No sigas.

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En la mañana, regrese a casa muy contento, la noche en casa de Dante fue FENOMENAL, la verdad me la pasé bien, y no es que hayamos hecho cosas de otro mundo.

Al entrar a casa vi a mi madre platicando con una de sus amigas-de-la-iglesia.

No las conozco mucho, me choca estar cerca cuando ellas vienen, sus palabras dirigidas a mí, me enfermas demasiado, tengo que soportar que me llamen lindo, tierno, que ya soy todo un hombre, que estoy creciendo, etc.

Deseé que no me hicieran plática, osea, realmente lo detesto, porque no soy alguien lo bastante expresivo como para sostener una plática con la gente.

  —¿Ese es tú hijo?-Dijo.-Está súper grande.

  —Sí, es mi pequeño Ari.-Sonrió mi madre.

 —Hola.-Alcé la mano.

  —Es igualito a su padre.-Exclamó.

 —Gracias.-Subí a mi cuarto, detesto cuando me dicen eso, sé que tengo algún parentesco con mi padre, al igual que con mi madre, pero, odio cuando me dicen que soy parecido a uno de ellos, es algo frustrante.

 Una vez que llegué a mi cuarto, volví a la misma rutina de siempre, a ver el techo, aquella cosa que sólo esta ahí, que no se mueve, no tiene vida, simplemente está en su lugar.

Justo por mi cabeza pasaron las palabras de Gina, ¿Qué ocurrirá con esa chica? 

Algo en mí me decía: Ve a buscarla, aclara lo que pasó. Pero, ¿Para qué? no tiene mucho sentido, sobre todo cuando se trata de gente que no quiere asimilar la situación.

De ahí pensé en Dante y Susie besándose, fue algo traumante, Dante besando a una chica,¿Cómo será eso? es otro misterio, pero de algo estoy más que seguro, ese chico es mío, por si es que alguna chica pensaba coquetearle.

Bien... estoy completamente aburrido, ¿Qué puedo hacer? Quizá pensar en lo miserable que he sido durante 17 años, o como es posible que los padres puedan amarnos tanto, o tal vez pueda pensar sobre las guerras internas de cada quién.

En ese momento mi madre soltó un grito, directo a mi habitación.

  —¡Ari!-Gritó.-Te buscan en la entrada.

¿A mí?

  —Voy.-Le contesté.

Salí corriendo, bueno, no tan apresurado, al bajar, vi a Gina cruzada de brazos esperando mi ausencia. Cuando me paré enfrente de ella, sólo frunció el ceño, de ahí se puso más "contenta". 

  —¿Qué haces aquí?-La cuestioné.

 —Necesito hablar contigo.-Me dijo, esto no me da buena espina.

Salimos, ella optó por caminar un rato, yo sólo la seguí, metí las manos a los bolsillos y caminé al lado de ella.

  —Ari, enserio que lamento haber dicho esas cosas.-Dijo ella.-Es que me llenó de Rabia saber que ahora estás con alguien.

    —Bueno, es lo que menos esperarías de un tipo como yo ¿No es cierto?

  —No tanto, ¿Y cómo sabes qué realmente es lo tuyo? osea, ya sabes, besar chicos.-Me dijo.

    —No quisiera responder esa pregunta.

  —Ari, yo no creo que ese tan Dante sea lo mejor para ti, te mereces algo mejor.

Sus palabras no me agradaron del todo.

    —Ni quiera conoces a Dante.

  —¿Y tú si?-preguntó.

    —Más de lo que imaginas.-Ella no parecía estar convencida.

  —No Ari, tú no eres ese tipo de chicos.-Seguía insistiendo.+

  —Gina...No sigas más.

    —Me decepcionas Mendoza.-Ella me miró.

  —Estoy acostumbrado a ello.

    —¿Acaso aguantarás vivir en un mundo dónde serás juzgado? ¿Dónde la gente no parará de verte como una malformación de la naturaleza? 

  —Gina, enserio, ya para.-Insistí.-Y bien sabes que me vale una mierda lo que los demás opinen de mí.

    —Ya verás, por seguir con tus cosas, algo pasará.-Dijo.-Ya me tengo que ir.

Ella se fue sin decir nada, me quedé ahí mirando como se esfumaba, está loca. Y si es qué sus palabras algún día se cumplirán, yo estaré ahí para patearles el trasero hasta la frontera con México. 

Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora