Derek

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Derek despertó sintiendo un terrible dolor en la espalda, se encontraba frente a una cegadora luz blanca y una multitud cargando con palos y garrotes. -¿Qué esta pasando?- dijo sintiendo quemar su garganta. 

Sintiendo una picazón en las muñecas descubrió que estás se encontraban atadas a un poste arriba de él y los dolores de espalda se debían a que sus pies se encontraban atados también, lo que formaba una extraña curva en su cuerpo.

Sus padres estaban a su lado, atrapados en lo que parecía una jaula, completamente cubiertos de basura y desperdicios de comida. La reina, sonreía a duras penas, para no causarle mayor malestar a su hijo, sin embargo, el rey no bajaba la frente y se mantenía firme a pesar de la condición en la que se encontraban.

Derek los observó con tristeza, pensando en como habían ido a dar en esa situación, se suponía que eran los gobernantes, la autoridad máxima, los reyes  y ahora, solamente existía vergüenza y pena, su propio pueblo se había puesto contra ellos y todo por un error.

"Todo es mi culpa" pensaba el príncipe, recordando todos los hechos que los habían llevado hasta allí, si tan solo hubiera elegido esposa en su primera oportunidad, nada de eso hubiera pasado. Helena no se habría ilusionado con el, ni molestado a tal grado de atacarlos violentamente y mucho menos hubiera llamado al demente del prometido de Meg y ahora no se encontrarían ahí, quizá sus padres estarían disfrutando de una deliciosa cena en su castillo y el, bueno, probablemente estaría felizmente casado.

"No feliz, solo casado" y es que si bien, se pudo haber ahorrado todo el drama que vino con ella, nunca habría conocido a Meg y por más que hubiera y siguiera sufriendo, sin importar todas las lágrimas y los corajes, ni siquiera el hecho de estar ahí colgando con la incertidumbre de no saber que pasaría con el. Lo hubiera vivido todo de nuevo, solamente para poder conocerla, porque si de algo estaba seguro es que ninguna cosa mala le ganaría a esa tan buena.

"Potters" pensó y cerrando los ojos, recibió el primer golpe.

Helena se mordía las uñas de los nervios, había sido un largo camino hasta llegar al centro del pueblo y con cada paso que daban, sentía que su corazón se rompía en más y más pedazos. 

"Deberías hacerlo Helena" pensaba para sí "solo mueve tu dedo y todo habrá acabado" pero al igual que había pasado en el castillo su cobardía no le dejaba hacerlo, no quería arriesgarlo todo por ellos, sin importar lo mucho que le doliera lo que estaba pasando, tenía sus prioridades y la primera de todas era ella.

Bajaron de su transporte y los hombres se dedicaron a colgar al aún inconsciente príncipe y despertaron a los reyes solamente para poder arrojarles basura a sus caras, a sus alrededor se encontraban personas, que al igual que Helena, sufrían internamente y deseaban poder ayudarles, sin embargo se dejaban consumir por el miedo de que les fueran a hacer lo mismo, por lo que se dedicaron a permanecer entre las sombras mientras que sus gobernantes eran terriblemente humillados.

Con Derek fue diferente, quizá fuera por el hecho de que Vlad deseaba desquitarse con aquél que le había robado a su prometida o porque sabía que nada les dolería mas a los reyes, que ver sufrir a su hijo y no poder hacer nada al respecto, aunque también esta la teoría de que solamente fue por el placer de hacerlo.

El primer golpe llegó de manos de un tomate que termino aplastado en su pecho dejando un rastro rojo sobre el mismo y comenzaron, al igual que con sus padres, el primer lanzamiento dio paso a una lluvia de golpes.

Derek abrió los ojos y decidió afrontar su destino con valentía, porque a pesar de haberle arrebatado tantas cosas no pensaba que aquellos hombres también se llevaran la satisfacción de haberse llevado su dignidad.

Un mes con el príncipe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora