Capítulo 79

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Emma

No podía creerlo, no quería creerlo. Mi Jared... O tal vez él no era mío, nunca lo fue.

Corría por los pasillos sin detenerme a voltear, sentí la presencia de Jared detrás de mí y fue cuando aceleré mi paso. Me tiré por la barandilla y caí en pie sin flexionar nada, pero no me detuve.

—¿Emma? — dijo Helen cuando me vio pasar por su lado.

—¿Oye, Emma, estás bien? — preguntó Milton pero no me detuve.

— Emma, que gusto que hayas vuelto. — dijo Anton junto a Zianya quienes se abrazaban con tanto amor.

Mi cara era seria pero tenía coraje en ella, mis ojos estaban hinchados y mis labios apretados, caminaba sin pararme a contestar a algún ángel, mi visión sólo se enfocaba en la súcubo que hablaba pacíficamente con Leik mientras Pamela se veía algo incómoda con ella.

— Pero mi hermano no es tan malo como se ve, él es... — me divisó y se giró a mí con una sonrisa que ahora me parecía hipócrita. — Oh, ¡hola, Emma! — ni loca le dirigía la palabra, no paré mi caminar si no que aumenté mi paso y ella quitó su sonrisa y bajó su mano confundida. — ¿E-Emma? — dijo más confundida.

Con la rabia subiéndome por la garganta corrí lo que quedaba del camino y estaba dispuesta a derrumbarla. Dos brazos fuertes me sujetaron de los brazos parándome en seco, yo gruñía mientras la observaba con el odio acumulado.

— Alejate de él. — le gruñí con los dientes apretados y ella dio un paso atrás con el miedo reflejándose en sus ojos.

— ¿Qué está pasando aquí? — bramó Alejandro.

—¿Emma? — llamó Mason mientras me sujetaba del brazo.

Mi respiración era agitada, como si hubiera hecho mucho esfuerzo al llegar ahí. Ví como Jared bajaba por las escaleras detrás de Verno y me observaba con los ojos llorosos.

Negué con la cabeza levemente y los ojos se me nublaron, estaba dolida. Sabía que yo lo había hecho con Baruck, sin embargo era diferente, no era yo en realidad sino mi otra yo, y él sólo era Jared, lo había hecho por voluntad propia.

Si lo sigues mirando así Emma lo único que conseguirás será romperte más.

Mis ojos ardieron y apreté la mandíbula.

Vamos.

Me erguí pero mis hermanos no soltaron su agarre, observé a Verno y a Jared con dolor y después me zafé bruscamente de mis hermanos caminando a la puerta que daba con el jardín del almacén.

Cerré la puerta tras de mí y con ella como apoyo me dejé caer golpeando el asfalto. Mi barbilla tembló y mis ojos soltaron unas pesadas lágrimas.

Oye... No te pongas así, me duele verte así aunque no lo creas.

— Es tan triste estar sola. — sollocé abrazando mis piernas y haciéndome bolita.

Pero si no estás sola, Emma. Tienes a Mason y a Zayd, tienes a tus amigas, tienes a tus padres, tienes tu puesto en el cielo. Y sobre todo tienes la llave de Edom.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora