Capítulo 78

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Jared

—¿Supremo del este? — preguntó Milton.

—¿Qué estás haciendo aquí? — se abrió paso Nerea entre todos y lo encaró. — El cielo se verá afectado por tu culpa.

— Fiorella está a cargo. — la miró con superioridad. — Vine a ayudar porque eres una del este, la familia protege a la familia.

— Tú. — lo apuntó con su dedo en el pecho. — No eres mi familia. Mi familia está muerta.

—Lo sé, lo lamento por Danniell. — dijo sin mostrar una sola expresión en el rostro. — Es por eso que no puedes continuar con esto, nos vamos a casa. — la tomó del brazo y la arrastró contra su voluntad, Nerea se zafó de su agarré con un violento movimiento.

— Yo no les pedí que me ayudaran, me ofrecí a hacerlo. — se encaró Nerea con Alejandro.

— No te estoy preguntando. — siseó él encarándola.

— Y yo no te estoy respondiendo. — Nerea se dio la vuelta azotando su pelo en la cara del supremo y se dirigió a su habitación.

— Vuelve en este instante, Nerea. — bramó Alejandro.

— Oblígame. — le gritó Nerea.

— Te desterraré. — gritó de vuelta.

— Me da igual si lo haces o no. — dijo ella moviendo la mano en el aire.

— No protegeré a tus descendientes como lo pediste. — gritó con fuerza.

— Emma lo hará. — gritó Nerea sin volverse.

— Deja de portarte de esa manera conmigo, puedo acabar con tu vida en un abrir y cerrar de ojos. — la amenazó e hizo que tocara mi espada por si acaso.

— Y tú deja de portarte como el idiota que siempre fuiste. — lo miró desde lo lejos. — Deja de portarte como si fueras la gran cosa del este. — avanzó rápidamente a Alejandro. — Puedes ser el supremo del este y puedes tener linaje de Arcángel pero para mí eres un ser con alas y ya. No te voy a respetar por lo que dice tu espada o un papel, mi mamá no lo hizo, mi papá no lo hizo, mi hermano no lo hizo y yo tampoco lo haré. — quedó a escasos centímetros de la cara de Alejandro. — Puedes volver a ser el ser perfecto que todos aman, no voy a regresar.

Voló al tercer piso y caminó por los pasillos hasta llegar a su habitación y azotar la puerta tras de sí. Alejandro masajeó sus sienes y miró a Emma con cansancio.

— ¿Tienes un cuarto en donde pueda dormir? — preguntó de forma cansada.

—¡Claro que sí! — Verno enlazó su brazo con el de él y caminó por el pasillo conversando con él como si nada hubiera pasado.

— Cuanta confianza. — dijo Emma al mirar a Verno y Alejandro caminar hacia las escaleras.

— Ni te imaginas. — dije suspirando y poniendo mis manos en la cadera. Ella frunció el ceño y me dio una mala mirada interrogándome. — ¿Qué?

Emma rodó los ojos y caminó a una habitación cualquiera, la seguí desde atrás pensando que querría compañía.

— No sé si las cosas cambiaron entre ustedes. — me dijo abrazándose y viendo al espejo.

— Nada ha cambiado... — dije cerrando la puerta tras de mí, por pura suerte ésta era mi habitación.

Ella tocó el espejo y se formó un silencio sepulcral. En el espejo estaba la que era antes, la misma mujer que quería asesinarme pero a la vez la que nos ayudó a escapar.

— Tus ojos no dicen lo mismo. — sentenció el reflejo del espejo. — Gritan amor pero no es por Emma. — sus ojos se volvieron oscuros. — Tu corazón vacila entre dos personas, puedo sentirlo. — frunció el ceño y miro a todas partes como si pudiera ver en mi mente. — Es Emma y una chica más fuerte, llenó un vacío que Emma dejó... Pero ¿quién es esta chica, Jared? — dijo mirando mis ojos fijamente. — Acércate. — ordenó y yo negué con la cabeza tragando saliva. — Si no tienes nada que ocultar no hay nada que temer. — no quitó su expresión seria, Emma se hizo a un lado sin dejar de tocar el espejo tenía la cabeza gacha sin emitir ningún sonido.

Me puse frente al reflejo de la antigua Emma y me mantuve firme.

— ¿Es...? — abrió los ojos sin poder creerlo. — ¿Verno?

Tragué saliva cuando Emma levantó la cabeza de golpe y tenía los ojos como platos.

—¿Verno? — preguntó mirando al espejo y después a mí. —¿Verno? — sus ojos se llenaron de lágrimas. — ¿Todo este tiempo que yo sufrí por lograr salir de ese horrible lugar tú amaste a Verno? — sollozó mientras apretaba sus dientes.

— Yo no... — negué sin saber con exactitud las palabras que tenía que decir.

Yo no amaba a Verno, solo la quería que era algo diferente. Pero no sabía como explicárselo a Emma.

Ella apartó el dedo del espejo y se dirigió a la puerta apretando los puños.

—No, Emma. —le bloqueé el paso y ella ni siquiera volteó a verme a la cara simplemente me esquivaba.

—¡Quítate por el amor de Dios! — eso hizo que trastabillara y cayera al suelo. Aproveché la oportunidad para cerrar la puerta con llave. Ella se acercó gateando y luchó contra la puerta. — Sabes bien que puedo tirarla. — se quejó mientras se ponía de pie.

Et porta caeli. — la puerta del cielo pondría una barrera que mandaría a cualquier ser, ya sea ángel o demonio, con una descarga de electricidad.

Emma gruñó y se dirigió al balcón pero la puerta del cielo ya estaba ahí, prácticamente bloqueaba todo menos el suelo.

— ¡Dejame salir! — gritó mientras trataba de romper el suelo.

— Ya basta. — la tomé por debajo del pecho aprensándola y haciendo que parara incluso luchó conmigo hasta que caímos a la cama y me puse encima de ella bloqueando sus movimientos bruscos. — ¡Para!

Ella dejó de moverse y cuando lo hizo tenía lágrimas en sus ojos.

—¡Yo di todo por ti! Arriesgué mi vida por ti, arriesgué mi familia, arriesgué a mis amigas, arriesgué todo. Eras lo único que me importaba y tú lo que hiciste fue besar a alguien más mientras yo luchaba contra mi propio cuerpo por poder reunirme contigo. — gritó todo mientras lloraba. Eso me partió el alma pero a la vez me enfureció.

—¡Yo también lo arriesgué todo por ti! Dejé a mi tía, a mi padre ¡Todo! No sé como pasó esto pero te aseguro que yo no amo a Verno. — le grité de vuelta.

—¿Ahora no la amas? — gritó tratando de zafarse. — No me importa cuales sean tus malditas explicaciones, mataré a Baruck y Verno volverá a Edom, volveré a el cielo y viviré con las personas que amo, incluso Aine y Elián. — se retorció

—¿Y nosotros? — dije herido.

— No hay un nosotros. — soltó con rabia. — Al menos no desde que decidiste sentir algo por Verno.

Sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo y los míos también. Aparté un mechón de su cara y ella hizo un puchero leve para dejar paso a sus lágrimas, las sequé y me apoyé en una mano.

Reverti. — las puertas del cielo desaparecieron y Emma me empujó para poder salir de la habitación enfurecida.

¿Qué carajo estoy haciendo?

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora