Capítulo 70

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Jared

Me desperté abruptamente tras escuchar el grito desgarrador que provenía de Verno.

Corrí en puros pantalones de pijama a su ayuda y volteaba a todas partes por si alcanzaba a divisarla.

Doblé la esquina y me dirigí al gran jardín que había detrás del almacén.

Verno mantenía los ojos abiertos a la par de su boca, estaba flotando y bajo de ella se encontraba una sombra oscura, ella no podía moverse, simplemente miraba al cielo y sus ojos se perdían en el horizonte.

— ¡Verno!— le grite y corrí a ella y en cuanto llegué a cierta distancia la sombra desapareció como si nunca hubiera estado ahí, tomé en mis brazos a Verno quien ahora tenía los ojos cerrados. — Oye. — la llamé sin saber qué hacer. — Oye, despierta.

Ella tosió icor y fue abriendo sus ojos de poco a poco me miró con el ceño fruncido y sonrió.

— Jared. — susurró. — Gracias.

— ¿Qué estás diciendo? Venga, vamos adentro o te congelarás el trasero. — la cargué con mis brazos y ella se aferró a mi cuello, se sentía muy ligera y se le veía muy débil. Caminé por todo el pasillo hasta llegar a la puerta de su habitación, como pude giré el picaporte y entré dejándola en la cama y después cerrando la puerta. — Bien, voy a cerrar la ventana y traerte más mantas, se nota que tienes frío. — dije cerrando la ventana y mirando por encima de los armarios donde Verno había dicho que se encontraban las mantas por si la noche se ponía fría.

— Gracias, Jared, sí que tengo frío. — dijo arropándose y tomando las mantas nuevas. — Oh. — dijo en un suspiro de alivio. — Joder, Jared, te debo la vida, no sé que hubiera pasado si no hubieras estado ahí. Gracias de nuevo. — me sonrió y palmeó la cama para que me sentara cerca de ella, estaba sonriendo de nuevo, y eso me gustaba.

— No es nada. — dije tomando una manta y rodeándome con ella porque al fin y al cabo no tenía más que el pantalón de la pijama. — ¿Vas a explicarme qué fue eso? Recuerdo que antes de abrir el portal te salió icor como hace rato. — la miré directo a los ojos y ella agachó la mirada.

— Oh, no es nada, no es nada. -— se sonrojó y después y volteó a verme. — No tienes de qué preocuparte, es un asunto más... Personal ¿entiendes? — torció el gesto. — Además, ahora en lo que tenemos que enfocarnos es en rescatar a Emma, no puedo ni pensar en qué le estará haciendo Baruck o si ya se enteró de que lo traicionó. — dijo mirando la ventana.

Mi cuerpo se tensó con sus palabras. Ya habíamos dejado pasar dos días, pero aún no estábamos listos, las chicas no sabían pelear en equipo y eran débiles aún con el entrenamiento de Verno. A este paso no dudaba que Emma se encontrara en mal estado.

— Sí... — la miré directo a los ojos. — tienes razón, lo único que importa es Emma, no puedo vivir sin ella, ni siquiera duermo tranquilo, no puedo ni descansar bien. — suspiré con cansancio y revolví mi pelo. — Me está volviendo loco no poder hacer nada.

— La vamos a rescatar y todo estará bien. — tomó mi mano y acercó su cara a la mía. — Todo volverá a ser como antes. — asintió y me perdí en sus ojos.

Eran intensos y oscuros, pero ellos reflejaban cariño, me reflejaban cariño y apoyo. Verno me había apoyado demasiado últimamente y lo apreciaba mucho, porque sin ella ni siquiera hubiéramos sabido donde estaba Emma y como llegar hasta acá, ella incluso había ayudado a entrenar a las chicas para que no estuvieran tan indisciplinadas. Ella era fantástica.

— ¿Qué pasa, Jared? — preguntó con una sonrisa al darse cuenta de que la observaba sin decir nada.

— Gracias. — le dije con sinceridad y con el mismo cariño que había en sus ojos. — Has hecho tanto por mí que no sé como agradecértelo.

Ella se sonrojó y fue cuando me di cuenta que nuestros rostros estaban centímetros de tocarse, ella era mucho más hermosa de cerca, sus ojos seguían mis labios y los míos los suyos.

Y pasó, nuestros labios se juntaron y se movieron con cariño, no sabía qué estaba pasando exactamente pero Verno reflejaba todo el cariño que me tenía.

¿Estaba mal besarla? No lo sabía, pero se sentía extremadamente bien.

— Hice un pacto. — dijo cuando nos separamos y nos quedamos un minuto en silencio. — Yo... hice un pacto para poder encontrar a Baruck y abrir el portal para entrar a Saitor...

— ¿Qué? — la miré con el ceño fruncido.

— Yo... No lo pensé sólo quería ayudarte. — sus ojos me reflejaron preocupación. — Te veías delirante y tan preocupado por Emma que yo me ví en la obligación de hacer ese pacto para que recuperaras a la persona que amas. — dijo desesperadamente.

— ¿Pero tú eres estúpida? — la regañé. — Pudiste haber muerto, ahora tu vida está en juego. — le dije sumamente enojado. — No debiste hacerlo, Verno.

— Lo sé, lo sé, pero Jared, no me importa. — tomó mi cara en sus manos y me sonrió. — Mientras tú seas feliz yo lo soy también.

Y la besé, la besé con fiereza porque ella había sacrificado su vida por mí y no había forma de pagárselo.

No podía usar a Verno para encontrar a Emma, pero no sólo la estaba usando sino que también sentía algo por ella, algo inexplicable.

Yo quería a Verno.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora