Haber que pasa.

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Salí de casa de Dante, luego de haber estado un rato con él, su mamá me invitó a comer, le dije que no porque no tenía muchas ganas, pero Dante me insistió a quedarme, eso fue lo que hice. De ahí llegó Sam, y comimos los cuatro.

En cuanto llegué a casa, me llevé una sorpresa.

 —¡Ari!-Gritaron mis dos hermanas.

   —Hola.-Puse una cara de esas que hace uno cuando no esperan la visita de una persona.- ¿Qué hacen aquí?

  —Venimos a visitarte hermanito.-Dijeron las dos.

Que mierda, ellas no dirían eso ni en un millón de años, seguro mi madre les dijo algo, estoy seguro de que así fue, ¿Por qué las madres serán tan así? entiendo que nos amen demasiado, no estoy seguro de porque su manera de amar es tan extraña.

   —Ari, ¿Y cómo te ha ido? ¿Cómo sigues de tus piernas? Cuéntanos, hace tiempo que no te vemos.-Las noto diferente.

   —¿Qué traman?-Dudé, y en ese momento mi madre y ellas comenzaron a reír.

   —Ya, no estés de paranoico.-Dijo una de ellas.

   —Esto no es normal, al menos para mí.-Me senté.

   —Relájate Aristóteles.-Dijo mi padre.-Sólo vienen a visitarnos.

   —Como sea.-Le respondí.-Creo que subiré a mi cuarto.

   —¿Ya te vas?-Mi madre uso una de sus miradas.-Quédate al menos unos minutos.

   —Bien, pero sigo desconfiando de ustedes.-Me senté y me puse a platicar.

No mentiré, me la pasé bien estando con mis papás y mis hermanas, es raro esto, casi no acostumbro a pasar tiempo así, pero ellas me hicieron preguntas sobre la escuela, mi vida, mi trabajo, y sobre todo de Patas, quien había estado afuera y no había conocido a mis hermanas, hasta que, les hablé de ella.

Mis hermanas adoraron a Patas.

Mi mamá nos compartió un poco de botana que tenía guardada en los cajones de la cocina, no las acabamos todo. Enserio que nunca había sentido algo así estando con mi familia, reímos, platicamos, hicimos casi de todo, compartimos historias, no sé, algo difícil de creer, porque bueno, son mayores que yo,y yo soy un chiquillo de 17 años, jajá.

Ellas se fueron antes del anochecer, mis padres las acompañaron a la puerta, yo me quedé sentado pensando, así que me levanté, tomé el teléfono y llamé a Dante.

   — ¿Bueno?

   —Hola, soy Ari, ¿Está Dante?

   —Ari, Dante salió con una chica, dijo que regresaba después.-Me dijo Sam

   —Ah cierto, bueno gracias Sam.-Me quedé callado.-Que tengas buena noche.

De ahí colgué.

Genial. No recordaba que Dante saldrá con Susie, más le vale a ese chico dejarle en claro que sólo serán amigos, conozco a Susie, es algo sentimental.

Bueno, aún es temprano, no tengo nada que hacer, mejor subiré a mi habitación para perder tiempo pensando, me fui hacía mi cuarto, busqué esa libreta donde a veces se me ocurre poner algunas cosas, me puse a escribir.

Han sido días raros para mí, siento que no soy yo. Desde que Dante llegó a mi vida, me han pasado un sin fin de cosas, ¿Por qué la vida es así? ¿Acaso será alguna clase de estrategia para lograr que sea feliz? hay una palabra que define todo esto, pero no la pondré. Soy una persona patética, sin nada que contar, soy realmente estúpido, soy muchas cosas, menos: Lindo, genial, y todo lo que tenga que ver con "cosas buenas" eso pienso, sólo que mis padres, y gente de afuera que han tenido el jodido placer de conocerme, opina muy diferente. Me gusta esa palabra: JODER, suena interesante.

Luego de eso, cerré la libreta.

Me recosté en mi cama, mirando al techo como todos los días, ver el techo me hace sentir bien, porque no habla ni nada, simplemente está ahí, y si lo miro no pasa nada, puedo pensar en voz alta sin que me diga algo, creo que el techo será la competencia de Dante, menos mal que no puedo besar al techo, porque si no... jajá, porque si no sería más raro de lo que ya soy.

Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora