Capítulo 12 - ¡Bienvenidos al Campamento!

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Llegó el día del campamento. Mi madre más o menos ya se encontraba mejor, así que, decidió acompañarnos a Lluvia y a mí hacia la estación de autobuses.

Mientras íbamos para allá, fui hablando con Fran por WhatsApp.

Conversación WhatsApp:

—¡Hey Carlota! ¿Estás ya de camino a la estación?

—Sí, mi madre se ha empeñado en acompañarnos a Lluvia y a mí. —digo un poco avergonzada del comportamiento de mi madre.

—Oh, es igual que mi padre, también se ha empeñado en acompañarme.

—¿Entonces se conocerán? —pregunté ilusionada.

—Seguro que sí, nos vemos enseguida princesa.

Fin de la conversación.

Oh madre mía, mi madre y su padre se van a conocer, estoy más nerviosa... ¿se caerán bien?

Decidí decirle a mi madre que conocería al padre de Fran.

—Mamá, hoy vas a conocer al padre de Fran. —comenté con una amplia sonrisa.

—¿Anda sí? ¿Y a su madre no?

—Mmm... No, creo que me dijo que estaban separados. —dije pensativa.

—Oh vaya, entonces ya tenemos algo en común... —agachó la cabeza y miró hacia el suelo.

Juro que cuando me entere de quién es el desgraciado que le ha hecho eso a mi madre, lo mato.

Pasados treinta minutos de camino, llegamos a la estación, y entonces pude divisar a Fran con su padre.

—¡Vamos mamá, acabo de ver a Fran y a su padre! —dije cogiéndole del brazo y estirando de ella.

Cuando porfín llegamos donde están ellos, ocurrió lo que menos pensaba que ocurriría.

—¿Marina? —dijo el padre de Fran, con la mirada fija en sus ojos.

—Felipe... —suspiró.

Un momento, ¿se conocen?

—Nos volvemos a encontrar, ¿eh? —esbozó Felipe una sonrisa.

—Eh... sí, qué cosas. —dijo mi madre, desganada.

Fran y yo nos miramos extrañados y decidimos intervenir.

—¿De qué os conocéis? —decimos al unísono.

—Somos viejos amigos. —dijo mi madre en tono cortante.

No entendía que estaba pasando, pero lo que si sabía es que era una situación demasiado incómoda.

De qué se conocerán...

Finalmente, nos despedimos de nuestros padres y subimos al autobús. Fran se sentó con Marcos y yo me senté con Lluvia, nosotras íbamos un puesto más alante que ellos.

Mi mente no dejaba de pensar en las palabras que había dicho mi madre.

Somos viejos amigos...
Somos viejos amigos...
Somos viejos amigos...

Conseguí dormirme durante el viaje.

Cuando llegamos, Lluvia me despertó zarandeandome.

Tan animaluza como siempre.

—¡Venga Carlota, que ya hemos llegado! —dijo con los ojos brillantes de la emoción.

—Voy, voy... —bostecé.

Fuimos hacia las cabañas, nos iban a separar en grupos de cuatro personas, se podían los grupos mixtos.

—Menos mal que podemos ponernos como queramos, si me llega a tocar con las tontas de allí yo creo que me vuelvo en el autobús. —comentó Lluvia seria.

Comenzamos a reírnos a causa de su comentario, sinceramente, era bastante gracioso.

Nos juntamos los cuatro y vamos hacia la cabaña que nos habían asignado. ¡Tenía tantas ganas de bailar!

Al llegar, abrimos la puerta y nos quedamos todos con la boca abierta.

—¡HALA, HALA! —gritamos Lluvia y yo.

—¡Mirad qué camas! —dije gritando de la emoción.

—¡Mirad qué baños! —dijo gritando Lluvia, al igual que yo.

—¡Mirad que tontas! —dijo Marcos, en tono burlón.

Al oír eso, Lluvia y yo nos miramos con complicidad mientras que Fran y Marcos se reían.

Nos entendimos con la mirada y fuimos hacia ellos para atacarles, yo fui hacia Fran y Lluvia hacia Marcos.

Já. Se van a enterar.

Les hicimos cosquillas hasta que ya no pudieron más, entonces paramos, nos levantamos y los miramos de arriba a abajo.

—¿Habéis aprendido la lección? —dijimos al unísono.

—Sí señoras. —dijeron ambos al unísono también.

Oh sí, esto pinta bastante bien...

Hermanos desconocidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora