Emma
Lo amaba. Amaba la sensación de poder sentir a Jared de nuevo, amaba la sensación de poder sentir el aire azotando mi cabello, amaba la sensación de poder regir sobre mi cuerpo y no tener que ver todo como un espectador.
— Estás aquí. — susurró Jared en mi cuello y yo asentí sin querer romper el abrazo. Por muy raro que fuera, era de lo mejor despertar y tener a Jared en esta postura. — ¿Qué diablos fue todo eso?
Ésta vez me separé pues sabía que tenía que explicárselo todo.
— Es demasiado temprano para explicarte, y en serio que es una larga historia. — dije viendo al horizonte.
Abajo se escuchaba cómo luchaban y todos trataban de defenderse a sí mismos, así que aprovecharía para contarle lo esencial a Jared.
— Sé como matar a Baruck. — le confesé de golpe. — Pero tengo que volver al castillo para sacar lo que tenía recopilado.
Jared asintió y yo caminé al hoyo, pero me detuvo tomando mi mano con suavidad. Hizo un ademán con su cabeza y lo seguí, volamos a la segunda planta y abrí el ventanal donde había escondido las escrituras y la E incompleta.
— Espera aquí. — le dije a Jared y él asintió mientras yo cerraba el ventanal y él me daba la espalda.
Corrí al espejo de cuerpo completo y me miré en él, lo toqué con la yema de mi dedo y esperé.
— Al fin llegas. — dijo el reflejo de mi otra yo.— Es horrible estar encerrada aquí.
— Lo sé, pero como ya te dije, era eso o morir y en definitiva yo no quiero que mueras. — le dije dándole una sonrisa.
— Si, — ella sonrió y me miró con cariño. — gracias.
— No hay de qué. — le sonreí.
Despegué mi dedo del cristal y me dirigí a donde recordaba que se encontraban las escrituras y la gran E, estaba apunto de salir y me paré volviendo al armario y buscando un bolso para que no se cayeran las cosas que tenía en la mano.
Tomé el bolso y metí las escrituras tomé una prenda del armario y envolví la gran E en ella, después la coloqué con cuidado en el bolso.
La puerta de la habitación fue destruida generando que cayera al suelo y me quedara viendo a la dirección.
Baruck veía dentro de la habitación y escuchaba cómo Verno gritaba su nombre mientras corría por los pasillos. La cara de Baruck fue de sorpresa cuando vio que mi cuerpo ya no tenía icor, que había vuelto a su normalidad. Él negó con la cabeza y Jared entró por el ventanal con su espada en mano.
— ¿Qué le has hecho? — Baruck se abalanzó contra Jared y sus espadas chocaron.
— No le hice nada. — Jared lo empujó y lo dejó en el piso.
¡No! ¡No dejes que le haga daño por favor!
— Jared. — Apoy6e mi mano en su pecho con suavidad antes de que encajara su espada y dañara a Baruck, él no apartaba su vista venenosa de el ser que yacía en el suelo con la misma mirada que él. — No.
— ¿Por qué no? — gruñó sin mirarme y con la mandíbula apretada. — Debería matarlo ahora mismo por lo que te hizo.
— Jared. — puse una mano en su corazón e hice que me mirara a los ojos. — Vamos.
Una espada normal no puede matarlo.
Cuando escuchó mis palabras en su mente, apartó su espada del cuello de Baruck.
— Ni se te ocurra seguirnos. — lo amenazó mientras salíamos de la habitación topándonos con Verno quien observó a Jared con los ojos abiertos.
— ¿Estás bien? — se acercó al rostro de Jared comprobando que todo estuviera bien. — ¡Estás herido! — tocó los cortes que antes le había hecho. — Vamos, dejemos a Emma, tus heridas son muy profundas, volveremos otro día. — lo tomó de la mano y lo arrastró por el pasillo.
Él me miró con unos nervios que no comprendía. ¿Qué tenía de malo que Verno se preocupara por él?
Le di una sonrisa y toqué la mano de Verno, ella se paró y sentí como presenciaba mi ser. Ella volteó rápidamente y me miró con los ojos abiertos de par en par.
— Emma. — dijo sorprendida y soltando la mano de Jared. — ¡Me alegro tanto de que estés aquí! — dijo con emoción y me abrazó lastimando mis alas y por supuesto me quejé. — Lo siento. — se separó torpemente.
— Emma. — se escuchó una voz al final del pasillo. Cuando todos volteamos vimos a Baruck apoyado en el marco de la puerta. — No me hagas traerte hasta aquí.
Entre cerré los ojos en su dirección.
— Vámonos. — tomé la mano de Jared.
— Camino equivocado. — dijo mientras iba en la dirección opuesta a la nuestra.
Lo miré con incredulidad y escuchamos cómo una máquina se movía con dificultad por los cimientos. Una barrera con púas letales se acercaba sin disminuir su velocidad.
— ¡Corre! — tomé con fuerza la mano de Jared y lo jalé mientras él tomaba la mano de Verno y la jalaba para que corriera con nosotros.
Del otro lado se escuchó el mismo sonido y otra pared se vio al otro lado del pasillo. Impulsé a Jared con la fuerza que me quedaba y deje que Verno fuera adelante. Ella podría ayudar más que yo si alguno moría.
— ¡Sigan! — les grité mientras soltaba un listón de mi peinado y lo lanzaba arriba jalando el conducto, eso solo nos avisaría que tan cerca de nosotros venía.
— ¿A dónde? — se alarmó Verno al ver que la pared contraria destruía las manijas de las puertas.
— Justo ahí. — le señalé la habitación donde habíamos estado hace unos instantes.
Ellos corrieron y Jared empujó a Verno quien sólo lo ralentizaba, ella ya estaba en la habitación. Busqué arriba de mí, con suerte podría alcanzar un ducto de ventilación y salir con vida, pero no arriesgaría a Jared. Solté el otro listón de mi pelo y lo tuve a la mano.
— ¡Vamos, Emma! — gritó mientras entraba a la habitación. No entré detrás de él, pues las paredes ya venían cada vez más cerca. — ¡Emma! — fue lo único que escuché antes de que la pared sellara la entrada de la habitación.
Lancé mi listón y abrí el ducto con facilidad. Esperé un momento y saqué mis alas volando con la única intención de darme un leve vuelo.
Las paredes se cerraron debajo de mí y pude respirar con tranquilidad, guardé mis alas y fui gateando por el ducto hasta llegar a una rendija del tercer piso. La abrí con cuidado y fui a la habitación que se encontraba arriba de donde estaban Jared y Verno. Sabía que no tendría la suficiente fuerza para atravesar el techo de la habitación de abajo, pero eso no era un impedimento.
— Querida, mis manos son tuyas. — le dije a mi otra yo.
Será un placer.
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Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)
FantasíaEmma, un ángel de sanación, sacrifica su cómoda vida y con ello se une a los mortales por salvar la vida de su hermano, sin embargo, Milton, el ángel supremo del cielo del Sur, la busca mientras lleva una vida como mortal. Ella no sabe la razón y e...