Jared
La puerta se abrió de un estruendo antes de que los labios de Verno me tocaran avisando mi perdición.
— ¡Quita las manos de Jared o te mueres! — gritó entre dientes Emma mientras todos observaban su figura y la espada en su mano que por cierto, era muy rara para ser una espada.
—¿Emma? — pestañeé sacándome de mi ensoñación. —¿Pero qué? — dije soltando las caderas de Verno.
Un momento, ya no sentía nada por Verno, era como si sólo la hubiera querido un momento pero su sentimiento se esfumó.
— Jared. — Verno hizo que la mirara. — Tú me amas ¿no es así? — sus ojos me inyectaron un sentimiento profundo.
— No. — bramó Emma. — No es así, el amor de una persona no se gana por medio de dones. — Emma envainó la espada alzándola y ésta destelló un fulgor verde.
Verno la vio con enojo y se alejó de mí poniéndose frente a Emma, dirigió la vista a la espada y dejo de fruncir el ceño para mirar la espada con ensoñación.
— La llave de Edom. — observó la espada con admiración, como si fuera lo más hermoso que pudiera haber. —¿Cómo la conseguiste? — miró a Emma sin ser amenazadora.
— No te importa en absoluto. — le gruñó y controló su expresión. — No harás preguntas. — Emma corrió a velocidad de la luz y apareció detrás de Verno. La sujetaba contra el filo de la espada y la súcubo sólo observaba el arma con miedo. — Obedecerás ordenes.
— ¿Órdenes?— gruñó Verno haciendo que Emma sujetara mejor la espada y apretó contra el cuello de ella.— Soy una reina, no recibo órdenes.— dijo entrecortada.
— Que mal, porque si no recibes órdenes dejarás de ser una reina muy pronto.— amenazó Emma.
Emma
— No puede ser.— Nerea dijo desde las escaleras.— Me voy por un rato y ya quieren asesinarse entre aliados.— fijo su mirada en mí y en Verno y su cara se iluminó. — Oh dios mío, déjame hacerlo a mí.
— No voy a matarla. — dije rodando los ojos y su cara decayó. — Aún. — y Verno tragó saliva haciendo que el filo de la espada cortara su cuello levemente.
— Emma.— se acercó Mason con las manos arriba para darme a entender que no me quería alarmar más, mi expresión debía estar muy distorsionada para que mi propio hermano realizara esa acción.—No hagas una estupidez, ella está de nuestro lado.
Lo miré mal y no solté a la súcubo que tenía apresada contra mi cuerpo.
— No sabes cuánto daño está causando.— siseé mientras lo miraba con súplica.— Tienen que creerme, por favor.
No te creerán, Emma. Recuerda que tienes icor en tus venas y que cuando eso sucede las cosas no salen nada bien.
Mi otra yo tenía razón, ellos creían que seguía inestable, me dolió.
Solté a Verno y suspiré mirando al suelo, guardé la espada en mi cinturilla y me tranquilicé a regañadientes para que todos pudieran ver que estaba estable como para que pudieran creer en mí. Verno corrió a esconderse detrás de Jared y él la vio raro, esto me ayudó a tranquilizarme por completo, Jared nunca quiso a Verno en realidad, todo era gracias a sus poderes que Lilith había heredado. Respiyre una última vez y observé como las venas volvían a su normalidad y mi cuerpo dejaba todo el poder que sentía antes.
— Yo... — suspiré tomando mi pelo sin saber como comenzar a explicar.
Chica, sé inteligente, si empiezas con lo que más te duele tu explicación no será válida... Sólo diles lo de la llave por ahora, lo que viviste con Baruck, usa lo que encontramos en la habitación.
— Sigue poseída aún.—acusó Verno acobardada desde la espalda de Jared.
— No sigo "poseída".—le gruñí y recomponiendo mi postura.— Me disculpo por mi comportamiento anterior, perdona Verno.— dije entrelazando mis manos.
— Yo quiero su auto control.— dijo Nerea asintiendo.
— Bien, yo...— puse mis manos detrás de mí pensando cómo explicar lo de mi otra yo. — Ah, bueno.— Volé hasta el cuarto donde había peleado con Jared y volví con un espejo en manos. Lo coloqué en el suelo y crují mis dedos, volteé a ver a los ángeles que me veían con cara extrañada.—Cuando Baruck experimentó conmigo creó otra personalidad en mí, antes de que ustedes llegaran a luchar contra él, me había inyectado la última dosis la cual me exterminaría por completo, pero, no sé que fue lo que en realidad sucedió porque sigo siendo yo, o algo así. —dije rápidamente para llegar al punto.—En fin, lo importante es que, la anterior yo, con la que ustedes lucharon, o al menos sólo Jared... Sigue viva.—dije juntando mis manos y todos retrocedieron un paso. —Tranquilos, ella no está justamente en un cuerpo físico, ella está controlada. —me giré al espejo.
Al menos por el momento.
— ¿Emma?—avisó Jared.
Suspiré con un poco de miedo a cómo reaccionarían todos.
—¡No lo hagas!—gritó Verno haciendo que me volteara a verla. —¿Y si se sale de control? ¿Y si trata de escapar?—les dijo a todos alarmándolos.
— No, no, no.— alargué mi mano cuando volvieron a retroceder.
Voy a tratar de escapar para poner en su lugar a esa perra.
— He hecho esto antes, es totalmente seguro, lo prometo. — me acerqué con cuidado a las caras horrorizadas de los chicos.
—¿Qué está haciendo? — preguntó Nerea a Alejandro.
— No lo sé. — le susurró.
Suspiré y me puse frente al espejo indecisa, acerqué mi dedo al espejo y sentí cómo todos se acercaban para ver un poco mejor.
Hazlo. ¡Hazlo ahora!
Toqué el espejo con la yema de mi dedo y éste resplandeció tomando poco a poco la figura de mi otra yo, se formaron sus facciones, después los ojos, los detalles y el contorno del cuerpo hasta que por fin abrió sus ojos oscuros y observó mis ojos fijamente.
Me hice a un lado despacio para que los demás pudieran observar a mi otra yo. Cuando lo hice todos soltaron un jadeo al mismo tiempo que retrocedían con miedo.
Los balbuceos de muchos resonaban en mis oídos y los de mi otra yo, Jared se acercó lentamente a nosotras manteniendo un poco de distancia.
—¿Quién eres? — preguntó sin estar seguro, era obvio que era mi forma pero distorsionada y él temía que fuera un ente.
— Mi nombre es Emma, soy el ser perfecto de Baruck y estoy encerrada en la mente de la verdadera Emma, ella puede hacerme desaparecer y aparecer a su gusto. — sonrió y él tragó saliva.
—¿Nos recuerdas? — preguntó Helen llegando al lado de Jared.
— Recuerdo cuando Emma estaba atrapada en mi cuerpo y ustedes trataban de hacerme recordar, pero nunca los había visto. — confesó.
— Impresionante. — se acercó Alejandro y observó con detenimiento.
— Lo que en realidad es impresionante es lo que Emma les dirá a continuación. — dijo mi otra yo e hizo que todos fijaran su mirada en mí.
Tragué saliva y ví como Verno me observaba de reojo.
— Sé como matar a Baruck.
Y los ojos de Verno brillaron.
ESTÁS LEYENDO
Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)
FantasiEmma, un ángel de sanación, sacrifica su cómoda vida y con ello se une a los mortales por salvar la vida de su hermano, sin embargo, Milton, el ángel supremo del cielo del Sur, la busca mientras lleva una vida como mortal. Ella no sabe la razón y e...