Capítulo 90

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Emma

Me levanté adolorida del suelo frío, las garras de Azazel se sentían aún tomando mi cuerpo y aplastando cruelmente mis alas. Observé a mi alrededor y ví como todos fijaban su mirada en el suelo donde se suponía que se mantenía el pentagrama, pero no había nada, sólo ceniza.

Jared se acercó a levantarme y ví como Mason me observaba desde el suelo y detrás de él una cola de ángeles.

—¿Qué? — fruncí el ceño.

— A pesar de odiarla a morir, debo aceptar que fue muy valiente su acto. — se acercó Verno a mí.

—¿Qué? — dije aún confundida.

— Lo siento, Emma. — Verno puso una mano en mi hombro y lo apretó con un poco de pena. — Nerea entró al portal para evitar que Azazel te llevara con él... Lo siento mucho, en serio. — torció la boca.

—¿Qué? — dije por tercera vez desorientada pero con tanta tristeza por dentro.

Alejandro abrió sus ojos desde su lugar y observaba la ceniza que había quedado del pentagrama con lágrimas nublando su vista. Negó con la cabeza repitiendo el nombre de Nerea varias veces para después lanzar un doloroso grito. Cerré los ojos escuchando el lamento de Alejandro y las lágrimas rodaron por mis mejillas.

Et porta caeli. — dijo Jared sin muchas ganas y el castillo entero se selló.

El gran salón se quedó en silencio un instante hasta que una voz irritante interrumpió la paz.

Aplaudió haciendo una pequeña pausa entre cada aplauso. La ira hervía con tan sólo ver su sonrisa.

— Bravo, simplemente impresionante. — sonrió de lado mostrando sus manos. — Hermoso espectáculo, aunque me hubiera gustado que en lugar de esa insignificante ofrenda mi hermana hubiera entrado en ese portal.

Verno lo vio con una sonrisa.

—¿Algún otro comentario? — sugirió. — Tal vez algo que tenga que ver con la muerte del hermano de Emma, o con la de Crescente y Daniela... ¿Qué tal con la de Naty? Porque está mas que claro que fuiste tú la que asesinó a esa pobre chica.

No había olvidado eso por completo, no sabía si Verno lo hacía a propósito que era lo más obvio, pero mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas la sonrisa de Baruck crecía.

— Espero que no tengas ningún comentario más. — le gruñí. — Da tu último aliento porque no respirarás más, da tu último vistazo porque no verás más, da tu últimas palabras, porque no podrás hablar nunca más.

Baruck sonrió burlándose aún más, estalló en una tremenda risa descontrolada.

¿Sabes qué? Olvida eso de que no lo dañes. Mátalo. Mátalo de una buena vez.

— Cariño necesitas más que una espada con una gema en su centro para matarme, nunca obtendrás el poder de la maldición que dejó mi padre. — se cruzó de brazos. — Quiero que si quiera lo intentes.

Mis dientes se apretaron.

Da mihi fortitudinem. — gruñí sacando la espada que descansaba en la funda a la cual llamaban llave de Edom. — Asmodeus.

Un fulgor verde cubrió la espada para expandirse por todo mi cuerpo y llenarme del color verde jade que procedía de la gema. Los ojos de Baruck se abrieron completamente y su boca titubeó.

Di un paso adelante y él retrocedió. Corrió buscando una salida pero en un pestañear yo estaba a su costado, todo pasaba como si estuviera una cámara lenta.

Lo tomé del cuello y lo acerqué a mi cara para que pudiera ver el daño que me había causado, mi rostro no mostraba ninguna expresión sólo sentía que las venas iban notándose de color negro mientras salían de mis ojos.

¿Estás segura de asesinar a mi hijo Baruck?

Escuché en mi mente, no era la voz de mi otra yo, era la voz del mismísimo Asmodeus.

Merece morir.

Que la espada cumpla el deseo de tu corazón y que tu mente esté pensando correctamente. Yo te doy el poder de las almas de Edom.

Un mensaje apareció en mi mente con una luz brillante.

La espada no brillará,
Pues una pieza faltará,
La vida de uno podrás quitar,
Más sin embargo puedes fallar.

Sus rostros no distinguirás,
Pues esa no es su realidad.
Detrás de un pacto se esconderá,
Trata de no fallar.

Uno de ellos no es malo en realidad,
Más no verás su naturaleza real,
Poseído el ser estará,
Por el trato que hizo ya.

Al final te traicionará,
Pues su objetivo cumplido estará.
Huye de las llamas,
No son flores en verdad.

Cuando las gemas completas estén
Formarán una gran E
Pues a Edom ellos pertenecen
Descendientes del gran rey.

La espada escondida está,
Y no revelará su identidad,
Pues no existe a los ojos
Que posee un demonio.

Pertenecientes a una familia son,
Hermanos de corazón,
Más necesitan un ser supremo
Para a la espada usar a su favor.

Lucharán por el ángel los dos,
Quieren cumplir su objetivo,
Ascenderán a la tierra
Y el mundo estará perdido.

Y la espada atravesó el cuerpo de Baruck haciendo que lanzara un enorme grito de dolor.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora