Amargo Amor

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-¿Por qué tuvo que ocurrir esto ahora?- se preguntaba en voz baja la azabache ocultando su rostro entre sus rodillas. Suspiró pesadamente cuidando de no llamar la atención de Sango, Miroku, Shippo o Kirara... no quería dar explicaciones de su patético estado de ánimo, aunque ellos ya lo supieran...

-flash back-

-¡Inuyashaaa... Inuyashaaaa!...- recordaba estar sumamente angustiada.

-Lo encontraremos, seguramente fue arrastrado a la orilla del río...- decía uno de los compañeros del youkai lobo.

-Eso, si es que no fue descuartizado...- escuchó decir a Kouga. ¡NO! Eso no...Inuyasha no podía estar muerto.

-Oye Kagome, no llores.... No, no quise decir eso...- se disculpó de inmediato al entender que la había hecho sentir mal. Pero ni sus disculpas lograban hacerla pensar en otra cosa que o fuese en la posibilidad de perder a quién juraba era el amor de su vida.

-No... tienes razón...- mencionó con pesar y ocultando su lloroso rostro en rojo haori del peliplata -él... él no tenía puesto su traje... fue por mi culpa... él me dijo que lo usara...- reconocía y le dolía pensar en su muerte, no... simplemente no podría con eso... Inuyasha era la razón por la que ella permanecía en esa época, lejos de su familia, de sus amigas, de la escuela, lejos de todo... solo por él... no podía morir.

-No, tú no tienes la culpa...- mencionó con prisa el joven lobo -Yo lo vi todo, él te lo entregó... es más, lo detesta tanto que te obligó a usarlo... - decía hasta que un fuerte golpe en la cabeza lo hizo callar... molesto volteó y se sorprendió notoriamente por lo que vio.

-No seas mentiroso... ¿Quién te dijo que lo detestaba?- por fin pudo escuchar nuevamente su voz, sintió su alma nuevamente con ella.

-Ay Inuyasha...- gritó Shippo y se colocó en sus hombros, haciéndole ver que no era un sueño. Inuyasha seguía vivo.

-Bah... mi cuerpo no es tan débil como el de ustedes... y al final el cobarde de Renkotsu tampoco deseaba morir, por lo que lanzó los explosivos antes de que estallaran...- mencionó cruzándose de brazos y volteando su rostro. Nunca cambiaría, siempre tan obstinado... así era él y así lo amaba... lo amaría siempre, juraba.

-Já, ya lo suponía... a las cucarachas no las matas con nada...- se burló el youkai lobo.

-Sarnocito, no hubieras dicho eso...- mencionó el hanyou poniéndose frente a éste, ni siquiera había volteado a verla y ella se sentía más feliz que nunca.

-¿A caso quieres pelear bestia...?- gritó Kouga.

-Perfecto, si quieres asistir hoy a un funeral, será al tuyo...

-¿Y crees lograrlo en tu condición?... que no...- la discusión amenazaba con pasar a ser prontamente una pelea y no le interesaba seguir escuchando y mantenerse al margen.

-¡Inuyasha...!- interrumpió derramando gruesas lágrimas y aferrándose en un abrazo al pecho del peliplata.

No se percató de nada, solo le interesaba abrazarlo, saberlo a salvo. -Qué alegría... ¿no te lastimaste? ¿te encuentras bien?- preguntó volteando a verlo, todavía con un nudo en la garganta.

-Kagome... perdóname por preocuparte hoy...- mencionó con la dulce voz que no siempre se permitía emitir y correspondió a su abrazo, uniendo más sus cuerpos... no olvidaba esa sensación, eran escasas las veces en que estaban así de cerca... no lo soltó, quería seguir sintiéndolo...

No supo exactamente en qué momento fue que Kouga y el resto los dejaron solos... estando en sus brazos se podía perder y más ahora que sentía un profundo miedo al creerlo muerto. ¿Qué pensaba Inuyasha? No sabía, pero también la abrazaba cálidamente acrecentando el sentimiento que desbordaba su corazón.

Más que el destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora