Casi.

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El frío me despertó en la mañana, cuando lo noté, estaba destapado y apunto de caer, desperté de golpe e intenté quitarme pero fue un intento tonto, caí al suelo, el cual está frío es una de las cosas que puedo criticarle a los días de invierno.

Más al rato, bajé a comer algo, y sonó el teléfono.

  —¿Hola?-De pronto se escucharon risitas.

 —Ari.-Gritaron mis dos hermanas al mismo tiempo.-¿Qué tal?

  —¿Qué quieren?

 —Está mamá y papá, ¿O no?

  —Están durmiendo, pero yo les puedo dar el aviso.-Les dije.

 —El día de mañana, nos vamos para la casa.-Dios mío.

  —¿Ya, hablan enserio, a qué vienen?-Bromeé.

 —A verte.-Se rieron.-Ya sabes que vienen los días de navidad.

  —Pero faltan cinco días para eso.

 —Nos aguantaras cinco días.-Colgaron.

Si hay algo que no soporto, es estar con mis hermanas más de dos días, osea, me he acostumbrado a vivir sólo con mis padres, pero bueno, ya no importa tanto, sé que no se quedarán para siempre.

Subí a mi cuarto para cambiarme la camiseta, está que tengo no me calienta mucho.

Salí de casa junto con Patas, ambos nos fuimos a caminar un rato por ahí, paseamos por todo el lugar, hasta que nos topamos con Gina, quien andaba algo triste.

  —Hola Gina.-Le dije, ella está sentada en una bancas, sin mucho que decir.

 —Hola Ari.-Dijo en tono bajo.

  — ¿Qué tienes?-Me senté junto a ella.

 —Ya no soy la mejor amiga de Susi, tal parece que las chicas de donde es su novio, son mejores que yo.-Dio un suspiro.-Además, mis padres se andan peleando por tonterías.-Agachó su cabeza, como si estuviera a punto de llorar.

  —Oye, tranquila.-La abracé.-Ella no sabe de lo que se pierde.-Me volteó a ver.

 —¿De qué hablas?-Intentó reírse.

  — Pues, tú eres una mejor amiga mía, y no puedo negar que eres increíble.-Se limpió las pocas lágrimas que caen de sus ojos.

 —Gracias Ari.-Dijo.-¿Y ella es tu perrita?.-Volteó a ver a Patas.

  —Sí, es mía.-Me toqué la frente,

 —Es muy linda.-La acarició.-Demasiado diría yo.

  —Lo sé.-También la acaricié.

Me quedé platicando con ella, fue un buen rato, pero de ahí me dieron ganas de ir a ver a Dante, así que me tuve que despedir, aunque no quería, no quería dejarla ahí sola, pero supongo que estará bien.

 —Nos tenemos que ir.-Le dije.

  —Está bien.-Se levantó.-Yo ya me iré a casa, gracias.

 —Adiós Gina.-Le di un beso en la mejilla y me fui.

Ambos corrimos a casa de Dante, toqué la puerta, y no abrió nadie, seguí esperando pero nada pasó ¿Habrán salido? No creo, supongo que Dante me hubiera dicho algo, empezó a preocuparme la situación, pero es obvio que no entraría a su casa, toqué las veces que pude, fue en vano.

  —¿Dónde estás Dante?-Dije en voz baja. 



Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora