Volaba por el bosque y ninguna pluma se desprendía de mis alas, al contrario brillaban cual sol. Jared me esperaba sentado en una roca y tenía una cajita roja en sus manos, llegaba junto a él y me sentaba a su lado. Él se arrodillaba y abría la caja lentamente, un destello salía de ésta.
Me desperté pues el sol quemaba directamente en mi cara.
Ahora entendía el por qué de que los mortales se quejaban cuando despertaban de un hermoso sueño, porque siendo o no real, se añoraban.
Tapé mi cara con mi almohada, aún molesta por mi repentino despertar. El brazalete tintineo en mi muñeca recordándome la noche de ayer.
Sonreí contra la almohada ante el recuerdo y grité emocionada sofocando el grito contra la almohada.
Parecía de las películas que veía los fines de semana.
Y recordando todo lo que pasó ayer miré alarmada el reloj, 12:30 p.m. Me levanté como alma que llevaba el viento, pues recordé que le había dicho a Jared que viniera a las 2:30 a terminar el trabajo de la semana.
Me metí a bañar durando lo suficiente como para sonreír al darme cuenta de que me estaba arreglando para Jared.
Salí de bañarme y abrí mi closet repasándolo con la mirada.
No era una ocasión de gala como la de ayer y no era que no me hubiera gustado, sino que esperaba hacer algo de alguien de nuestra edad, como antros o bares según Aine, sería algo más relajado para él.
Porque quiera o no, me había dado cuenta de lo nervioso que estaba e incómodo, en la cena por no saber si me gustaría o miedo a hacer algo mal. Y no me gustaría que cambiara solo por impresionarme. A mí me gust... Me agradaba como era.
Opté por una falda negra con tablones y una blusa de mezclilla sin mangas con botones en frente. También me puse un par de tenis de vestir negros.
Me senté en frente de mi tocador y puse un leve rastro de maquillaje en mis ojos, cepillé mi cabello y lo dejé caer de lado.
Bajé las escaleras y me serví un poco de helado de choco chispas en una copa.
Aine entró en la cocina con una sonrisa deslumbrante como siempre.
— Buenos días, Emma. — saludó alegre.
— Hola, Aine. — la seguí con la mirada.
— ¿Cómo te fue ayer? — me dijo mientras se servía helado en una copa.
— Fue muy lindo. — dije soñadoramente. — No sé, Aine... Es como si recuperara todo lo que perdí desde que caí. — dije pensativa y ella me vio confundida. — Es decir ¡no!, no me gusta, me agrada. — dije con una sonrisa y Aine me dio una mirada de cómplice cargada de perversión. — ¿Qué?
— Nada, nada. — dijo trazando la boquilla de la copa que contenía helado.
La observé con el ceño fruncido sin entender el por qué de su reacción.
— Es sólo que te brillan los ojos cuando hablas de él. — gritó subiendo las escaleras.
Rodé los ojos. Mortales.
Llamaron a la puerta y me dirigí a abrirla.
Jared se encontraba del otro lado con una mega sonrisa en su rostro.
— Hola, Nef. — me dijo con sus manos dentro de las bolsas de su chaqueta de cuero.
— Hola. — dije sin evitar poner mi sonrisa de estado estúpido. — Pasa. — lo invité y cerré la puerta detrás de mí.
Nos dirigimos a mi cuarto una vez que nos servimos helado en dos copas.
Las dejé en la mesita de noche y abrí mi laptop. La última página estaba en esa odiosa página de ángeles con ideas equivocadas.
— ¿En qué nos quedamos? — dijo él quitando su estorbosa y sexy chaqueta de sus hombros.
Tenía un cuerpo escultural. ¿Cómo no me había fijado antes?
— Ah. — dije saliendo de mi ensueño. —Creo que nos faltan agregar imágenes y la opinión del trabajo. Claro que la portada será impresa. — dije señalando las hojas que estaban entre mi laptop con nuestro trabajo.
— ¿Tienes las imágenes impresas? — me preguntó.
—Creo que... se me olvidó. — dije sonriendo un poco tímida. — tú sabes muchas cosas que hacer el fin de semana. — le expliqué guardando imágenes en una USB sobre ángeles caídos, pero era clarísimo que todas eran más que sobre editadas.
Los mortales no saben hacer una foto realista ¿o qué?
Mientras nos dirigíamos a una imprenta a unas cuadras de mi casa, comencé a preguntarme qué sentimiento se suponía que era éste que me revolvía tanto el estómago.
— Entonces... ¿Pop o rock? — empezó de nuevo con la dinámica de ayer.
— Mmm, no lo sé, me gusta un poco de todo pero no soy muy fan de nada en concreto. — le confesé.
— De acuerdo. — dijo riendo bajo. — Entonces... ¿Restaurante o bar? — dijo un poco serio.
— Bar, hablando de eso, — lo interrumpí antes de que dijera alguna palabra más. — estuvo muy bonito lo de ayer en la noche, y de verdad que me gustó y mucho, pero, ¿sabes?, sería menos incómodo si hiciéramos algo menos formal. — le sugerí con una radiante sonrisa.
A Jared pareciera que se le quitaba un peso de encima y sonrió como si pudiera ver su futuro.
— ¿Es en serio? — dijo un poco asombrado. — Wow, tú eres genial, solo que pensé que... Tú sabes, querrías algo tranquilo. Pero ya que lo dices, ¿qué sugieres para una próxima cita?
Sí, no lo negaré, mi corazón se aceleró al escuchar la palabra cita.
— Un antro sería una muy buena opción. — le dije entrando en la imprenta y entregando la USB al chico que me atendía.
— Entonces, un antro será. — me dijo asintiendo para sí mismo.
El chico que me atendió me entregó la USB y las hojas con las imágenes.
Volvimos a mi casa mientras en el transcurso hablábamos sobre qué antros podríamos visitar y cosas por el estilo.
Subimos de nuevo y regresamos nuestra atención al trabajo.
Me sentía bastante humana con él cerca y no me preocupaba nada externo, ¿era por esto por lo que los mortales sufrían tanto cuando se separaban de las personas que amaban?
Terminamos de pegar las imágenes entre risas.
— Bien, es todo. — dije sonriendo abiertamente.
— Nos falta la opinión. — recordó Jared.
— Mmm, podemos hacerla en un rato más. — propuse.
— Está bien. — dejó de escribir y me dio una sonrisa cansada.
Jared agachó la mirada y vio el trabajo, cansado.
— Eh. — llamé su atención pero él no me atendió. — ¿Todo bien? — pregunté buscando su mirada.
Asintió con la cabeza y recogió sus cosas.
— Tengo que irme. — me miró a los ojos. — Mi tía está enferma y no la quiero dejar sola.
— Oh, está bien. — dije con una sonrisa aunque un poco decepcionada.
Jared salió sin despedirse y con la mirada gacha, de repente se había rodeado de un aura grisácea y fúnebre.
No entendía qué era lo que pasaba. ¿Había dicho algo inapropiado?
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Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)
FantasiEmma, un ángel de sanación, sacrifica su cómoda vida y con ello se une a los mortales por salvar la vida de su hermano, sin embargo, Milton, el ángel supremo del cielo del Sur, la busca mientras lleva una vida como mortal. Ella no sabe la razón y e...