Capítulo 33

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Salí por las puertas del cielo, furiosa, arrasaba con todo lo que se ponía en frente y obstaculizaba mi camino.

Me dirigí a las blandas nubes, que por cierto, era la salida apropiada para bajar al mundo de donde venía, o donde creía que era mi lugar.

Pero... ¿A dónde iría?

¿A la casa de Aine? ¿Con Daide? ¿Con Jared?

No. Al bosque, a despejar mi mente, a pensar las palabras de Leik y pensar en algo más.

— Eh, ¡Espera! — detrás de mí venía el ángel que me había hecho abrir los ojos de una manera brusca...

Y ahora, el mundo se veía diferente, y las personas en las que confiaba eran basura. Y el mundo en el que vivía era una farsa. Y las palabras que salían de su boca se enterraban en lo más profundo de mi alma.

¿Cómo Jared pudo hacer eso? ¿Cómo Aine y Elián pudieron hacer esto? ¿Cómo Cres no se daba cuenta de lo que pasaba en realidad? ¿Cómo no me di cuenta yo de lo que en verdad pasaba a mí alrededor?

— ¡Espera! — volvió a gritar Leik detrás de mí.

— ¿Qué? — le contesté furiosa girándome para encararlo.

— Yo voy contigo. — dijo seguro de sí mismo. — No me dejaste terminar... Trataba de decirte, que esa persona de allá. — señaló de dónde escapé. — No es tu madre.

— Eso ya lo sé. — fruncí el ceño sin comprender. — Era mi madre adoptiva.

— No, no. — movió sus manos rápido. — Tampoco es eso.

Me giré completamente decidida a irme.

— ¡Es un ángel! — gritó detrás de mí. — Y no es Aine.

Me petrifiqué en mi lugar y vi sus ojos oscuros que eran levemente cubiertos por su cabello desordenado.

Y entonces sus palabras se clavaron en mi mente...

¿Poder?dije confundida.

Oh, vamos, Emma. No me digas que eres tan tonta... Pregúntate a ti misma, ¿Los mortales podrían aceptar algo nuevo, sin siquiera dudar de ello?, ¿Lució sorprendido tu chico cuando le contaste la verdad?, ¿Por qué de repente encuentras a personas que te tenían olvidada?, ¿Y por qué los ángeles ahora aclaman tu nombre? Soy Leik, por cierto.

Me quedé mirando sus ojos en la oscuridad.

No quería escucharlo, quería hacerle caso a mi mente e impedir que me dijera esas cosas, pero una parte de mí, me decía que escuchara lo que tenía que decir. Ya decidiría yo lo que era real y lo que no.

La respuesta es tan simple.

Se rió en mi mente.

Sólo que tú no la quieres ver... Anda, piensa. ¿Un mortal podría amar a un ángel caído?

Fruncí aún más mi ceño, estaba confundida acerca de todo.

¿Qué tiene que ver Jared en esto? Hablé en su mente.

Si tu chico no supiera que ahora tienes poder para dominar el cielo, y por lo tanto la tierra, ¿crees que se hubiera quedado a tu lado?... No, Emma. Estas absolutamente mal si crees eso. Los mortales, quieren poder, y... ¿qué mejor que alguien con tanto poder como el tuyo?

Giré mi cuerpo hacia él, ya que solo tenía mi cabeza girada. Lo miré con mucha atención.

¿Por qué sigues creyendo que tu chico fue una mera coincidencia? No, Emma. Te e-q-u-i-v-o-c-a-s. Los mortales no son los únicos que confabulan contigo. ¿Qué te hace creer que Aine y Elián, no tenían previsto que eras la hija de Daide? Por lo tanto, la heredera y la chica amada por Milton. Te recuerdo que Daide y Elián eran muy buenos amigos antes de que Daide cayera. Sin embargo, eras la excusa perfecta para tener poder en sus manos.

Algo, en lo profundo de mi mente, me decía que él lo hacía por advertirme algo, y cada cuando alzaba su barbilla a mi espalda, donde Aine se encontraba, y por cierto en mucho silencio. Tal como si pudiera escuchar la conversación entre Leik y yo.

No entendía nada de esto...

La persona que tienes a tu lado no es Aine, es...

No lo dejé terminar.

— ¿Importa? — dije cruzando mis brazos.

— Es el punto clave de esto, Emma. — dijo acercándose a mí.

— ¿Que Aine sea un ángel, es el punto clave de esto? — pregunté.

— No. — se pegó en la cabeza. — ¡Ella no es Aine! Es un ángel que tomó la forma de Aine. — me sacudió.

— Sigo sin entender. — dije aturdida.

— Dije todo eso porque la Aine falsa estaba escuchando la conversación. — dijo como si todo fuera obvio.

Fueran mentira o no sus palabras, me hicieron pensar mucho y preguntarme si en verdad las personas sólo querían poder.

Fruncí mi ceño.

— ¿No fue verdad lo que dijiste? — dije con la ira hirviendo en mí.

— No, aunque fue muy fácil llamar tu atención y hacer que creyeras cada palabra que salía de mi boca.

Lo miré mal.

De todos modos, tenía unos asuntos que arreglar.

Me adelanté y me tiré por la fina capa que separaba el cielo del mundo.

Y como si fuera un flashback, mi caída se repetía en mi mente.

Pero ésta vez. Nadie me encontraría.

¿Por qué había creído lo que Leik me había dicho en ése momento? No lo sabía, pero incluso una parte de mí no lo quería descartar como una posibilidad.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora