—¡Mami! ¡Mami! Mira lo que hice.
Corrí hacia mi madre que me miraba con su linda sonrisa amable y llena de alegría. Mi padre estaba a su lado y mi amigo invisible al otro. Claro que ellos no podían verlo, pero él siempre venía con nosotros en los viajes.
Hoy es mi cumpleaños número nueve y por eso hemos venido a la playa. ¡Me encanta la playa!
Había terminado mi castillo de arena y quería que mis padres lo vieran.—Eso es genial, cariño. —Mi mami me acarició el cabello y siguió leyendo su libro.
Mi padre está armando su propio castillo a un lado del mío, pero en ese momento mi amigo invisible se acerca a mí y me dice.
—No es bonito, y lo que no es bonito tiene que ser destruido. —Dijo eso y pateó con todas sus fuerzas, destruyendo mi castillo y cubriéndome de arena.
Sabía que no tenía que llorar, ya era un niño grande como para andar llorando cada vez que un amigo invisible me hacía alguna maldad. Y era sólo un tonto castillo de arena. Aunque no solo yo vi que el castillo se había destruido, no se le pasó por alto a mis padres. Claro, yo sabía quién fue, pero ellos no lo veían. Mi mami casi grita de la impresión, y el bronceado que tenía parece haberse esfumado, en cambio mi padre está mirando fijamente a mí amigo invisible.
A pesar de que me prometí no llorar, no puedo aguantar mucho más y las lágrimas caen sin cesar. Una tras otra, empapando mis mejillas sonrosadas. Mi padre me abraza, pero mi mami se queda sentada en su lugar mirándome con horror. No pensé que vería nunca esa mirada en su rostro. Simplemente no encaja con la dulzura habitual de sus facciones.
Pero le resté importancia porque tenía a papá, él sí parecía preocuparce por mí, así que seguí llorando en su hombro.
Me despierto con un nudo en la garganta.
No me doy cuenta que estoy llorando hasta que toco mis mejillas. ¿De verdad había llorado por ese recuerdo? Me sentía estúpido. No era algo como para llorar, con el tiempo me había acostumbrado al rechazo de mi madre. No era nada nuevo.
Las luces de la habitación estaban apagadas, pero por la luz que entra por las persianas sé que ya es de mañana y debería ir despertándome. Miro a la cama contigua y Logan esta allí. No fue un sueño, está bien. No está en el infierno. Me pregunto si alguna vez dejaré de preocuparme por él.
Por alguna razón siento que no debería levantarme de la cama hoy. Desde que mi abuela me dijo que mi madre vendría cualquier día de esta semana, me sentía expectante en todo momento, como si mi madre pudiera aparecer en cualquier instante. Y no quiero verla.
Según mi abuela, vendrá "cuando tenga tiempo" como si su hijo fuera algo de última hora. Algo que tiene que encajar en su apretada agenda.
Si accedí a verla fue porque me lo dijo mi padre.
Un suave golpeteo en la puerta interrumpe mis pensamientos.
Me levanto. Abro la puerta y me deja ver a Lydia parada al otro lado.
—¿No es un poco temprano? —Pero aun así me alegro de que esté aquí. Por lo menos no tengo que pensar en la visita de mi madre.
Me hago a un lado dejándola pasar, pero ella se queda del otro lado de la puerta.
—Tu madre te está esperando en al puerta de la universidad. Está con tu abuela. —Mientras hablaba miraba a todos lados menos a mí.
¿Tanta lástima doy? El chico que fue abandonado por su madre por ver gente muerta.
Aún así, estoy muy nervioso. No tengo idea de qué voy a decirle. ¿Qué vi a papá en el infierno? ¿Qué mi amigo es un brujo? Tampoco tengo muchas cosas para contar, no tengo una vida interesante.
Lydia se despide y se va a clases con una expresión en el rostro que no puedo descifrar. ¿Preocupación? ¿Tristeza? ¿Lástima?
Decido no pensar en ello.
~ ~
Antes de cruzar las puertas de cristal de la universidad ya podía ver a mi abuela y a una señora a su lado. Estaban sentadas en un banco cercano, por lo que fui hasta allí. A medida que me acercaba, no lograba reconocer a la que supongo que es mi madre.
La señora —bueno, mi madre— tiene el pelo rubio casi blanco, está vestida formalmente como si viniera de una reunión o fuera la secretaría de alguien importante, o ella misma ser alguien importante.
Como lleva lentes de sol no puedo ver la expresión en su mirada cuando me ve acercarme, pero por lo que veo de su cara, puedo adivinar que no está muy contenta de verme, aun así finge una sonrisa cuando ya estoy parado delante suya.
Yo también intento sonreír, pero por dentro quiero llorar, abrazarla e insultarla por haberme echado. Y también decirle cuánto la extrañé, pero me limito a balbucear como un retrasado.
—Hola, mamá... —Como no sé si puedo abrazarla o sentarme a su lado, me quedo parado—. Tanto tiempo.
Al principio no reaccionaba, pero por fin se paró del banco y me abrazó, no muy fuerte, a penas tocándome. Como si tuviera alguna enfermedad contagiosa. De repente me nace el odio que guarde todo este tiempo.
—Estás tan grande. —Me mira mientras toca mis mejillas. Yo doy un paso atrás y puedo ver la desilusión a través de sus lentes de sol—. Lo siento, Dylan.
—¿Por cuál de todas las cosas que hiciste te estás disculpando exactamente? —No pude evitar que la pregunta sonara peor de lo que quería.
Mi madre vuelve a sentarse.
—Lo siento por todo. —Dice después de un rato—. Lo siento muchísimo Dylan, nunca quise hacer lo que hice hijo.
—No me llames así.
Mi abuela me hace una seña para que me siente antes de que la discusión vaya a peores.
—Le estaba comentando a tu madre, Dylan —Miro a la mujer que dice ser mi madre, está mirando hacia abajo y, ahora que se sacó los lentes, puedo ver en sus ojos tristeza y arrepentimiento—, acerca de nuestro problema actual.
Miro confuso a mi abuela.
—¿Por qué habría de importarle? Creí que estaría alejada de este tipo de cosas.
—No hables como si no estuviera aquí, hijo. —Iba a decirle de vuelta que no me llamara así, pero al ver la mirada en su rostro no pude—. Si bien es cierto que no estoy involucrada en todo el asunto de... demonios y espíritus, quiero ayudarlos. Sé cómo ayudarte.
Estaba por rechazar su ayuda pero la imagen de Logan aparece en mi cabeza.
Suspiro y le contesto—: Está bien, ¿cómo nos ayudarás?
—Sé dónde está el arma para matar al Demonio Mayor.
ESTÁS LEYENDO
Dylan.
ParanormalDylan es un chico que, desde que nació, puede comunicarse con fantasmas. Al llegar a la edad de 20 años decide evitar todo lo paranormal y tener una vida normal, yendo a la universidad. ¿Podrá evadir el destino que su padre le dejó al morir? [Fina...