Alboroto

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Narra ___.
Estaba esperando, muy nerviosa, a que regresaran con mi madre sin ningún inconveniente.
-Tranquila, saben lo que hacen.- dijo Sirius sentándose en el sillón de enfrente.
-Sé que saben. Y estoy tranquila.
Golpearon la puerta y fui corriendo a abrirla.
Primero pasó Moody. Luego mi madre y detrás Lupin.
-¡Mamá!- grité y la abracé. Mis ojos se humedecieron, pues temía por ella y por lo que le hubiesen hecho. Me sentí segura cuando volví a sentir su abrazo maternal.
-Nena... ¿Estas bien?
-¿Tu como estás?- me aparté de ella para mirarla. Tenía terribles ojeras y los ojos rojos. Además parecía que su cara estaba siendo absorbida por sus huesos. Al igual que sus manos.
-Ven. Tienes que comer y luego descansar.- le tomé la mano e intenté llevarla a la cocina.
-Muchisimas gracias Alastor.- inclinó su cabeza.- Remus.
-De nada Señora Kersleys.- respondieron ambos.
-___, ¿no hay nada que quieras decirles?- me preguntó mi madre.
-Si, cierto. Gracias.- dije mirando a ambos y me quedé en los ojos de Lupin- por traerme a mi madre.- me despegué de su mirada y me dirigí a Moody- ¿Y el Señor Weasley?
-Se quedó haciendo guardia. Hoy era su turno.
Llevé a mi madre a la cocina y luego de hacerle un par de sándwiches y servirle mucha agua, se unieron a nosotras los hombres.
Mi madre nos contó que ella estaba en casa cuando ocho aurores de parte del Ministerio entraron brutamente. Entre ellos estaba Fudge que le dijo que yo había sido expulsada de Hogwarts y que todos me estaban buscando. Mi madre no entendía nada de lo que había pasado. Hasta que en su primer interrogatorio, que fue al cabo de dos días de encierro, le explicaron toda la situacion.
-Me dijeron que habías usado magia oscura para escapar del castillo.- me dijo madre seria.
-¡¿Que?! ¡No! Usé unas perlas de Dumbledore.
-Mejor así señorita.- dijo aliviada, pero aún seria.
Luego nos contó que cuando supieron de que ella no iba a soltar información de por sí, le dieron Veritaserum hasta que se agotó por completo. Y nunca pudieron sacarle nada sobre mi paradero, pues claro, ella no tenía idea.
Así que la mantuvieron encerrada para evitar contactarse conmigo.
-Menos mal que no tardaron mucho más en encontrarme.- se dirigía hacia Ojoloco- Oí que empezarían a amenazar a mi hija haciéndole saber que me estaban haciendo daño.
Luego llegó mi turno de contar mi historia.
-Fuiste muy valiente nena.- dijo mi madre acariciando mi cabello, como a una niña.- Que bueno que sepas controlarlo. Tu padre estaría orgulloso.
-Bien, Marissa - dijo Sirius.- deberías descansar. Acompañarme que te daré una habitación. También tal vez quieras ducharte.
-Gracias, Sirius.- dijo mi madre levantándose del asiento y siguiendo a Sirius.
-Bien.- siguió Ojoloco- creo que hablaremos pronto sobre esto. Este fin de semana tal vez. Buenas noches, Lupin, ___.
-Adios. Gracias.- dije.
*¿Por qué siempre debo quedarme sola con Lupin?*
-Yo también merezco las gracias.- dijo Lupin.
-Ya te las di.
-Pero no personalmente.
-¿Enserio, Lupin? ¿Eso quieres? Gracias.- y le di un beso en la mejilla.
Luego lo miré y el me miraba serio. Luego suspiró desanimado y miró hacia otro lado. Yo terriblemente enojada subí las escaleras y fui a mi habitación.

Me desperté tan pronto como me dormí. Escuchaba pasos corriendo apresuradamente en el piso de abajo.
Me abrigué y salí al pasillo.
-¿Qué sucede?- grité una vez que me asomé por la barandilla.
-Es Arthur. Esta herido.
-¡¿Que?!- bajé rápidamente las escaleras.-¿Que pasó?
-No sabemos, Molly nos acaba de avisar. Lo llevan a San Mungo.- me explicó Sirius.
-¿Que? Pero ¿como?- no entendía. Todo sucedía muy rapido.
-No se te ocurra salir, Canuto.- dijo gravemente Lupin mientras se iba por la puerta.
Mi madre también bajó las escaleras.
-¿Hay algún problema?- preguntó. Tenía el cabello alborotado, pues se había dormido con el pelo mojado.
-Nos avisaron que Arthur esta muy herido.
-Oh, Merlín, es mi culpa...- empezó mi madre.
-No, no. Marissa, Arthur iba a hacer guardia de todos modos.
-¡Sirius! ¡Sirius!- se escuchó una voz grave desde el piso de arriba.
Él subió la escalera y nosotras lo seguimos.
-¡Sirius!- la voz ahora sonaba más fuerte.
Él camino hasta el final del pasillo donde había un gran cuadro con un hombre dentro. Era él quien lo estaba llamando.
-¿Qué pasa abuelo?
-Dumbledore quería que sepas que Arthur Weasley esta gravemente herido...-
-Ya sabía eso viejo.
-¡Más respeto! Y que su esposa e hijos y Harry Potter vendrán aquí en breve.
-Bien. ¿Algo más?
-No.
-Dile que será un placer.
Al cabo de esto el hombre se fue. Creo que lo reconocí, es Phineas Black, uno de los cuadros que tiene Dumbledore en su oficina.
-Bien, habrá que prepararnos para las indagaciones.- y volvió a bajar por las escaleras.
-Mamá, tu vete a dormir.- le dije.
-No es necesario. Ya me siento mejor.

No Me Importa Lo Demás (Remus Lupin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora