Emma
Sentí un ardor recorrer toda mi espalda mientras Jared trataba de calmar a Mason para que no matara a Verno por haber arrojado la flecha aunque sabía muy bien que Jared quería matar a Verno tanto como Mason pero por obviedad estábamos en desventaja puesto que Edom era el reino de Verno.
— Mason, recuerda dónde estamos. — le dijo Jared.
No me importa donde estemos, si es su reino o no. Me importa un carajo, esa niña bonita verá cómo le abriré la garganta.
Retiré la flecha de mi espalda y la tiré girándome amenazadoramente hacia la súcubo.
—¡Ya basta! — dijo una vez que tuvo la atención de todos. — Haga lo que haga ¡sigue siendo mi madre! — gritó bajando los escalones. —No la metan en esto.
—Tu "madre" casi mata a 5 ángeles sin mencionar que asesinó a dos sólo por advertencia. — gruñí en dirección a Verno.
— Recuerda dónde estás, pequeño ángel. — gruñó Lilith desde el suelo. — Es Edom, el reino de mi hija y si ella dice algo lo cumples o considérate muerta.
Me volteé hacia Lilith y la tomé del cuello acercándome de un jalón para quedar a la altura de su cara.
— Si piensas que voy a perdonarte por lo que has hecho estás equivocada, no voy a descansar hasta verte muerta. — le dije mientras sus manos tomaban las mías para que soltara su cuello. — ¿Me oyes? ¡muerta!
Las chicas llegaron por detrás y me apartaron de Lilith aunque con gran dificultad.
— No viniste para eso, Emma. — me recordó Verno desde los escalones y con expresión seria extendió su mano. — La llave.
Fruncí el ceño y la encaré acercándome lo más posible a ella hasta que Anton y Zianya me tomaron por las manos y me pararon.
— Ni muerta. — le gruñí.
Su ceño quedó fruncido y su postura se tensó. Estábamos luchando con las miradas y prácticamente yo iba ganando.
Un alarido de dolor se escuchó detrás de nosotros y todos volteamos a donde Lilith descansaba apoyada en una pared viendo sus uñas. A su lado Baruck sostenía una daga que parecía más una espada, pero eso no me llamó la atención...
Zayd se hacia bolita en el suelo mientras veíamos cómo se retorcía.
—¡No! — gritó Helen corriendo hacia Zayd pero Pamela la tomó por un brazo y Helen cayó al suelo lamentándose.
Estaba inherte, mis ojos se ampliaban y mi respiración se agitaba cada vez más, la daga de Baruck se posó en la garganta de mi hermano y abrió desde su garganta a su ombligo. Baruck volteó a verme y sonrió sin vergüenza alguna.
— Zayd... — susurré mientras sentía cómo mi corazón bombeaba mucho más icor en vez de sangre.
—¡Pugnare mihi! — gritó Baruck y en cuestión de segundos el techo del castillo de Verno era destrozado por los demonios y súcubos de Saitor.
Todos los ángeles se pusieron en guardia, incluso Helen con lágrimas en los ojos y protegiendo el cuerpo de mi hermano.
Mi objetivo era uno, Verno no era a quien debía matar, en definitiva. Baruck moriría y vengaría el alma de Zayd. La de los ángeles que murieran en éste enfrentamiento, pues sin duda era el más definitivo de todos.
Con las manos temblando por la rabia coloqué la piedra de jade en la llave de Edom y ésta lanzó un enorme esplendor verde por todo el castillo mientras yo sostenía la espada en alto sin apartar los ojos de Baruck. La atención de todos se posó en mí pero Baruck fue el que quedó con la boca colgando, él no pensaba que yo buscara eso, al contrario pensaba que era sólo un mito inventado por sus padres. Lo sabía puesto que su expresión lo indicaba todo, era su fin, y él lo sabía.
Corrí abriéndome paso entre empujones y ataques con las súcubos que se me lanzaban para que no llegara a su rey.
Una flecha atacó mi espalda y caí en el suelo de lleno, volteé a ver en mi espalda y vi como Verno corría en dirección a mí lanzando flechas hacia las súcubos que trataban de atacarme.
Llegó a mi espalda y me levantó sin ninguna señal de ataque contra mí.
— La flecha se desvío. — dijo mientras lanzaba una daga a la cabeza de un demonio y yo tomaba su arco junto a una flecha y la encajaba en la cabeza de una súcubo. — No dejes que Baruck escape.
Gruñó y alzó su espada lanzando un destello rojo haciendo que tanto ángeles como demonios cayeran al suelo. Mi vista volvió a Baruck, quien aventaba a Lilith a un lado para salvar su vida, me levanté de un salto y corrí hacia Baruck.
Podía ver cómo Nerea cubría mi espalda mientras protegía a Alex quien había resultado herido.
Tropezaba con varios cuerpos, tanto de ángeles como demonios. Desafortunadamente había más de nuestro lado que de el enemigo. Mis ojos se fijaron en Baruck.
Él trataba de abrirse paso entre los ángeles que hacían un intento de sacarlo de quicio. En un movimiento más rápido de lo que mis ojos podían seguir terminó con los ángeles.
Jared, está tratando de escapar, cúbreme.
Lancé la espada por mi hombro y cayó justo en su funda, me dirigí a uno de los postes que rodeaban el recibidor y lo escalé corriendo por los pasillos del segundo piso.
—¡Et porta caeli! — gritó Jared y sonreí.
Ni Baruck, ni Lilith, y mucho menos los demonios tenían escapatoria alguna.
Llegué antes que Baruck a la puerta y la bloqueé, él frenó a tropezones y retrocedió para después huir, pero Verno ya estaba ahí para bloquear su intento de escape.
— ¡Pugnare mihi, Azazel! — gritó Baruck y en un abrir y cerrar de ojos una criatura escalofriante y gigante surgió del suelo mientras él trataba de encontrar un escondite.
Verno y yo nos quedamos boquiabiertas y con un balancear de brazos de la criatura nos empujó hacia las paredes. Verno y yo observamos a la criatura desde nuestros lugares adoloridas y con el cabello echo marañas.
La criatura no era nada más y nada menos que uno de los demonios que cayó junto a Lucifer, uno de los demonios más poderosos del Infierno.
Azazel rugió dejando a todos desorientados y absortos, todos los ángeles quedaron con expresiones horrorizadas.
Usa tu espada Emma.
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Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)
FantasíaEmma, un ángel de sanación, sacrifica su cómoda vida y con ello se une a los mortales por salvar la vida de su hermano, sin embargo, Milton, el ángel supremo del cielo del Sur, la busca mientras lleva una vida como mortal. Ella no sabe la razón y e...