Capítulo 19 - "Te odio, te odio y te odio". [PARTE 1]

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Narra Marina.

Nos sentamos en el sofá y comencé a contarle lo sucedido años atrás, cuando ella aún estaba dentro de mi barriga.

Flashback.

Salí a comprar patatas, ya que esta noche venían a cenar todos nuestros familiares para celebrar mi embarazo y tenía pensado hacer tortilla de patatas, pero, de camino hacia allí me encontré con una vieja amiga.

-¿Marina? -preguntó aquella mujer.

-Sí, soy yo, ¿cómo sabes mi nombre? -fruncí el ceño.

-¡No te acuerdas de mí! Soy Sofía, tú antigua vecina de pequeña, nos llevábamos super bien. -pensé durante unos segundos y continuó hablando. -¿Te acuerdas?

¡Claro! Como olvidar a la chica que me ayudaba cuando tenía problemas.

-¡Ah sí! Ya me acuerdo de ti. -nos abrazamos. -¿Cómo te acuerdas aún de mí después de tanto tiempo? -nos separamos del abrazo y nos miramos sonrientes.

-Cielín, tu cara sigue siendo la misma cara de chiquilla desde la última vez que te vi, aunque... Tienes más arrugas. -estalló a reír.

-Ja ja ja, me parto de risa. -levanté una ceja. -¿Dónde vives?

-Pues acabo de mudarme y tenía pensado comprarme un piso de por aquí, ¿podrías ayudarme?

Entonces, en ese instante se me iluminó una bombilla imaginaria encima de mí cabeza.

-¡En mi edificio, el piso de arriba está en venta! -grité emocionada.

-Sigues siendo la misma niña, en serio, mírate. -estalló con otra carcajada y volvimos a abrazarnos.

De camino hacia mi edificio, decidí contarle lo de mi embarazo, quería comprobar si ella también seguía siendo la misma niña que entonces.

-Sofía, hay algo que quiero contarte... -puse intriga y drama al asunto.

Ella me miró con cierta expresión de susto.

-¿Ha pasado algo?

-Pasó hace dos semanas o así... -agaché la cabeza.

-Marina, no me asustes que no estoy yo para eso, que me da un patatús, me quedo en el sitio y hala, ¿quién me recoge? -me zarandeó cogiéndome de los hombros.

-Es que... -hice una pausa. -Estoy embarazada.

Su expresión de asustada cambió de repente a una expresión de alegría y emoción, comenzó a dar saltos cual loca y a gritat como si no hubiera un mañana.

-¡WOW MARINA ME HABÍAS ASUSTADO! -la gente que pasaba nos miraba raro. -¡YUJU! -¡JÁ! Sabía que tú también ibas a ser una niña aún como yo.

-Ay Sofía, Sofía... -la miré y seguía saltando. -Ves como tú también eres aún una niñita. -dejó de saltar automáticamente tras oír eso.

-Un momento... ¿Era una trampa? -me miró desafiante.

-Ehm... Sí. -salí corriendo, y ella detrás de mí.

Ahora sí que parecíamos crías.

-¡Espérate mala amiga! ¡Cuando te pille te vas a enterar! -gritaba mientras corría.

Así a lo tonto, corriendo una detrás de la otra, llegamos a mi edificio.

-¡Sofía! Es aquí. -le grité ya que aún no había llegado a causa del cansancio.

Una vez que llegó, se apoyó en mí.

-Uf Marina... -dijo jadeando. -Siempre me superas corriendo. -miró hacia el edificio mientras seguía jadeando. -Entonces es aquí... ¿Cuál es tu piso?

-Mi piso es el seg... -me quedé callada y con cara de espanto, tuve que ponerme hasta pálida.

-El segundo, ¿y qué más? -me miró la expresión. -¿Qué pasa? -me zarandeó. -¡Marina habla!

La ventana de mi casa estaba abierta de par en par.

-La ventana de mi casa... -comencé a temblar. -Está abierta... -una sensación de pánico inundó mi cabeza y mi cuerpo, provocando que me flojearan las piernas y cayera al suelo.

-Tranquila Marina, vamos a subir y si es algún ladrón llamaremos a la policía, mantén el número marcado. -cogió mi teléfono y lo marcó.

Entramos al portal y poco a poco fuimos subiendo las escaleras, conforme llegamos al segundo vimos que la puerta de mi casa estaba cerrada.

-Oye, ¿no será tu marido? -dice Sofía en un tono muy bajito.

-Trabaja siempre hasta las 14:30, y son las 12:00... -tragué saliva.

-Bien... Voy a abrir con mi orquilla, para que no haga ruido.

Sofía abrió la puerta sin hacer ruido alguno.

Cuando asomamos las cabezas comprobamos que la casa estaba en perfecto estado.

-¿Qué es ese ruido? -dijo Sofía acercándose a mí.

Eran como golpes en mi habitación, como en la cama.

-Quédate aquí, iré yo a mirar. -dije seria, pues ya me olía algo.

Asintió y fui hacia la habitación.

Un paso...
Dos pasos...
Tres pasos...

...

Y allí estaban.

Mi marido se había acostado con Margo, mi mejor amiga.

Fin flashback.

Hermanos desconocidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora