¿Mi final Feliz?

2.3K 149 27
                                    

¿Saben qué? Ya por fin es 31 de diciembre, estoy tanto contento como asustado ¿Qué cosas vendrán en un futuro? quizá es lo de menos estar pensando en eso, pues mejor vivir el hoy, suena buena idea.

Mis papás invitaron a los Quintana a cenar con nosotros, me pareció genial, terminar el año junto con Dante, increíble. Ayudé a mi mamá a hacer la cena, creo que harán Pasta con chile, o algo así escuché.

Mis hermanas hicieron un pastel de chocolate con naranja, suena un tanto asqueroso o dan ganas de no querer comerlo, pero una vez que lo pruebas, tus expectativas cambian por completo, sé lo que digo, me ha pasado.

Luego de haber ayudado a mi mamá con la cena, salí un rato con Patas, la estuve acariciando todo el tiempo, en lo que yo pensaba en la vida, en el amor y otras cosas de las cuales quisiera un respuesta, sólo eso.

Ella me miraba con ternura o eso interpreté yo, sus ojos se cruzaron con los míos, pude verme reflejado en ella, me alegró haberla encontrado aquel día, ha hecho que mis días sean bastantes buenos y no sólo los míos, si no también los de Dante, sus padres, los míos y supongo que los suyos.

La metí de vuelta a casa, y yo me fui a caminar un rato, llegué al centro y vi a mucha gente comprando cosas para la noche, alguno que otro regalo, los niños queriendo comprar dulces y sus madres negandoles la compra, yo al seguir caminando me encontré con Gina.

  —Mendoza, ¿Cómo te va?-Gritó desde el otro lado de la calle.

 —Bien ¿Y tú?-Me acerqué a verla y le estreché la mano.

  —Todo bien, ¿Has sabido algo de, ya sabes...?

 —¿Susie?-Asintió.-La verdad no.

  —Pues, ahora vive en otra ciudad, con su.-Le costó decirlo, pero luego lo dijo en tono no muy alegre.-Con su novio.

 —¿En verdad?-Pregunté asombrado.-No pensé que llegarían tan lejos.

  —Ahs, obvio que nadie lo esperaba, pero en fin, hizo su vida sin mí.-Puso cara de pocos amigos.-Bueno, ¿Al menos aún te tengo a ti, no?

 —Claro que sí, ya sabes.-La abracé.-Que pases un día genial.

  —Gracias, tú también.-Dijo ella la cual también me abrazó, pero sus hermanas le gritaron para que ya se fuera con ellas.-Bien, ya me tengo que ir.

 —Bueno.-Le dije.-Cuídate.

  —Lo mismo digo.-Y se fue.

Bien, yo me seguí paseando por el centro, por un parque y hasta tenía ganas de ir al desierto un rato, pero de repente se me quitaron las ganas, hacía frío, mucho, y además no tenía con quien ir, creo que he molestado a Dante lo suficiente.

La tarde se iba haciendo más larga conforme yo avanzaba, ahí estoy yo, un chico con las manos en los bolsillos caminando a una dirección desconocida, sólo sabia que quería sentir lo que es estar libre un rato, sólo eso quería.

Antes de que anocheciera, me fui a casa, sé que me tengo que ver presentable para esta noche, o si no, mi madre se encargará de escoger mi ropa cosa que quiero evitar a toda costa, las madres pierden el sentido de la vestimenta con los hijos después de unos años, me fui despacio y tranquilamente a casa, sin ninguna preocupación, como debía ser, no me costó mucho llegar a casa, ni quiera el tiempo influyó en esto.

Cuando entré vi a mis hermanas sacando ese pastel que por cierto, huele bien rico.

Mi mamá no está, ¿Por qué? No lo sé.

  —Hey, locas, ¿Dónde está mi madre?-Pregunté.

 —No vino.-Dijo una.

  —¿No vino?-Ellas empezaron a reír.

 —Digo, se fue a comprar algo con papá.-Dijo la otra.

  —Me hubiera dicho, recién vengo llegando.-Dije.-Me iré a mi habitación, luego bajo.

 —Hecho hermano.

Luego de un buen rato pensando si ponerme una camiseta azul o una negra, opté por una naranja que vi ahí tan solitaria, baje lo más "presentable" que pude, mi mamá ya había  llegado, esperé con ansias a que llegara Dante, no pasó ni diez minutos cuando ya se encontraban tocando la puerta.

  —Buenas noches.-Dijeron felices los tres.

 —Pasen.-Dijo mi mamá contenta.

  —Ari.-Exclamó Dante al verme.-Te vez increíble.

 —Lo mismo digo de ti.-Quien trae una camiseta negra.

  Ellos platicaron un rato, nosotros dos los observábamos. Entonces, llegó la hora de comer, me gustó completamente la comida y yo no podía parar de mirarlo, todo estuvo entre charlas, chistes, muchas risas, demasiadas diría yo.

 Les juro que pasó todo tan rápido, la noche pasó como un rayo.

Cuando me di cuenta, ahí estaba con la dichosa cuenta regresiva, todos dijimos en voz alta.

  —10...9...8...7...6...5...4...3...2...1...0.-Gritamos TODOS al mismo tiempo.

Nos abrazamos, pedimos por nuestras metas y esas cosas, mis padres se dieron amor, mis hermanas entre ellas, los papás de Dante con él y yo mirándolos a todos, hasta que mi madre me jaló del brazo y nos juntó a mis hermanas conmigo.

 —Los quiero mucho mis chiquillos, dios me de muchos años de vida a su lado.-Nos dijo madre.

Me dieron ganas de llorar, pero no, me aguanté.

  —También te queremos ma.-Dijimos los tres.

Pero, de ahí Dante tocó mi hombreo, volteé a verlo y él esbozó una sonrisa, tan linda como siempre.

 —Oye Ari, ¿Quieres ir a fuera un segundo?-Asentí.

  —Vamos.-Salimos y admiramos la noche, esa bellísima noche.

 —Me gustaría que todas las noches fueran así.-Corrió y me abrazó, como si nunca nos hubiéramos visto, todo fue grandísimo, sin palabras, yo también lo abracé, fue un abrazo bien fuerte, súper fuerte, algo que desató miles de emociones, muchas, muchas.

Pero, en ese momento, todo dio vueltas, todo yo se encuentra desconcertado, lo sabía, sabía que él despertaría emociones indescriptibles en mí, siempre lo supe.

Luego, despejé toda mi mente y puse atención al ambiente que me rodea.

  —Está bien. La gente se ríe de mi nombre.

 —No, no.-Le dije.-Da la casualidad de qué yo me llamo Aristóteles.

Centré mi mente en un sólo lugar, pero saben qué. ¿Cómo es, qué en ese rato que llevo hablando con él, haya despertado demasiados pensamientos sobre mí? Es normal que una chica cuando ve a un chico, se me imaginé la clase de cosas que podrían suceder, pero ¿Un chico? Así es, todo este rato imaginándome como sería mi vida, si lo intentara conocer más a fondo.

Sus ojos se iluminaron. O sea, el tipo estaba listo para escuchar toda palabra que dijera.

  —Aristóteles.-Repetí.




 


Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora