Capítulo 15

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— Primero que nada, tenemos que terminar el trabajo de Literatura, Jared. — le dije riendo por su desesperación. — ¿Tú qué sabes si me pasa algo?

De nuevo.

Jared resopló y se tiró del cabello.

— Está bien. — gruñó y se sentó en mi cama.

Después de terminar toda la edición y de colocar las imágenes quedamos satisfechos. Solo nos faltaba una cosa más...

La opinión.

Después de eso, tendría que contarle todo a Jared, desde cabo a rabo.

— Bien, sigue tu opinión. — le pasé la hoja en donde puse una opinión cualquiera sobre el tema.

— De acuerdo. — Jared escribía y volvía a escribir.

De repente me entró la curiosidad de lo que estaría escribiendo, ya que este tema tenía que ver con mi situación y contaba mucho lo que él opinaba acerca de ello.

Por un momento me volví a perder en mis confusos pensamientos.

¿Y si cuando le contara a Jared toda la verdad, Milton lo encontraba?

Todos mis miedos aparecieron de repente frente a mis ojos. Y todos y cada uno de ellos incluían a Jared como si su vida dependiera de toda la verdad que le ocultaba. Y eso me aterró, yo cambiaría su manera de ver el mundo.

— Oye, Emma. — llamó Jared sacándome de mi nube de pensamientos.

Lo miré y con una sonrisa me dio el papel en donde había escrito todo.

Lo miré y había escrito una larguísima opinión personal.

Lo miré con flojera y él rodó los ojos y me tendió la mano para que le entregara el papel y lo pudiera leer de su voz ronca.

Jared se aclaró la garganta y yo me puse cómoda en mi cama.

— En mi opinión, — empezó y yo le di una sonrisa muy grande. — los ángeles caídos son un gran y blasfemo mito. Estas criaturas no pueden ni deben existir ni por un pecado. Opino que todos los ángeles deben ser buenos y que los que fueron expulsados deben ser exterminados. Debe ser una cosa horrorosa por sus deformaciones y no podría ni imaginar que estuvieran entre nosotros. Estas criaturas están fuera de lo normal y por lo tanto no deberían existir. Serían una amenaza para toda la humanidad. En lo personal esas extrañas y desagradables criaturas deberían pudrirse en el infierno y no recibir perdón alguno. Yo digo que se verían físicamente como demonios. Si me topara con uno le quemaría hasta hacerlo cenizas y destrozaría cada una de sus plumas si es que siguen teniendo alas.

Mi sonrisa se borró poco a poco con todas sus palabras y mis ojos se entrecerraron aguantando las lágrimas. Sus palabras se encajaron como cuchillas en mi corazón y es cuando me di cuenta que de verdad me importaba su opinión...

— Incluso si habitaran entre nosotros me daría una total repugnancia siquiera cruzar miradas con uno o peor aún, tener contacto con alguno... — continuó Jared.

Pero lo corté con un movimiento.

— Basta, Jared. — le dije con mi mano aún levantada y mi cabeza gacha tratando de no llorar por todas esas cosas odiosas que salieron de la boca de Jared.

— Pero aún no termino. — se quejó Jared.

Quemarlo hasta hacerlo cenizas...

— Dije basta. — gruñí bajo mientras una lágrima se salía de mi ojo y viajaba por toda mi mejilla.

No deberían existir...

— ¿Qué pasa?, ¿te sientes mal? — preguntó acercándose a mí.

Destrozaría cada una de sus plumas...

— No te acerques. — dije alzando un dedo y desviando mi cara para que no pudiera ver mi lágrima derramada.

— Pero ¿qué tienes...? — dijo preocupado

Se ven físicamente como demonios...

Apreté mis ojos con fuerza y las lágrimas escaparon sin ningún sollozo de mi parte.

— Sólo vete. — dije al fin sin que mi voz se quebrara.

— ¿Qué? — Preguntó alarmado él — ¿Sucede algo?, ¿Te sientes mal? — dio un paso.

— No te atrevas a dar un paso más. — dije sin sollozar aún. — Vete. — dije en un susurro.

— ¿Qué? — dijo Jared más confundido que nunca.

— Vete. — grité esta vez sin voltear.

— Pero...

— Quiero estar sola... — dije excusándome. — quiero dormir.

— De acuerdo... Entonces. — por el rabillo del ojo lo observé tomar su mochila y dejar el trabajo encima de mi escritorio, después se acercó a mí.

— No. — dije. — Vete ya...

Vi la cara confundida de Jared con el ceño fruncido. Él sacudió su cabeza y salió con el ceño fruncido.

Fue mi señal para llorar abiertamente como tantas veces lo había hecho por Steve.

Mi cabeza estaba apoyada en mis brazos los cuales estaban apoyados en mis piernas. Lloraba descontroladamente repitiendo en mi mente una y otra vez las palabras que había opinado Jared de lo que yo era ahora.

Me dolía hasta el alma.

Por un momento pensaba que Jared estaba listo para ver el mundo de la manera en que yo lo veía... Pero comprobé que no.

Los mortales sí eran como todos decían allá arriba. A excepción de Aine.

Mi cuerpo se sacudió frenéticamente toda la tarde hasta que me di cuenta que era de noche y miré a mi alrededor.

Todo estaba silenciosamente callado, la noche parecía casi rota... Como yo.

Unas gotas que golpetearon la ventana me avisaron que una tormenta se acercaba.

Y como por cuarta vez, el cielo lloraba conmigo...

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora