Capitulo 14

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Prepararía el desayuno para los tres. Algo sencillo: huevos, tocino y pan. Saqué los huevos, el tocino y el cilantro de la nevera, y busqué en el estante la mantequilla y la bolsa con el pan de sándwich. Prendí las estufas de la cocina y busqué dos sartenes y una plancha, los coloqué a que se calentaran y batí los huevos en una taza. Coloqué aceite en un sartén y puse el tocino, en el otro los huevos y unté rebanadas de pan con mantequilla y les agregué el cilantro, los llevé a la plancha y esperé.

Me senté en uno de los bancos de la barra mientras esperaba, minutos después sonó el timbre de la puerta. Me levante del banco y caminé a través de la sala hasta llegar a la puerta principal, abrí y era Ana con un pequeño niño de cabello castaño y ojos color miel muy brillantes.

-¡Ana! Llegaste antes, que gusto verte. -dije sonriendo-
-Disculpe, no quise ser inoportuna -dijo ella tímidamente-
-Oh no, para nada, tranquila -dije- Pasen -dije
haciendo un gesto con la mano hacia dentro-

Ellos entraron, Ana traía al pequeño de la mano y cargaba un bolso con dibujos animados.

-Y tú debes de ser Howard ¿no? -pregunté mirando al pequeño cuando llegamos a la cocina-

El pequeño me miró tímidamente y se escondió detrás de Ana, ella rió.

-Es un poco tímido, pero se encariña rápido -dijo Ana mirándolo con cariño, mientras yo miraba nostálgicamente la escena-
-Bueno, es un niño hermoso -dije- ¿qué edad tiene?
-Siete años -respondió Howard inesperadamente-
-¿Tienes siete? -dije sonriendo- Eres muy bello, eh, todo un galán -dije con una carcajada y él se sonrojó- Ana -dije mirándola- Terminaré de preparar el desayuno, ¿me ayudas colocando la mesa? -pregunté-
-Oh, ¡Claro! No se preocupe -dijo- Howard, quédate con Marianne ¿está bien? -le dijo al pequeño, él asintió-

Lo miré mientras sonreía y Ana se retiró al comedor. Me dediqué a voltear los panes en la plancha, igualmente con el tocino y revolví los huevos. Minutos después apagué una estufa y coloqué los panes en una cesta de madera. Seguí revolviendo los huevos. Rato después me dí cuenta de que el pequeño Howard seguía estático en donde estaba hacía unos minutos, me reí.

-Castaño ¿no te quieres sentar? -pregunté colocándome a su tamaño, en cunclillas-
-Está bien -dijo y dio unos pasos hacia mí, yo abrí los brazos y él se acercó hasta estar entre ellos, lo cargué y lo senté en un banco de la isla de la cocina, frente a donde yo estaba manipulando la comida- ¿aquí estás bien? -pregunté y asintió con la cabeza-

Lo dejé allí y seguí preparando el desayuno, minutos después ya estaba el tocino. Me volteé y me recosté con los codos en el mesón, mirando a Howard mientras movía sus pies hacia delante y hacia atrás, observando cada detalle de la cocina.

-¿Te gusta? -pregunté-
-Sí, es una casa muy bonita -dijo él avergonzado-
-Gracias -dije sonriente- Mi esposo y yo nos esforzamos por mantenerla así -dije sonrojada-
-¿Quién es tu esposo? -preguntó el castaño-
-Justin Bieber -dije-
-Ah -dijo- No sé quién es -dijo soltando una risita, yo sonreí-
-Tal vez, cuando llegue de su viaje, lo conozcas -dije tiernamente-
-Bueno -dijo tímido-
-¿Quieres zumo de mango? -pregunté inevitablemente-
-Por favor -me dijo con los ojos lleno de brillo-
-Bien -dije tomando un vaso pequeño del armario-

Fui hasta la nevera y llené el vaso de zumo y luego se lo entregué al pequeño, él lo tomó y le dio un sorbo. Yo me dirigí a la cocina y le di una revolvida más a los huevos para luego colocarlos en una taza.

-Este zumo está muy bueno -dijo Howard acabándose el vaso-
-Me alegra que te guste -dije riendo-
-¿Tú eres Marianne verdad? -preguntó el castaño dejando el vaso en el mesón-
-Sí, soy Marianne, y tú eres Howard -dije y él sintió mientras sonreía- Ana -la llamé y apareció en unos instantes-
-Dígame -dijo-
-Ya está listo el desayuno -dije sonriendo- Llévate a Howard y ponlo cómodo, yo llevo la comida -dije-
-Está bien señorita -dijo y cargó al pequeño en brazos hasta la sala-

Yo llevé los recipientes de comida y luego la jarra de zumo de mango, me senté en mi lugar con el castaño y Ana a mi lado. Nos servimos la comida y bebida al gusto y comenzamos a desayunar, Howard tomaba los cubiertos con un poco de dificultad, e incluso regaba un poco en la mesa, me daba risa. Ana se dio cuenta y rió junto conmigo.

