XXVI

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Esa noche tuve un sueño

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Esa noche tuve un sueño.

No fue como todos los anteriores que tuve, aquellos en los que yo sabía que estaba soñando. Este era oscuro y confuso. Podría haber jurado que era real de no ser porque me había despertado sudando y con el corazón en la garganta.

Era un sueño en el que yo podía utilizar la magia. La usaba y me sentía poderoso, quería más y más poder. Me sentía tal y como Logan me había dicho que él se sentía. Como una droga. Y a pesar de que fue un sueño, me desperté con la misma sensación de poder.

Me despierto sobresaltado, en la oscuridad del cuarto vislumbro la cama de Logan, pero está vacía. Aún no amanece, así que salgo en busca de mi amigo.

Los pasillos de la universidad a las cinco de la mañana son más fríos de lo que pensaba, y en este momento me arrepiento de no haberme puesto algo más de abrigo. Los corredores están vacíos. Y yo no tengo idea de por dónde empezar a buscar.

Busco por todos lados hasta que me encuentro parado delante de la puerta de la biblioteca. Dudaba que se encontrara ahí, pero de todas formas me adentro en la oscuridad de la enorme sala.

Al principio no veo más que estanterías con libros, pero caminando hacia el fondo veo una figura recostada en la silla. Me acerco creyendo que es Logan, pero cuando ya estoy a pocos pasos distingo a una mujer. Detengo mi caminata de inmediato.

—Mmm, ¿hola? —Mi voz un provoca eco que pareciera rebotar en toda la biblioteca.

El silencio es mi respuesta.

Me acerco cautelosamente hacia la mujer. Esta está tan quieta que me asusta. De repente se levanta de la silla. Lo primero en que pienso es en lo alta que es, lo que me recuerda a alguien que preferiría no recordar...

La mujer levanta su vista, que hasta hace unos momentos su largo cabello negro y lacio tapaba. A pesar de la oscuridad, puedo ver sus ojos rojos con claridad, como si estos brillaran. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

—Hola Dylan. —Su dulce y diabólica voz sólo me produce más escalofríos.

Antes de que siquiera pensara en huir, su mano me toma del cuello. Fue tan rápida que ni siquiera me di cuenta cuando se acercó tanto a mí. Su mano aprieta con fuerza mi garganta pero aun así puedo llegar a decir:

—Lilith. —La nombrada sonríe, feliz de ser reconocida. Sin embargo, su agarre aumenta y hago una mueca de dolor. ¿Cómo puede tener tanta fuerza?

—No te creía capaz. —Al principio no entendía de que hablaba, y luego recordé. Azazel.

—¿Por qué te importa un demonio como Azazel? —Digo, como puedo.

—No eres más que un niño presumido. —Dice con odio.

Y cuando creía que iba a arrancarme la cabeza en ese momento, me suelta, pero no de manera delicada, me tira contra uno de los estantes. En cuanto mi cuerpo impacta, el estante se rompe y todos los libros se desparraman y vuelan por todos lados. Al bibliotecario no le va a gustar nada.

Estoy seguro que ser arrojado con esa fuerza, debería haberme roto las costillas o algo, pero estoy perfecto. Es más, me siento mejor, como si lo que me hacía falta era un poco de adrenalina. En el fondo sabía que era debido a que mis "poderes" habían despertado. Peor yo todavía no lo quería aceptar.

—Eres más resistente de lo que pareces, niño.

—No soy un niño. —En momentos como éste es que preciso de la daga. Estoy seguro de que con eso la puedo herir. No matar. Pero lastimarla gravemente, seguro.

Al no tener nada con que golpear, y ver que Lilith se acerca corriendo hacia mí, tomo lo primero que tengo a mano. Y como estamos en una biblioteca...

Empiezo a revolear libros. Los primeros los esquiva con facilidad. Hasta que, por fin, le doy con una enciclopedia en la cabeza. Una persona normal se hubiera desmayado. Pero claro, estoy rodeado constantemente de demonios. Ya no me acuerdo las debilidades de una persona normal.

Sin embargo, Lilith, queda aturdida unos segundos. Pero se recompone casi de inmediato.

Al ver que vuelve a correr hacia mí, y esta vez parece que con más furia, decido relajarme, como cuando maté a Azazel. Cierro los ojos, intentando ignorar los frenéticos gritos de Lilith. No me sorprendo cuando siento una especie de energía recorrer mi cuerpo. Sé que es la magia. Pero no tengo idea de cómo usarla.

Abro los ojos cuando tengo a La Madre de los Demonios justo delante mío. Un segundo más tarde y hubiese estado estampado contra un estante, otra vez.

Ya que seguía sin tener armas, decido seguir con la táctica de tirar libros.

Agarro el libro más grande que encuentro y lo arrojo con fuerza directamente a su frente. Pensé que no iba a funcionar pero, en cuanto el libro la golpea, Lilith se desvanece.

Todo queda en silencio unos minutos.

No pude haber matado a un demonio con una enciclopedia, ¿verdad?

Cuando creía que todo había terminado, siento una presencia detrás mío, pero no llego a darme vuelta a tiempo, Lilith ya me arrojó contra el suelo. Mi cara golpea contra el frío piso que está cubierto de libros, podía jurar que escuché como se rompía la madera del piso.

—¿Ya puedes usar la magia? —Su voz resuena en mi oreja. De repente siento asco.

Intento levantarme, pensando que no voy a conseguirlo. En cambio, me levanto tirando suavemente hacia atrás a Lilith. Por lo menos me levanté.

La demonio me mira confundida desde el suelo. Su confusión dura más de lo que esperaba.

—No te mataré. —Dice de repente, levantándose de entre los libros—. Tengo la noticia que va a interesarle a El Jefe. "Dylan Bennett puede usar la magia."

Y con eso desaparece.




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