capitulo 8

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Me recosté en el mesón de la cocina pensando en algo que podría hacer, no se me ocurrió nada interesante, así que, subí a la habitación abrumada, me senté en la suave cama y revisé mi teléfono, pero no había ningún mensaje de Justin, lo volví a dejar en la mesa de noche. Miré alrededor de toda la habitación y fijé mi mirada en mi bolso de cuero blanco, dónde estaba mi anillo de compromiso entre tantas fotografías, sonreí y fui a tomarlo de su lugar; me volví a sentar en la cama ahora con la pequeña maleta en mis manos. La abrí y volví a admirar todas y cada una de las fotografías, esta vez con una sonrisa en mi boca y brillo en mis ojos.

Tomé mi anillo y lo volví a colocar decidida en su dedo correspondiente, lo admiré por un momento, era realmente hermoso. Tenía una corazonada, sabía que esta vez me iría bien con Justin. ¿Por qué no intentarlo una vez más? Él se veía dispuesto a intentarlo, tal vez haya entendido por lo que yo estaba pasando.

Suspiré lentamente, sentía cierta energía; un cosquilleo en mi estómago, me sentía llena de paz, de gozo, de felicidad. Estaba llena de felicidad, en ese mismo instante podía reírme repentinamente y quedarme sin aire para luego llorar por tanta alegría; reí ante mi tonto pensamiento. De verdad que me sentía bien; ¿Justin se estará sintiendo igual de feliz qué yo? Espero que sí.

Miré las fotografías apiladas a mi lado y, de repente, una idea surgió en mi cabeza, sonreí animada. Haría un collage con esas imágenes, miré la habitación buscando un lugar para hacerlo; escogí un lugar que no era ni tan grande ni tan pequeño, era el ideal; justo al lado de la ventana que daba vista al hermoso y gran patio trasero. Busqué entre mis cosas cinta adhesiva y la encontré, tomé las fotografías de la cama, y fui a sentarme frente a la escuálida pared. Fuí tomando fotografía por fotografía para pegarla con la cinta a la pared; la verdad era que parecía una niña pequeña a la cuál le habían regalado un dulce y estaba muy feliz por ello. Pero la verdad es que me encantó recibir ese "dulce".

Al cabo de unos minutos tenía la mitad de las numerosas fotografías ocupando la pared; seguí pegándolas animada-mente, luego de unos cuántos minutos todas las fotografías estaban colocadas de diferentes formas en la pared. Me levanté del frío suelo y me alejé un poco de la pared para tener una mejor vista.

-Perfecto -me dije a mí misma sonriendo-

En ese mismo instante mi teléfono sonó con una bella canción de Adele; Make You Feel My Love; caminé hacia la mesa de noche y lo tomé. En la pantalla se mostraba el nombre 'Justin Bieber'; sonreí y contesté animada.

-¿Aló? -pregunté mordiendo mi labio-
-Hola hermosa -se oyó la voz de Justin- ¿Haz descansado?; ¿Qué haces? -preguntó con un tono de voz suave, luego de una pausa-
-Hola. Pues sí, dormí un rato y ahorita estoy en la habitación; voy a ducharme dentro de un rato -respondí- ¿Y tú?; ¿Haz descansado?
-Sólo un poco, no he llegado pero falta poco; duermo en el hotel -dijo él- ¿Haz almorzado?
-He comido una ensalada de frutas, todavía no quiero almorzar -dije con una mueca-
-Está bien. Pero no vayas a pasar el resto del día sin comer nada -dijo suspirando resignadamente-
-Lo sé Justin -dije riendo- No soy una niña pequeña, no te preocupes tanto. Yo soy la que debería de estar preocupada, estarás extrañándome día y noche -dije juguetona y oí su risa-
-Oh, ma petit. Te recuerdo que eres frágil cómo una muñeca de porcelana, te enfermas con facilidad y no siempre comer mucho; no quiero que caigas en cama. -dijo suavemente y me sonrojé sin poder evitarlo- Y también te recuerdo la cara de niña pequeña que pusiste cuándo me estaba yendo -dijo y los dos reímos-
-¡Qué injusto, eso es chantaje! -exclamé... Cómo niña pequeña y volví a oír su risa-
-¿Chantaje? ¡Es verdad! -dijo él, todavía riendo- Tenías una cara de niña pequeña; tan hermosa, te veías tan inocente. Incluso me recordó al primer día en el cuál nos conocimos en ese Starbucks. Sigues igual de hermosa -dijo casi en un susurro, casi podía percibir una dulce mirada de su parte y una caricia a mi rostro, mi piel se erizó-
-Oh Justin, ya basta. -dije enternecida- Mis mejillas están muy rojas -dije esbozando una sonrisa y sintiendo una pequeña mariposa revolotear en mi estómago, mientras oía su tan encantador risa- Justin... -me atreví a decir-
-Dime -contestó disminuyendo su risa-

Dejé de mirar mis ruborizadas mejillas a través del espejo y me senté en la cama.

-¿Eres feliz? -pregunté ansiosa-
-Sólo tú me haces feliz, eres mi vida. -respondió cavilosamente-

Y la pequeña mariposa en mi estómago se multiplicó a mil millones de mariposas revoloteando sin parar y una sonrisa se dibujó en, ahora, mi iluminado rostro.

-¿Tú eres feliz? -repuso Justin-
-Ni necesidad hay de preguntarlo -contesté con una suave risa-
-Te amo; nunca lo olvides -dijo él-
-También te amo -respondí tímida-
-Ma petit. Por el momento debo irme. Ya sabes; no te vayas a quedar sin comer. -dijo cómo sí fuera mi padre y reí- Cuídate mucho; te estaré llamando, te adoro -respondió Justin suavemente-
-Está bien; lo sé, lo sé. También cuídate mucho -dije enrollando mi cabello en mi mano- Adiós, hasta luego Justin.
-Adiós hermosa -contestó él; y colgó.

Dejé mi teléfono en la mesa de noche y sonreí, sólo... Sonreí. Imaginé a unas pequeñas niñas, jugando con sus muñecas, soñando con ser famosas bailarinas de ballet, jugando a la hora del té con sus peluches y amigos imaginarios, vistiéndose cómo princesas, esperando a su príncipe azul en el balcón de la torre. Imaginé que yo era esa princesa y que Justin era mi príncipe y me había rescatado del abismo, había dicho las palabras indicadas y me había hecho la princesa más feliz en ese momento; él era mi soñado príncipe.

Seguía sonriendo, seguía imaginando ser esa princesa, seguía con mil mariposas en mi estómago, seguía sintiendo paz, seguía pensando en cada una de sus palabras, seguía disfrutando del sonido de sus risas en mi mente, seguía admirando la belleza de mi anillo de compromiso, seguía con el rubor en mis mejillas, seguía amándolo.

De un momento a otro dejé de estar tan pensativa y reí tontamente, la felicidad desbordaba de mí. Suspiré pesadamente, me levanté de la cama, salí de la habitación y bajé las escaleras.

Me dirigí a la cocina, dispuesta a prepararme un café con leche. Tomé una taza, busqué la leche, azúcar y el café y, los coloqué en el mesón vertí la leche en la taza, el café y azúcar y calenté la mezcla unos segundos en el microondas, saqué la taza de allí; devolví todo a su lugar y ya tenía mi caliente bebida.

Tomé el periódico y algunas revistas del correo diario, que se encontraban en uno de los mesones laterales, me senté en un banco del mesón central, colocando en él, el periódico, revistas y mi café con leche. Dí un sorbo a la taza y comencé a seleccionar lo que iba a leer. A ver; no tenía ganas de leer el periódico: guerras, muertes, terremotos, inundaciones, etcétera, y no quería terminar llorando con tan horribles noticias, ¿Qué iba a leer en la revista de economía y negocios? Esa era de Justin; la de cocina no tenía ganas de leerla, sino terminaría cocinando comida que nunca comería. Lo que al fin me dispuse a leer fue la revista de modas más famosa de Inglaterra, Glamour. En la portada se mostraba una muy delgada modelo en un prestigioso desfile de modas y a los costados coloridas figuras mostraban anuncios cómo: "10 sencillos tips para el mejor maquillaje", "La ropa más candente del momento", "Tu vestido ideal, según tu signo", algunos líos de artistas y cosas así. Pero hubo un sólo anuncio que atrajo mi atención; el enunciado era: "Sr. Y Sra. Bieber visitan Je T'aime".




Que perfecto,Muchos likessssss, disfruten. adios!!

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