Helena apareció justo delante de una pequeña puerta de madera, tomó el pomo con su mano y la abrió creando un sonido chirriante.
Cuidando que nadie la siguiera entró con rapidez al cuarto cerrando la puerta de un tirón. Se trataba de un lugar oscuro y sin mucho espacio, junto a ella se encontraba el interruptor, mismo que tiró con fuerza para encender la única luz que había en el cuarto.
-Disculpen la tardanza- susurró dirigiéndose a unos bultos atados a dos sillas. -¿Cómo están queridos suegros?-
Los reyes se encontraban totalmente inmóviles y sin poder decir una palabra, una gruesa cinta cubría sus bocas impidiéndoles hablar y varias sogas comenzaban a dejar marcas sobre su piel.
La chica estaba cerca de ellos simplemente mirándolos, en su cabeza estaban pasando tantas cosas, todas las veces que la habían protegido, los años de bienvenida en su hogar, siempre tan amables a pesar de haber sido simplemente una empleada más.
Quizá no merecían todo lo que estaba a punto de pasarles, a final de cuenta no quería dejar a sus futuros hijos sin sus abuelos. Una punzada de arrepentimiento llegó a su corazón y finalmente, se decidió por soltarlos, para recibir de premio una bofetada por parte de la reina, aquella mujer que había sido como su madre.
-¿Qué le hiciste a Derek?- gruñó con amargura.
Su esposo simplemente la miró con tristeza, la reina siempre había sido una mujer paciente y flexible, la balanza que lo equilibraba en todos sus ataques de ira y ahora por culpa de la chica frente a él, es que todo eso se había perdido.
-¡Responderme Helena! ¿Donde está mi hijo? ¿Qué le hiciste a Derek?-
-Yo no... nada- susurró la chica sintiendo por primera vez en el día derrotada.
Todo ese tiempo había pensado que una vez librándose de su competencia, todo sería tan fácil, Derek sin más remedio tendría que aceptarla y sus padres la aprobarían de inmediato.
Sin embargo, no hay manera de controlar la realidad y Helena acababa de ser testigo de la destrucción de todas sus ilusiones. Si la tan bondadosa reina la veía con una mirada llena de odio, no quería ni pensar en lo que pasaría con Derek.
-Aquí esta- dijo y con un chasquido apareció el inconsciente príncipe, sin ningún rasguño.
-iDerek!- gritó su madre, apartando a Helena con brusquedad y corriendo a abrazar a su hijo y llenarlo de besos húmedos.
La chica no pudo evitar las lágrimas ante la escena, había estado a punto de destruir a su familia, porque a pesar de todo, eran lo más que cercano que tenía a una.
-Lo siento- murmuró haciendo despertar al príncipe, quien le sonrió a su madre antes de cambiar su semblante por un ceño de preocupación.
-¿Qué le hiciste a Meg?- gritó el chico mirándola con repulsión.
Helena suspiró derrotada, entendiendo finalmente que eso no era lo que quería, ella deseaba que su príncipe la quisiera como ella a él y que sin importar que la defendiera y protegiera de todos.
Tristemente alguien más que ya había ocupado ese lugar.
"Creo que ya no tiene sentido que me quede aquí" pensó.
Y podría decirles que eso paso, Helena se sintió tan mal consigo misma que decidió irse dejándolos vivir felices.
Realmente eso podría haber sucedido, pero en lugar de eso se vieron sorprendidos por fuertes golpes en la puerta.
-¡Abre Helena!- gritó una voz ronca y seca desde el otro lado.
La chica obedeció al instante reprimiéndose por ese momento de debilidad, no importaba cómo, ella iba a obtener lo que quería.
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Un mes con el príncipe
Roman pour AdolescentsÉrase una vez un apuesto príncipe que vivía en un castillo y encontró el amor verdadero. Mejor no. Esta es la historia de un príncipe presumido que se cree la gran cosa como para dignarse a invitar a por lo cinco chicas a su castillo para cumplir s...