-Todavía le enseño a tomarlos correctamente -me dijo- Disculpe la reguera.
-Ya te dije que dejes las formalidades, y tranquila después se recoge, es un niño muy dulce -dije sonriendo, ella asintió y siguió comiendo-

Cuando terminamos de comer, Ana recogió todos los trastos y los lavó de una vez, yo guardé la comida que quedó y el zumo restante en la nevera.

-Oh, Howard. Mira lo que has hecho -le oí decir a Ana-
-¿qué hizo? -pregunté yendo hacia la sala, donde estaban ellos-
-Howard ha derramado zumo en su ropa. Ahora tendré que cambiarlo -dijo arrodillada frente al pequeño-
-Yo lo puedo bañar -dije tímida- Castaño ¿quieres que yo te limpie? -le pregunté-

Él miro a Ana tímidamente y luego me miró a mí, asintiendo con la cabeza.

-Ana, ¿le trajiste ropa? -pregunté-
-Sí -me dijo y buscó el bolso que traía desde un principio- Todo está allí, gracias -dijo-
-Por nada -dije- Ven castaño -dije y le tendí mi mano, él la tomó y subimos las escaleras-

Lo llevé hasta la habitación y dejé el bolso en la cama. Entramos en el baño y puse a llenar la tina con agua. Le quité los zapatos, el pantalón y la franela y quedó en platillas de media y con un pequeño bóxer negro. Me senté junto a la tina y el castaño hizo lo mismo, sentándose frente a mí. Puse los baños de burbujas que tenía disponibles frente al pequeño.

-¿Cuál prefieres para bañarte? -dije-

Él los miró con cuidado y escogió uno con olor a durazno. Dejé los otros donde estaban y esparcí un poco de baño de burbujas en el agua y lo dejé con los demás. Esperé hasta que la tina quedara medio llena y cerré las llaves.

-Bien -dije levantándome del suelo- Ya debes quitarte la ropa interior dije mientras él se levantaba-
-Pero no quiero que veas -dijo sonrojado y reí-
-Bueno, -dije haciendo una pausa- me daré la vuelta, tú te quitarás la ropa y te meterás en la tina, ¿okey? -pregunté y asintió, yo me volteé, mirando a la puerta-
-Ya -dijo unos minutos después-

Me volteé y me lo conseguí jugando con la espuma. Me senté nuevamente en el piso, mientras lo veía bañarse. Él me arrojaba espuma y yo lo chipoteaba con agua. Pasó un buen rato y luego me volví a voltear y el castaño se envolvió en una toalla. Recogí su ropa del suelo y lo llevé de vuelta a la habitación, lo senté en la cama y saqué una bermuda de ropa del bolso y un par de medias. Metí la ropa sucia en una bolsa y luego en el bolso, yo me volteé, el pequeño se colocó sus bóxers y yo lo terminé de vestir. Al terminar, lucía un jean color caqui y una franela blanca con unos zapatos marrones, lo peiné y se veía encantador. Éra divertido vestir niños.

-Gracias -dijo cuando había terminado y él estaba sentado en mis piernas-
-Por nada dulzura, eres muy hermoso -dije sonriéndole-

El pequeño castaño se sonrojó y besó mi mejilla, a lo que yo respondí con un abrazo.

-Vamos con tu abuela ¿está bien? -dije sonriendo y él asintió-

Bajé el pequeño de mis piernas y tomé el bolso, luego cargué a Howard en mis brazos y salí de la habitación, mientras iba a bajar las escaleras comencé a observar a Howard detenidamente, ojos grandes y con un color miel que era hermosa, nariz pequeña y una boca rosada. Éra muy hermoso, realmente hermoso, y tenía una risa contagiosa, lo que era encantador. Oh, qué niño tan maravilloso.

-¿qué tanto me miras? -dijo tímido-
-Eres hermoso -dije nostálgicamente-

Él se sonrojó y ocultó su cabeza en mi cuello, abrazándome. Cuando llegamos a las escaleras, bajé tres escalones hasta pararme en seco. Ví un hombre con cabello despeinado, unos vaqueros negros ajustados y franela blanca. Estaba hablando con Ana y tenía un vaso de zumo de mango en la mano, mi corazón comenzó a latir desbocadamente.

No podía moverme ó decir algo, simplemente no podía creer lo que veía. Éra Justin, mi Justin ya estaba conmigo. Oh, qué imagen tan perfecta tenía de él en ése momento. Ana levantó una ceja en dirección a mí y Justin se volteó y me miró detenidamente. Luego sonrió. Yo no podía moverme, comencé a respirar por la boca y a tragar gordo. Oh dios, qué hombre tan perfecto me has dado.

-Hola cabellos de alambre -dijo y sentí que mis piernas se derretían



ME PERDISTE -LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora