Capítulo 14

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Mi cuerpo se recuperó con rapidez sin necesidad de usar mis poderes de sanación.

Un gesto muy lindo de Zayd fue el darme las plumas que se desprendieron de mis alas al actuar en el incidente de hace 4 días.

Sí, habían pasado cuatro días, y en todos esos días Jared me visitaba y me daba más atención de la que merecía.

Jared se portaba muy protector conmigo, y siempre que lo necesitaba me sacaba un enorme sonrisa. En las noches, cuando se marchaba a casa, besaba mi frente y me prometía que vendría mañana.

Mi casa se acostumbró a la presencia de Jared al igual que Aine y Elián.

Zayd también venía cuando Jared estaba en la escuela.

Pero no supe más de Milton, ni de Mason, y mucho menos de Daide. Como si la tierra se los hubiera tragado.

Aún no recuperaba mi voz del todo, pero cuando me quedaba sola, pensaba en la explicación que le podría dar a Jared, quien obviamente sabía que lo que pasaba estaba completamente fuera de lo normal.

Aún no encontraba exactamente las palabras que le diría, porque no podía soltarlo así de repente.

Pero eso no era lo que me preocupaba sino su reacción.

Jared podría tener una reacción negativa y opuesta a la que esperaba que tuviera.

Y sinceramente, me había acostumbrado a tener a Jared cerca, junto al gran cariño que él me brindaba.

Tener una vida, en la que lo implicaba, era muy normal ahora. Pero si su reacción era negativa... Yo no podría vivir sin Jared en mi vida.

Y fue justo ahí, acostada en mi cama y mirando a la nada, que me di cuenta que estaba dispuesta a compartir un pedazo de mi vida e incluso toda con Jared.

Yo lo quería y ahora lo necesitaba. Me era indispensable.

Me arriesgaría totalmente a su reacción. Él merecía la verdad... Y la tendría.

(...)

Un frío helado caló en mi espalda y en reacción a ello, me acurruqué más entre las cobijas.

Me quejé muy bajito, puesto que mi voz no se recuperaba del todo.

— Hola. — dijo una voz sorprendida. — Perdona por haberte despertado, solo quería venir a ver cómo seguías. — dijo Mason.

Mis ojos se abrieron de golpe al reconocer la voz de Mason.

Me senté en la cama para tener una mejor vista de él.

Sí, era Mason.

Mis ojos se enjugaron en lágrimas y me levanté como pude para abrazarlo. Mason me abrazó con fuerza como si no quisiera soltarme, y yo le devolví el abrazo con la misma fuerza.

Quería hablarle pero debido a mi problema no podía.

— ¿Aún no puedes hablar? — me preguntó mirando mis ojos.

Negué con la cabeza.

Él beso mi cabeza y acarició mi cabello.

— No había venido en días anteriores porque... —se calló por un instante. — Estuve arreglando unos cuantos problemas.

Lo miré confundida. Mason resopló.

— Daide y Milton desaparecieron... pero no te preocupes, supongo que no tienen que ver ninguno con el otro.

Me quedé pensando.

— No tienes que preocuparte por más cosas de las que tienes encima, Emma. — resopló. — Por favor, tómate un respiro.

Asentí contra su pecho.

— Y bien... — dijo con un tono serio. — ¿Quién es ese chico que siempre está contigo? Porque siempre que está contigo tú lo ves con esos ojitos de borrego con los que veías a Steve.

Rodé los ojos y lo aparté con un golpe juguetón en su pecho. Le sonreí.

— Es en serio, Emma. — repuso fingiendo estar afectado por la presencia de Jared conmigo. — Me está empezando a doler el trasero con ese tipo tan cerca de ti. — se sentó junto a mí en la cama. — Cuando estabas inconsciente en esa camilla y él llego, nos dio una mirada súper matadora a mí y a Zayd. — se rió a carcajadas al ver mi mirada de sorpresa. — Casi nos reclama, pero tu amiga mortal, eh, ¿cómo era?, ¿Aine? — yo asentí. — Ah, sí, bueno, ella le explicó que todos estábamos ahí por tu bien. Ella salvó tu trasero, Emma. — Mason soltó una risa. — ¡Qué no hubiera hecho tu noviecito al dudar de ti!

Negué frenéticamente con la cabeza.

— ¿Qué? —dijo entre risas. — Él no es tu novio. — afirmó Mason.

— No, no lo soy. — dijo una voz desde el marco de la puerta.

Los dos miramos la silueta recargada en la pared.

Ahogué una exclamación de sorpresa y corrí lanzándome a los brazos de Jared.

Era la reacción más inesperada puesto que ayer había avisado a Aine que no vendría, tal vez por un proyecto de la escuela. Y terminó viniendo.

Jared me recibió con un abrazo muy fuerte y un beso en mi coronilla.

— Hola. — me sonrió. — ¿estás bien?

Asentí y lo guié hasta la cama donde Mason seguía sentado.

Jared se quedó parado frente a mi cama mirando a Mason.

Con un gesto de manos, le dije a Mason que le diera la mano a Jared. Y de mala gana lo hizo.

— Mason, — dijo estrechando la mano de un Jared con el ceño fruncido. — hermano de Emma.

Jared entreabrió la boca y parpadeó mil veces por minuto. Y después de recomponerse, le devolvió el estrecho de manos a Mason.

— Jared, su amigo. — me señaló con la cabeza. — Eh, vine porque... — me miró. — Tienes cita con el doctor y ya sabes, va a revisar tus cuerdas vocales.

Asentí y arrastré a los dos fuera de mi cuarto cerrando la puerta.

Tomé unos jeans de mezclilla y una blusa sencilla de manga larga que me quedaba floja, tome unos converse negros y tomé mi cabello en una coleta.

Salí y los tres nos dirigimos a la clínica donde me atendieron hacía cuatro días.

(...)

— Bien, Emma. — dijo el doctor con un mango de paleta en mi lengua. — Parece que ya no hay más daños y por los estudios que hicimos, podrás hablar plenamente, gracias por seguir el medicamento al pie de la letra, por eso mismo te recuperaste tan rápido. Pero bien, empecemos con unos ejercicios sencillos. Di todas las vocales...

Y así paso el tiempo hasta que logré decir oraciones completas.

Salí contenta de la clínica y miré a Jared quien me sonreía. Lo abracé fuerte y lo miré.

— Supongo que ahora que puedes hablar... Tienes algo que contarme.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora