Han pasado...

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Meses, así es meses. Si aquello pasó en octubre, y ahora estamos comenzando Diciembre, ayer mi mamá se le ocurrió preguntarme por Dante.

  —Ari.-Dijo ella.-Hace mucho que no te veo con Dante, ¿Está todo bien?

 —Más que bien.-Le sonreí, pero claro que todo eso es una mentira.

  Y esta mañana desperté adolorido de la huesos, es más, ni fui a la escuela. Pero Gina me visitó en cuanto salió de la escuela, a Susie no la hemos visto para nada, con eso de qué su novio la tiene toda loca, ahora sólo no la pasamos Gina y yo.

En la mañana no podía ni mover los dedos, era un dolor insoportable y molesto, me costó levantarme, además creo que también tuve un mal sueño, tuve demasiadas pesadillas relacionado con Dante y mi papá, por algo ellos están ahí dentro, en mi mente, detesto eso.

Mi madre optó por darme caldo de pollo, como siempre, hay veces que detesto el pollo, osea, es bueno comerlo, pero cuando estás enfermo ni eso se antoja.

Antes de qué se fuera, ella se quedó un rato conmigo, pero cuando mucho podía hablar.

Cuando Gina vino a verme, me sentía ya menos mal.

 —¿Cómo vas Ari?

  —Bien, no puedo alzar los brazos.-Ella se rió.

 —Bueno saberlo.-Me sonrió.

  —Gracias por estar aquí.-Hice una pausa.-¿Y Susie?

 —Ya ni me digas, está todo el tiempo con su novio, es feo, estoy sola casi toda la tarde.-Dijo.-Pues ya ni modo.

  —Algún día terminarán, y ella llorará sobre tu hombro.-Me reí.

 —No seas grosero, jamás desearía que eso pasara.

  —Bueno yo sólo decía.

 —Ya me tengo que ir.-Se despidió de mí.

  —NO te vayas.

 —Lo siento Ari, pero, está vez tengo que hacer cosas con mis hermanas.-Se dio la vuelta y se fue.

Me cae bien, ya es más relajada conmigo, se nota que no tener a Susie le afecta un poco, al menos la siento más sincera ahora qué esta más tiempo conmigo. Pasó la tarde y nada interesante ocurrió, sólo podía mirar al techo, hasta qué a alguien se le ocurrió tocar la puerta, justo cuando nadie está, pensé en no bajar, pero, podría ser alguien interesante dejando algo importante, o es mi madre.

Me levanté de la cama como pude, fue un intentó algo doloroso, gemí del esfuerzo, bajé lo más "rápido que pude" abrí la puerta, y fue algo tipo sorpresa, Ahí está Dante quintana, con una mirada inocente y una sonrisa tierna, está parado enfrente de mi, demonios ¿Ahora qué hago?

  —Hola Mendoza, hace tiempo que no hablamos.-Me dijo.

Yo sentí una euforia al verlo, la verdad, me emocionó saber que ahí está, hablándome a mí, a mí, es como si de repente todo ese dolor que pasé durante meses, se haya esfumado en un santiamén, pero no Aristóteles, aguanta las ganas que tienes tanto de abrazarlo como de golpearlo por todo lo que ha hecho.

 —Hola Dante, ¿Qué haces aquí?-Le dije.

  —Pues.-Hizo una pausa.-¿Podemos hablar? Ya sabes, tu y yo...

 —Ah.-Lo pensé.-Sí, podemos hacerlo.

  —Pues vamos.-Salí de casa, y me fui con él, sí, me fui con Dante, como en los "viejos tiempos" 

Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora