XV

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Caigo encima de Lydia

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Caigo encima de Lydia.

En otra ocasión podría haber resultado gracioso, pero luego de lo que me dijo mi padre...

Estamos en las mismas escaleras por las que bajamos.
Nos levantamos y caminamos en silencio hasta arriba, donde nos espera mi abuela.

Lo primero que hago cuando salgo del sótano es respirar. Parecía que habían pasado años desde que respiré aire fresco, y luego me dirijo a mi habitación con un sólo pensamiento en mente.

Luego me preocuparía por lo que dijo mi padre, si buscaría a mi madre o no,  ahora sólo quiero comprobar que Logan esté bien.

Camino, poco más y corro, por los pasillos, con Lydia y mi abuela detrás mío intentando seguirme el paso.

Cuando llego, abro la puerta rápidamente y esta resuena en todo el cuarto. Logan está acostado en su cama, al parecer durmiendo. Está tan tranquilo que es como si nunca hubiera ocurrido nada.

Suspiro y me recuesto contra la puerta.

—Por lo menos está bien. —Dice mi abuela a mi lado, no me había dado cuenta en qué momento llegaron.

Nos sentamos los tres en mi cama, en silencio, esperando que despierte.

Al estar tan silencioso no pude evitar pensar en todo. Especialmente en mi madre.

Desde que me echó de casa no la he vuelto a ver, no la he llamado, ni le he enviado cartas o mensajes. Y ella tampoco lo ha hecho. No la considero mi madre. ¿Qué clase de madre echa a su hijo de dieciséis años sólo por ver fantasmas y tener amigos imaginarios? Está bien, no era el niño más encantador del mundo, pero aun así no era una excusa.

Así que, aunque me lo haya dicho el espíritu de mi padre en el infierno, no la llamaré.

~ ~

—La he llamado, vendrá a verte en la semana. —Dice mi abuela.

La miro y sabía que no tendría que haberle dicho nada.

Había pasado una hora, y mientras esperábamos que Logan despierte, le habíamos contado a mi abuela toda nuestra "aventura" por el infierno. Cuando terminé de contarle que mi padre dijo que hablara con mamá, salió rápido del cuarto y quince minutos después volvió a entrar. La había llamado. Genial, ahora tendría que ver obligatoriamente a mi madre.

A todo esto, Logan seguía durmiendo.

—¿Por qué no intentamos despertarlo?

Y justo cuando Lydia dijo eso, Logan le respondió.

—Porque ya estoy despierto. —Ni siquiera lo habíamos visto—. Y sí, he escuchado toda la historia.

—Podrías habernos avisado. —Le contesto—. ¿Qué ha pasado? ¿Te hicieron algo?

—No, no mucho... —Se sienta en la cama y se queda en silencio un rato, como intentando recordar toda la historia—. Después de que comprobara que soy su... hijo, me dijo que me enviaría de vuelta aquí, que luego me visitaría.

Nos quedamos en silencio. En el fondo tenía la esperanza de que no fuera realmente el hijo de Azazel, pero por la expresión de Logan...

—Lo siento... —Por alguna razón siento que tengo que disculparme, nadie quiere un padre demonio ¿verdad? Pero él me interrumpe.

—Tenemos que matarlo.

Mi abuela ahoga un grito y Lydia parece que haya perdido todo el color de su cara.

—No sé si podamos hacer eso.

—Claro que podemos. Tú eres un Bennett y yo soy... ¿un brujo?
—Lo dice como si todavía no pudiera asimilar las cosas, y yo en su lugar estoy seguro de que no podría.

—Me refiero a que es peligroso.

—Muy peligroso. —Concuerda Lydia.

Logan se levanta de la cama con una mirada de desesperación en la cara. De repente me siento mal, pero no sé exactamente por qué. Siento que todo lo que está pasando es mi culpa.

—Dylan —Logan habla lento y pausadamente, como si yo tuviera problemas para entender—, eres el único que puede hacerlo, junto conmigo. No puedes venirme con eso de que es peligroso, ya has estado en el Infierno, ¿hay algo más peligroso que eso?

Entendía su punto de vista. Y yo también quería matar a Azazel. Pero me parecía que era como una tarea de alguien más, que yo no era capaz de aquello.

Mire a mi abuela, como pidiéndole un consejo. Ella siempre sabía que hacer en estos casos. Pero la mirada que recibí de su parte me dejó en claro que todo dependía de mí.

—Veamos que podemos hacer. —Digo mientras le sonrío a Logan. Y este me da una mirada agradecida.

Y así nos dirigimos nuevamente a la biblioteca. Ya había perdido la cuenta de las veces que habíamos ido a ese lugar. Así que nos sentamos en la mesa de siempre, leyendo los libros de siempre. No sabía exactamente qué buscábamos en los libros, pero yo leía para sentirme un poco útil, y no sentirme tan culpable sin ningún tipo de sentido.

—¿Cuándo vendrá mi madre? —Mi voz interrumpe la lectura de mis acompañantes.

—Cuando tenga tiempo en la semana. —Dice mi abuela dándome una mirada de tristeza.

No quería que sintiera tristeza por mí. Lo que menos quería era lástima por tener una madre así.

—¡Esperen! —Logan cierra de repente el libro y se para bruscamente de la silla, alarmando a todos en la biblioteca— ¿El arma no la tenemos que crear Dylan y yo? Así había dicho el demonio... mi padre.

—¿Cómo «creamos» un arma, genio? —Levanto una ceja. No tenía idea de como lo mataríamos. No es como si Azazel se fuera a dejar matar.

—No lo sé, un cuchillo atado a un palo o algo así, pero estoy seguro de que los libros no nos lo van a decir. —Lydia y yo reímos por su comentario, pero mi abuela suspira, frustrada.

—El arma existe, no tienen que crearla. Esto es algo que Azazel no sabe, obviamente, sino ya la hubiera destruido hace mucho tiempo. Los Bennett la han creado hace cientos de años y la han ocultado de Azazel hasta que encontraran un brujo que realice el hechizo necesario. Y eso es lo que buscamos en los libros, el hechizo.

—Pero yo no sé hacer hechizos o magia o esas cosas... —Logan mira a mi abuela como si está hubiera perdido un tornillo.

—Te sorprenderías de lo que puedes hacer, Logan. —Deja el libro en la mesa y sigue hablando— Nuestra tarea es encontrar el arma, que no sabemos qué forma tiene ni donde la ocultaron los Bennett, para que Logan pueda realizar el hechizo e ingeniar un plan para poder matar a Azazel.

—Está chupado. —Logan vuelve a sentarse en la silla, pero más desanimado que antes.

—Lo importante es ser positivos, ¿no? —Lydia intenta sonreír, pero ni ella puede creer que todo eso es posible.

Finalmente abandonamos la biblioteca luego de un par de horas más de buscar hechizos, aunque sin saber exactamente cuál, había miles de ellos. Aunque todos estábamos en otro mundo.

Yo por mi parte no podía dejar de pensar en mí madre y de revivir los recuerdos bonitos que tengo de ella.

~ ~

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Dylan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora