar a Emma, pero no sólo la estaba usando sino que también sentía algo por ella, algo inexplicable.
Yo quería a Verno.
ESTÁS LEYENDO
Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)
FantasiaEmma, un ángel de sanación, sacrifica su cómoda vida y con ello se une a los mortales por salvar la vida de su hermano, sin embargo, Milton, el ángel supremo del cielo del Sur, la busca mientras lleva una vida como mortal. Ella no sabe la razón y e...