Fiestas

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Después de ese día, el Señor Weasley pasó una semana más en San Mungo.
Toda la familia Weasley estaba parando en el Número 12 para estar más cerca de Arthur.
Sirius estaba contentísimo de tener a tanta gente en casa.

Mientras tanto, yo trataba de estar lo más alejada de Lupin. Estaba furiosa, él actuaba como si todo entre nosotros dos fuera posible, y de un momento a otro cambia la cara. Como si derepente y misteriosamente hubiese salido la luna llena, por ejemplo:
La Señora Weasley estaba preparando el almuerzo. Hermione, Ginny y yo la ayudábamos.
-___, querida ¿puedes poner la mesa?
-Seguro.
Busco, los platos, los vasos, los cubiertos y, como no puedo usar magia, porque tengo el detector, los llevo a mano.
En eso Lupin entra en la cocina y saluda a todas.
-¿Necesitas ayuda ___?- me pregunta.
-No... gracias, puedo yo sola.
Y como mi torpeza nunca me falla se me cae un plato al suelo y como es de esperar se hace mil pedazos.
-Creo que si.- terminó.
Luego reparó lo roto y me lo devolvió en la mano.
-Creo que no eres nada sin la magia.- dijo mirándome gracioso.
-¿Como te atreves a decir eso?
-Por lo que acaba de pasar.
-Perdoname, habló el señor al que nunca se le rompió nada. ¿Qué haces?- pregunté derepente cuando vi como Remus tomaba un pedacito de jamón que la Señora Weasley había dejado en la mesa para que todo comamos en la hora del almuerzo.
-¿Yo? Nada.- dijo alzando sus cejas de forma inocente.
-No puedes comer eso ahora. Tienes que esperar a los otros.
-Yo no estoy comiendo nada.
-¡Señora Weasley!- grité manteniendo la mirada fija en el rostro de Lupin, quien miró asustado hacia la cocina.- ¡Lupin se está devorando el jamón!
-¡Remus!- gritó la Señora Weasley.
Él me miró serio pero luego rió.
-Eres mala.- dijo sonriente, y yo lo miraba igual, sin sacar mi vista de sus ojos color miel.
Pero luego su expresión se volvió totalmente triste y desanimada.

Hoy era Navidad y habían dejado que el Señor Weasley la pasara con nosotros en Grimmauld.
Todo iba genial hasta el brindis.
Todos chocaban nuestras copas y luego, Lupin se me acercó con la suya en la mano.
-Feliz Navidad.- me dijo, levantándola hacia mi.
-Igualmente.- dije con poco ánimo, chocando nuestras copas, y mirándolo a los ojos.
-¿Qué te pasa?
-No puedo creer que preguntes.- me alejé de él y me acerqué a los gemelos.

Narra Remus.
___ estaba molesta conmigo, sin duda, y supuse que sabía el porqué.
Es que... yo quiero lo mejor para ella, por eso ella no puedo estar conmigo. Y aún así cuando la veo esta idea desaparece en mi cabeza y disfruto de su sonrisa, sus ojos y su voz.
La veía conversar con los gemelos y alguien me toca el hombro. Era Canuto.
-Lunatico... no estoy de acuerdo con lo que haces. Ella es tuya y tu no quieres. ¿No te das cuenta que estás enamorado de ella?

Narra ___.
En un momento, mi madre me apartó de mis amigos.
-Quiero preguntarte algo, hija.- me dijo seria y luego bebió un trago.
-¿Que?
-Es sobre Remus.
*Mierda, no, no, no ahora* pensé, e intenté no sorprenderme.
-¿Qué pasa con él?
-¿El es un hombre lobo?
-Si, mamá.
Ella lo miró por encima de su hombro. Este estaba hablando con Sirius.
-¿Te agrada?
-¿Cómo que si me agrada?
-Si te cae bien.
-Si... Mamá ¿por qué quieres saber esto?
-Porque el te mira. Y tú a él.
Alcé mis cejas.
-Si...- repite.- ¿No será que...
-¿Qué que?
-¿De casualidad te gusta?- preguntó de repente. Intenté buscar en su mirada algo que me ayudara a predecir cómo reaccionaria si le dijese la verdad.
-Pues...- trataba de elegir con cuidado mis palabras.- Pues... Es guapo... para su edad.
-¿Y...- insistió mi madre.
-¿Y qué, mamá?- ella me sonrió de lado. A veces podía ser muy pesada.
-Mamá... basta. Seguramente tomaste demasiado.- quería evadir este momento incomodo. Sabía que mi mamá no había tomado demasiado.

No Me Importa Lo Demás (Remus Lupin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora