Ha acabado el verano.

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Ayer fue el último día del verano, ¿Y saben que hice? NADA, me la pasé dentro de casa todo el día, ¿Por qué? No tenía ganas de salir, eso es lo que pasó, mi mamá me hizo limpiar toda la casa fue algo así: Ya que no quieres hacer nada, sería bueno que hicieras el quehacer Ari, sí, sería muy bueno. Y no tuve otra opción.

Y bueno, al otro día, osea hoy, me levanté temprano para irme a la escuela, arreglé mis cosas, me subí a mi camioneta y me fui para mi aburrido colegio, que horror, neta.

  —Ya casi llego al infierno.-Dije mientras miraba el camino.

Cuando llegué, estacioné la camioneta, me bajé y en el caminó me encontré con esas dos chicas.

 —¡Ari!-Gritaron las dos.-Que milagro.

  —Hola, ¿Qué tal el verano?

 —Pues lleno de sorpresas.-Se rió Gina.

  —Te creo.-Dije.

Entramos al salón, el cual está lleno de pura gente que no quería seguir viendo, demasiados idiotas, y muy poco espacio. Justo cuando me senté, llegó un maestro, al juzgar por su apariencia diría que es aburrido, o parece serlo.

 —Buenos días chicos, ¿Qué tal su verano?-Sacó unas hojas.-Me gustaría que me contaran sobre él.

  Que espanto.

 —Veamos, escogeré a alguien de la lista.-Con sus ojos visualizó el papel.-Que tal, Angel Aristóteles.-Mierda.

Alcé la mano, él me pidió que me presentara y que contara algo interesante que haya pasado en este verano.

  —Bien, Usted ya vio mi nombre, algunos me dicen Ari, y en mi verano no pasó nada bueno, oh espere, claro que... No, sólo que mi hermano me vino a visitar.-Me senté.

Todos contaron algo aburrido de su verano, Gina dijo que fue al desierto conmigo, y todos hicieron la típica buya de: UHHH, Susie comentó que salió con un chico, en eso pensé en Dante, ¿Qué estará haciendo?

Cuando terminó esa clase, y todas las demás, me quedé platicando con ellas.

 —¿Con qué chico saliste Susie?-Mentí sobre no saber nada al respecto.

  —Con...-Lo pensó.-Con tú amigo, Dante.

Ah, exacto, con ese, mi amigo.

 —¿Enserio? ¿Por qué no lo sabía?-Exageré un poco.

  —Porque pues, no tenía idea de... ya sabes.

 —¿Y tú Gina? ¿Acaso tu sueño es pasar toda la noche en el desierto conmigo, no es así?-Ella se rió.

  —Claro que no Mendoza, estás completamente loco.

 —Se te nota a kilómetros.-Y le eché una de esas miraditas de broma.

  —YA bájale.-Me dio un golpe en el estómago.

 —No aguantas nada pequeña.-Cuando le dije eso, se puso roja, roja.

  —Ya no juegues así Ari.-Se escuchó un poco  enojada.

  —Es broma, sabes que te quiero.-La abracé.

Luego de una pequeña platica con ellas, cada quien se fue a sus casas, les ofrecí llevarlas, pero no quisieras, bueno, allá ellas.  Él cielo anunció lluvia, pues se tornó de un gris oscuro y empezó a correr aire, me fui lo más rápido que pude a casa, aunque ni tan rápido, en el camino manejé un poco lento.

Al llegar a casa, no vi a nadie dentro, así que me acosté un rato en la sala.

Patas comenzó a ladrar, fui a ver que la tiene tan "alocada" y sólo es una simple pluma de paloma. 

Sonó el teléfono, corrí a contestarlo, ya sabrán quien es.

  —¿Qué tal tú primer día Ari?-Dijo Dante.

 —Aburrido, lo de siempre.- ¿Y tú qué tal?

  —Genial, ya extrañaba un poco la escuela, además llegaron personas nuevas, creo que les caigo bien.-Me dijo muy emocionado.

 —Claro, tú eres buena onda, que estúpido el que pienso que no.-Se rió.

  —Que haría sin ti Ari.-Siguió riendo.

 —A mí, me hicieron contar algo genial de mi verano, ¿Sabes que dije? Nada.

  —Ya no sé, si te preguntas o qué, pues tú solito te respondes.

 —A veces me da la loquera.

  —¿A veces? Yo creo que siempre.-Me dijo.

 —Gracias, también te quiero.

  —Claro Ari.

 —Bueno Dante, te dejo, hablamos luego a ver si te veo.-Le dije y colgué.



Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora